Almeida alisa el Angliru y reta a Vingegaard en la Vuelta a España

Iván Benito COLPISA

DEPORTES

Javier Lizón | EFE

El luso gana en la icónica cima tras una subida brillante, en la que hace vulnerable al danés, que resiste y mantiene 46 segundos de ventaja

05 sep 2025 . Actualizado a las 20:06 h.

Lo de Vingegaard con el Angliru era un pacto con el diablo. «Tenemos una relación especial», pensaba. Las dos veces anteriores sufrió e hizo sufrir. A la tercera solo le ha quedado encorvarse y sellarse a la rueda de Joao Almeida, exuberante, indestructible. Comenzó a tirar a 6 kilómetros de la meta. En la puerta del infierno. Un abismo aún.

El luso no lo piensa. Es valiente, decidido. Mira hacia arriba. Por detrás solo le sigue el danés, con cara de póquer. Solo pudo dar mus ante la mejor versión del ciclista de Caldas da Rainha. Brillante. Solo el dos veces ganador del Tour pudo seguirle, pero nadie le rebasó. En el coloso de Riosa no hay ocasión para el ataque sino capacidad de resistencia. Terreno para Almeida.

Se empeña el luso en repetir que las rampas tan duras no le vienen bien. Solo tiene ese defecto. Es igual de afilado que un lápiz. Igual de explosivo. Sus ataques pinchan pero no hacen sangre. Es más de puertos largos y constantes. De pocos cambios de ritmo. Eso lo tiene el Angliru. Constante en la tortura que mantiene La Vuelta muy abierta. Hay un duelo a dos. Vingegaard y Almeida. Almeida y Vingegaard. Cedieron Pidcock, que ya había adelantado que Pike Bidea no es lo mismo que el Angliru.

Se exprimió para no perder la tercera plaza, pero Hindley, que va a más, le acecha. Tampoco se descarta a Felix Gall. Austriaco, espigado, sufridor. Lleva desde la salida de Turín persiguiendo. Con la sensación de que algún día pagará el esfuerzo del Tour. Abre la boca como un pez para que le llegue aire a las piernas. Jorgenson, Bernal, Ciccone y Traeen demostraron estar en una velocidad menor.

Nadie más rápido que Almeida, que inscribe su nombre en el monolito de ganadores del Angliru con pinta de récord. Subieron casi tan rápido como Heras. 41 minutos y 56 segundos. Sin ataques. Solo ritmo. Martillo pilón. Como su equipo, el UAE. Son seis victorias en La Vuelta. Ahora ejerciendo ya una excelente labor de equipo para su líder. «Hemos estado todos convencidos de todo para Joao», reconoce Matxin.

Clavaron la jugada. Un hombre en la fuga, Ivo Oliveira. Acelerar un poco en La Mozqueta. Otro poco en el Cordal, más si hiciera falta para no perder la primera posición en el peligroso descenso. Ese trabajo le cayó a Juan Ayuso, que cedió antes. «Estoy disgustado conmigo mismo; podía haber hecho más para el equipo», dice el alicantino, protagonista cada día. «Lo ha hecho Novak extraordinario», felicita el director vizcaíno.

La subida final

Vine inició la subida final. Oliveira le dio un descanso y volvió el australiano. Ahí ya cedió Traenn y Bernal. Al ritmo de Felix Grossschartner, ya no pueden Jorgenson, Pellizzari, Ciccone y Abel Balderston. Barcelonés de padre británico. Campeón de España contrarreloj. Hechuras de ciclista World Tour al servicio del Caja Rural. En Viapará llega Jungels en cabeza, fugado, con el tupé ya torcido por la dureza. Se afloja las zapatillas cuando le superan Almeida, Vingegaard, Kuss, Hindley y Pidcock.

En ese orden. El británico es el antepenúltimo en ceder. Se le hace largo esas rampas tan largas. Se fue muy para atrás. Zigzaguó, temió perder hasta los calcetines, y empezó a recuperarse. El Angliru es algo mental. Antes de Les Cuñes Cabres, con sus 500 metros por encima del 20 %, Hindley y Kuss se abren.

Al verlo, Almeida baja el ritmo. Se pone de pie. Es para descansar. Empieza a notar a los trasgos. Duendes traviesos y que se enredan en las ruedas de los ciclistas, siempre según la leyenda. El mito del Angliru. Almeida es superior a la cosmogonía. «Tiene una fuerza brutal. No piensa en si la gente va cómoda o no». Sube sin gafas. Con la mirada fija en la nada. Concentrado. Hace sol pero no puede ver la cima. Las nubes bajan a ver el duelo que mantiene con Vingegaard. «La primera batalla de las grandes batallas», denomina Matxin.

Gana el portugués, que doblega al Angliru. Pero no se quiebra Vingegaard. Se le resiste la victoria allí. La dedicatoria a sus hijos. Pierde 4 segundos de ventaja por las bonificaciones. Pero no se quiebra. Sale vivo de la montaña del dolor, la que pensaba tener seducida desde su estreno en el 2020. Fue un final espectacular a la etapa más larga de La Vuelta. El pelotón voló desde la salida de Cabezón de la Sal. Soplado por las ganas de vencer la etapa que todos querrían. Y entró en Asturias.

Un paraíso natural los puertos son torturadores, pero las bajadas también se las traen. Tiberi pincha en la bajada de La Mozqueta y se cae en la del Cordal. Se suma así a Escartín, Olano, Igor Antón, Enric Mas... No era su día. Entre puertos, un perro salió a su paso con una silla a rastras. Susto.

La fuga de 24 ciclistas (Mads Pedersen (LTK), Jefferson Cepeda, Michel Hessmann (MOV), Tim van Dijke (RBH), Gianmarco Garofoli (SOQ), Bob Jungels (IGD), Edward Planckaert (ADC), Antonio Tiberi, Roman Ermakov (TBV), Nickolas Zukowsky, David González (Q36.5), Nico Vinokourov (XAT), Clement Braz Afonso, Rémi Cavagna (CGF), Thomas Silva, Joel Nicolau (CJR), Anders Foldager (JAY), Léandre Lozouet, Pierre Thierry (ARK), Huub Artz, Kamiel Bonneu (Intermarché), Jonas Gregaard (LOT), José Luis Faura (BBH) y Ethan Vernon (IPT) quedó reducida a tres en Riosa. Jungles, Cepeda y Vinokourov, el hijo. Apenas empezaron a subir y tuvieron que pararse al inicio del Angliru. No por la dureza de sus rampas. El motivo era la crudeza de Israel en Gaza y una nueva protesta por ello que interfiere en la carrera. Ya estaban sentenciados, los fugados, y en el parón lo estuvieron más. Tuvieron que dejar paso a la locomotora de Almeida. Va a pedaladas fuertes.

Respiración desacompasada en un puerto terrible. Un puerto que un ciclista profesional asturiano como Hugo de la Calle aún no había tenido el valor de subirlo. La cima Alberto Fernández, el Galleta, el ciclista de Aguilar que perdió la Vuelta a España de 1984 por sólo seis segundos ante el francés Eric Caritoux. Falleció meses después de vuelta a casa de recoger el premio de mejor ciclista español. Se ganó el cariño de la gente. La puerta acorazada que empieza a traspasar Almeida, con su candidatura a ganar La Vuelta.