Lucía González, estradense residente en La Palma: «Es consciente de que pode pasar, pero xamais pensas en algo así»

David Cofán Mazás
David Cofán A ESTRADA / LA VOZ

DEZA

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Aunque se encuentran en una zona segura, las cenizas dificultan su día a día

28 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Vivímolo coa maior tranquilidade posible, pero temos moita incerteza. Ao final dependemos dun volcán», señala Lucía González, una estradense que junto a su marido (también de A Estrada) y sus tres hijos viven en primera persona lo que está sucediendo en La Palma, donde llevan instalados 16 años. Ellos se encuentran en la vertiente contraria del volcán en erupción. Afortunadamente no han tenido que abandonar su hogar, pero comparten la angustia de sus vecinos isleños con una intensidad similar.

Aunque las coladas de lava no les afecten, las cenizas del Cumbre Vieja están dificultando su día a día. «Chegaron un montón de cinzas. Aos meus fillos suspendéronlle as clases e tamén as actividades extra escolares», asegura. Para protegerse de ellas utilizan gafas y mascarillas FFP2 siguiendo las recomendaciones de las autoridades, ya que pueden generar problemas respiratorios y en la visión. «Non podemos saír nin ao xardín, temos que ter as ventás pechadas», señala con resignación.

No obstante, Lucía es consciente de su suerte al no encontrase su hogar en las inmediaciones de la lava, como sí le ha pasado a algún conocido suyo, que no sabe si el magma ha engullido su casa. «Sentimos unha gran tristura e desolación, hai moita xente que o perdeu todo, mesmo nalgúns casos houbo quen saíu co posto. Grazas a Deus non houbo danos persoais», indica.

Para intentar llevar esta situación de la mejor manera posible, Lucía y su familia atienden constantemente a la información de los expertos. «No resto da illa a vida continua máis alá do tema da cinza. Anímicamente estamos esgotados, pero relativamente tranquilos pese a incerteza porque estamos seguindo o que din os expertos. Están dicindo que son procesos normais, polo que o único que podemos facer e ser pacientes e seguir as recomendacións», sostiene. Esa información también les ayuda a hacer que sus tres hijos lo lleven de la mejor forma posible. «Eles está tranquilos porque explicámoslles o que está pasando. Víveno con certa normalidade porque non son tan conscientes do que está a pasar coma nós», explica.

Cuando decidieron aterrizar en la isla de La Palma por motivos laborales el volcán no entraba en sus preocupaciones. «Sabíamos que houbo actividade. Es consciente de que pode pasar, pero que será en douscentos anos, xamais pensas en algo así», reflexiona.

A tantos kilómetros de distancia la intranquilidad de sus familiares es muy grande, incluso a sabiendas de que están en una zona segura. «Como é normal están moi preocupados. Chaman todos os días e están moi pendentes dos medios de comunicacións. É un sinvivir para eles», asegura.

A Lucía y a su familia, como al resto de palmeros, solo les queda esperar a ver cómo evoluciona el volcán. Pese a registrarse un parón en su actividad ayer por la mañana, no tardó demasiado en volver a escupir lava y cenizas. «Os expertos valoran varios escenarios para o futuro, pero eu agardo que isto poida rematar cedo», concluye.