El consistorio de Lalín lució majestuoso en su inauguración

o. p. LALÍN / LA VOZ

DEZA

Marcos Míguez

La iluminación y la música ofrecieron una imagen distinta del edificio

21 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Lalín tenía ayer una cita con su Historia; con mayúsculas. Porque inauguraba la mayor obra afrontada por el Concello, la puesta de largo de una casa consistorial que vino a sustituir a la que desempeñó esa función durante 162 años. Y el edificio se engalanó para la ocasión: la iluminación que reforzaba su estructura y la música que envolvía la ceremonia ofrecieron una imagen distinta, majestuosa, del edificio que concibieron Mansilla y Tuñón. También el alcalde, José Crespo, se vistió para la ocasión: lució pajarita, como lo hizo cuando presidió en febrero de 1999 el pleno que aprobó el PXOM, imprescindible para construir el consistorio.

Un edificio en cuyo vestíbulo no cabía un alfiler: Crespo recibió a una amplia nómina de autoridades, de Núñez Feijoo a Rueda, Pilar Rojo, Rafael Louzán, Samuel Juárez, Antonio Crespo, el presidente de la Fegamp, el exconselleiro Palmou, el primero en otorgar una subvención para el edificio, dijo Crespo; el arquitecto Emilio Tuñón o el pintor Antón Lamazares; para la bendición, el obispo de Lugo, Carrasco Rouco, junto al párroco de Lalín.

Crespo Iglesias abrió los parlamentos, destacando que la inauguración llega con el edificio funcionando a pleno rendimiento, en los que avanzó «como sinal identitario municipal, e espero que os lalinenses o fagan aínda máis seu». Definió al consistorio como «unha carta decisiva nunha partida de futuro».

Explicó que la ampliación de servicios en la trayectoria ascendente de Lalín desde los años 90, truncada por la crisis, obligó a pensar en una casa consistorial que pudiese albergar todas las dependencias desperdigadas por el casco urbano. No ocultó las vicisitudes y dificultades que supuso la construcción del castro tecnológico «feito cando non había crise, para as medras, que hoxe non sería posible, pero que está pagado», agradeciendo la colaboración económica de Xunta y Diputación para poder concluirlo. En esa línea, dijo a Feijoo que su llegada a la presidencia de la Xunta constituyó un balón de oxígeno, y desveló entre risas que en su primera visita a Rueda para buscar financiación para las obras trató de vender a la Xunta alguna de las parcelas municipales de Lalín, aunque sin éxito.

Aludió Crespo a las recias críticas que soportaron su gobierno y él mismo por realizar el proyecto, pero dejó clara su apuesta: «Non me arrepinto de telo feito, en absoluto, debemos estar orgullosos desta Casa do Concello, pero non dende o triunfalismo, senón dende o convencemento». Tuvo un recuerdo para comendadores fallecidos, y una larga lista de agradecimientos a quienes hicieron posible esta casa de todos.