Hace un año, Feijoo llegó al Gobierno subido en el caballo de la austeridad: recortó consellerías, cambió el coche de Touriño, redujo gastos de protocolo. El colofón llegó hace unos días con la pronta aplicación, en aras de esa austeridad, del decreto que rebaja el sueldo a los funcionarios y altos cargos. Esta última medida ahorrará unos 60 millones de euros.
Sorprendentemente, la Xunta mantiene su intención de gastarse 40 millones de euros (un poco menos de lo que va a ahorrar con el recorte de salario de los empleados públicos) en la obra más cara que tiene en marcha Galicia, el Gaiás, y la única obra cuya finalidad se desconoce. El último capítulo llega de la mano de unas sillas en las que el dispendio se eleva a medio millón de euros, es decir, unos noventa millones de pesetas. Es una extraña forma de entender la austeridad.