«Lalín virá sempre comigo»

Javier Benito
Javier Benito LALÍN / LA VOZ

DEZA

Adrián Freiría

Manuel Villanueva fue distinguido como Fillo Adoptivo en un acto solemne donde Piqueras ensalzó su bonhomía y Crespo su generosidad

15 mar 2025 . Actualizado a las 17:59 h.

Lalín presume desde ayer de forma oficial de un nuevo vecino. Uno muy especial, porque no todos pueden presumir de ser Fillo Adoptivo. Manuel Villanueva de Castro (Marín, 1957) sí puede hacerlo, demostrando el cariño que profesa a estas tierras en su discurso o en su dedicatoria en el Libro de Honra del Concello, que remataba con un «Lalín virá sempre comigo».

El acto solemne de su nombramiento congregó a numerosas personas en el vestíbulo del consistorio. La Marcha do Antigo Reino de Galicia interpretaba por A Carballeira antes de que el secretario general del Concello, César López Arribas, desgranase el acuerdo plenario adoptado por unanimidad por la corporación el pasado diciembre y los méritos que la comisión constituida al efecto atesoró para respaldar la distinción de Fillo Adoptivo a Cachi Villanueva, como le conocen sus amigos.

El Cocido de trasfondo

La lista resultaría tan prolija, con la Feira do Cocido —de la que es comendador— como principal telón de fondo y el respaldo desde Mediaset a la fiesta gastronómico por su durante años directivo, dejaría sin espacio el resto de un acto donde el popular periodista y presentador de televisión, Pedro Piqueras, se encargó de la laudatio al homenajeado. Comenzó y cerró con saludos en gallego para trazar entre medias el perfil de «un amigo», remedando la rima de su Marín natal con su Lalín adoptivo, antes de recordar a un amigo común, el director de cine, José Luis Cuerda, que siempre decía «ser más gallego que los propios gallegos, que les venía de cuna».

Piqueras recordó las muchas veces que le tocó hablar del cocido en los programas de Mediaset y su estancia en Lalín en el 2012 par pregonar la fiesta, «donde los pasé y comí estupendamente». Trazó la trayectoria profesional de Villanueva para incidir en las cenas de Navidad, «donde siempre elegía un restaurante gallego» y en su discurso no faltaban referencias literarias gallegas. Y reflexionó sobre la actual pérdida del nexo de los humanos con el humanismo, «cuando más falta hace, cuando nos alejamos de la filosofía, la reflexión y la poética».

«Estamos ante un gallego que siempre v de gallego», remarcó, para tildarlo de caballero andante como Don Quijote y aseverar que «habéis acertado de pleno al nombrarle hijo adoptivo».

Tras un gran abrazo de ambos amigos, se proyectó un vídeo con imágenes de la presencia en Lalín de Villanueva y el regidor, José Crespo, le imponía la insignia con el escudo en oro del Concello de Lalín, mientras el conselleiro de Educación, Román Rodríguez, y la teniente de alcalde, Paz Pérez, le entregaban el diploma acreditativo de su distinción. Firmaba en el libro de honor y agradecía en su discurso que todos los grupos políticos hubiesen apoyado ese honor.

«Volver a Lalín é volver a casa, encontrar vellos afectos, hospitalidade, cariño,...», apuntó para explicar que recaló por primera vez a finales de los años 80 de la mano del diseñador Florentino Cacheda, que le abrió su casa y con quien mantiene una gran amistad. Se enamoró de estas tierras, dijo, para citar a continuación figuras ilustres de ese «Lalín compendio de sabiduría», desde Loriga a Aller, del Matemático de Bermés a Roberto Novoa Santos o Laxeiro. Tampoco faltaron las referencias al plato rey, con palabras por ejemplo de Freixanes y su «pórtico de la gloria de la gastronomía», en el país de los cocidos y felicitó por conseguir llevar la fiesta a ser reconocida de interés turístico internacional, para cerrar con un nuevo agradecimiento y un poema de Antonio Machado.

José Crespo, por su parte, se congratuló también de que el acuerdo de nombrarlo Fillo Adoptivo fuese unánime, para ensalzar su bonhomía y su trabajo por Lalín, no solo apoyando el Cocido sino también en lo personal, que le posibilitó «un aprendizaxe maxistral en moitos temas». Le calificó de persona excelente y buen amigo, ahora un lalinense más con lugar de preferencia en los actos y que siempre tendrá una taza de caldo, como Ramón de Valenzuela demandaba en el papel para ese ilustre soñador que fue O Naranxo.