La retirada de la nadadora australiana tras verse sacudida por dos tumores ováricos antes de los Juegos de París, deja el legado de su rivalidad con Ledecky y McIntosh
20 oct 2025 . Actualizado a las 18:05 h.En septiembre del 2023, la tetracampeona olímpica Ariarne Elizabeth Titmus (Launceston, 2000) reveló que se había sometido a una intervención quirúrgica para extirparle unos tumores en un ovario. Se los habían descubierto en una resonancia a la que se sometió por un dolor que arrastraba en la cadera. La biopsia posterior determinó que aquellas masas, de cuatro centímetros cada una, no tenían carácter cancerígeno. Aquella operación significó en la carrera de Ariarne un antes y un después. «Me afectó mucho mentalmente. Fue la primera vez que me planteé cosas fuera de la natación. Se encendió en mí un interruptor». En el vídeo con el que ha anunciado su retirada, Titmus reconoce que ese ha sido el punto de inflexión.
La australiana se recompuso del latigazo a su salud para lucir en La Défense Arena. Ratificó su título en los 400 libre, que había labrado en el Mundial de Fukuoka, con el oro olímpico. Fue en una final trepidante, en la que se impuso a la joven estrella canadiense Summer McIntosh y a la leyenda estadounidense Katie Ledecky. Titmus también ganó la plata en los 200 y los 800 libre y se subió al primer escalón del podio con el relevo del 4x200 libre. En la colección de 33 medallas que guarda, la australiana ha sumado ocho olímpicas.
«Quería ser una persona normal»
«Nunca pensé que los de París serían mis últimos Juegos», admite en su carta de despedida. Pero el año sabático que Titmus decidió tomarse después del estrés olímpico parisino ha acabado derivando en su retirada. «Me despertaba a las 5.30 de la mañana. Me tomaba un café, nadaba siete kilómetros y me metía al gimnasio. Comía, dormía un rato y volvía a la piscina otras cinco horas de entrenamiento. Así seis días por semana. Necesitaba escapar del deporte, después de haber estado sometida tantos años. Quería disfrutar mi vida, ser una persona normal», contó cuando viajó a España para los Premios Laureus.
Titmus renunció al Mundial de Singapur del pasado junio, en el que McIntosh se colocó la corona del 400 libre con un nuevo récord del mundo. Rebajó en 1,20 segundos la plusmarca que había dejado Titmus. «He amado la natación, ha sido mi pasión desde niña, pero tras este tiempo lejos del deporte, he visto que hay cosas en mi vida que siempre han sido importantes y ahora lo son un poco más que la natación».
Originaria de Launceston, la segunda urbe más grande de Tasmania, tras Hobart, su capital, Ariarne se mudó con su familia a Queensland hace ahora una década, cuando tenía 15 años, para impulsar su carrera como nadadora. En el 2018 reventó las expectativas en el Mundial de piscina corta de Hangzhou al llevarse el oro en las finales del 200 y el 400 libre, que acabaría siendo su especialidad. En ella, un año después, Titmus logró algo que nadie había conseguido antes. Destronar a Katie Ledecky en el Campeonato Mundial FINA. Eso la convirtió en la primera mujer en derrotar a la estadounidense en una carrera de distancia (400 metros o más) en un encuentro internacional importante.
Su consagración llegó en Tokio 2020. Titmus ganó dos oros, una plata y un bronce, que la catapultaron al primer orden de la piscina mundial. «Estoy muy orgullosa de lo que he logrado, pero más aún de la persona en la que me he convertido a través de este deporte. La natación me ha dado tanto: disciplina, amigos, recuerdos y un propósito», quiso destacar en su despedida.
Sus 25 años permitirían pensar que su adiós pudiera ser un hasta luego, pero Ariarne por ahora confiesa que no extraña la piscina ni la alta competición. «Es una decisión difícil, pero estoy realmente feliz de haberla tomado».