Diez años sin Alfonso Sucasas, genio que emocionaba con su figuración

Javier Benito
JAvier benito LALÍN / LA VOZ

DEZA

MARCOS MÍGUEZ

El pintor de Lalín sigue sin ser profeta en su tierra, con promesa incumplidas

26 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Su querido taller de Ferreirós, que diseñó a su gusto forrado de madera, quedaba hoy hace una década vacío. En sus paredes permanecían los óleos y los apuntes, en el caballete alguna obra inacabada y en el suelo el papel de periódico para tener todo pulcro y ordenado. Alfonso Sucasas (Goiás-Lalín, 1940-Ferreirós, Vila de Cruces 2012) fallecía a los 72 años. Pronto, como siempre ocurre con los genios. Pero con un ingente legado que le sitúa en el parnaso del arte gallego del siglo XX y principios del XXI. Un hombre comprometido las 24 horas del día con el arte, que buscó siempre su camino sin caer en la tentación de las modas, que encontró en la figuración la forma de expresar sus sentimientos. Siempre al margen de los encasillamientos y preocupado más por el mensaje que por las corrientes mercantilistas.

«A súa traxectoria non necesita xustificacións, o seu legado é a súa maior alegación», aseguraba la crítica y comisaria de arte, Mercedes Rozas, tras su fallecimiento. Compañeros de lápices y pinceles como Antón Pulido recordaban que «era un individualista que fixo o seu mundo, os seus cadros estaban cheos de ritmo»; y Luis Nistal afirmaba que «foi un home moi prolífero, que si houbera nacido en Cataluña ou en París sería universal». Pero lo hizo en Goiás, en una familia de taberneros que no querían ni oírle hablar de su pintura, aunque terminaría acallándoles con su maestría.

Quizás incomprendido, apuntaba Mercedes Rozas, pero también demasiado olvidado en su tierra natal. Sirva como ejemplo la ausencia de un mínimo acto de recuerdo institucional en el décimo aniversario de su muerte, una de esas fechas que siempre se escogen para revisitar la figura de quien atesora méritos para ello. Y Alfonso Sucasas cumple con creces ese condicionante. La sombra de otro lalinense universal, otra de las figuras estelares de la plástica gallega, parece alargarse en exceso y más en este 2022 convertido en Ano Laxeiro. Volcados en el de A Romea, el de Goiás quedó en el limbo.

Lo mismo ocurre con buenas intenciones de los políticos que quedaron en nada. Parece quedar en la noche de los tiempos aquel anuncio tras su muerte de que una calle o plaza llevaría en Lalín el nombre de Sucasas. Tocará aguardar, mientras en otras ciudades como Santiago ya le tributaron ese homenaje en vida. Tampoco fraguó la posibilidad apuntaba en el 2013 por el entonces y ahora alcalde, José Crespo, de articular alguna iniciativa para preservar su relevante legado.