Recuerdo su porte elegante, enfundado en su capa, un canoso caballero de las artes de corazón inquieto. Dicharachero culto, paisano del mundo. Paco Lareo, multifacético creador, libre pensandor, fogoso defensor de la cultura, apegada a lo terrenal. Cuándo un libro para contar sus mil peripecias personales y creadoras, un patrimonio preservado en A Solaina. Su casa globalizada, un hogar de artista y para artistas.
A nadie sorprende su última voluntad, de servicio, como hace ahora casi dos décadas cuando se creaba la Fundación A Solaina, engrandecida hoy con su nombre. Desapego por lo propio en beneficio de todos. Solo queda desear larga vida a su criatura, mimada desde sus primeros balbuceos, ahora museo ingente de creatividad.
Cuando uno oye hablar de testamentos recuerda a quienes nos dejaron. Y rememora, de artistas hablamos, a otros que como Paco Lareo nos dejaron. En junio hará tres años de la muerte de otro genio dezano del pincel: Alfonso Sucasas. Mucho se habló de promover alguna fórmula para preservar su legado. Sigue en el limbo pese a las fastuosas palabras de los políticos, mera verborrea del momento.
PD. A modo de epitafio destacar otro intento, ahora por la Real Academia de Belas Artes, para crear el Día das Artes Galegas. Por el camino se quedó el intento de escoger la fecha del nacimiento de Laxeiro.