Hace tres décadas en Deza se produjo una fulguración simultánea de dos personas
11 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Las consecuencias del rayo originan la muerte o secuelas en gran número de personas, y el peligro de muerte es más frecuente en el ámbito rural que en las grandes poblaciones. Siendo el carácter de la comarca de Deza en gran medida agrícola y ganadera, queremos llamar la atención sobre algunas precauciones que se deben de tomar en el caso de fuertes tormentas, para evitar las funestas consecuencias del rayo. Su conocimiento y difusión puede salvar vidas. Por lo general las tormentas se producen en los cambios de estación. Según las estadísticas los meses de junio, julio y octubre son en los que el rayo produce más víctimas.
Ya en siglo XIX Pedro Mata, catedrático de Medicina y Cirugía Legal en la Universidad Central de Madrid, recoge los efectos de la fulguración, o muerte por el rayo. Según sus estudios, en ciertas ocasiones el cadáver conserva la misma postura en que le sorprendió el rayo; sentado; de pie; encorvado, etcétera. En estos casos, tiene lugar una contracción tetánica de los músculos que persiste después de la muerte.
En otras circunstancias el rayo produce la traslación del cuerpo, que puede superar los 20 metros de distancia. A veces —aunque es poco habitual— la traslación es parcial, solo lanza lejos algún miembro que, por lo regular suele ser brazos; piernas; lengua; orejas u órganos genitales. Curiosamente en el caso de la desaparición de la lengua nunca se puede localizar.
Figuras estampadas
La acción del rayo también puede ocasionar la formación de imágenes fotoeléctricas, que reproducen ciertos dibujos sobre el cuerpo, dejando señales estampadas en la piel en forma de ramificaciones arboriformes. Sobre este particular cabe citar el caso que presenciamos de un fulgurado, que mostraba en el pecho la fiel reproducción de las ramas de un abeto próximo. Otras personas fulminadas presentan impresiones de flores, letras o números, cuyas imágenes fueron captadas del entorno próximo, como si de una placa fotográfica se tratara.
El rayo puede producir en la persona fenómenos muy variados e inexplicables, denominados de antiguo «caprichos del rayo». Entre un largo listado —escribe Mata— figura la fusión del dinero que lleva la persona en el bolsillo, sin causar daño a la piel. En este sentido, el padre Feijoo en su obra, Cartas eruditas y curiosas, editada en 1745, recoge: «Assi se dice que se ha visto deshacer una espada, quedando entera su vayna».
Otro fenómeno es la imanación del hierro y acero. Sobre este particular mencionaremos un caso que aconteció en un taller de zapatería, donde todas las herramientas se imantaron, de suerte que el pobre hombre no daba abasto a separar unas de otras.
En situaciones muy concretas desnuda a los sujetos, lanzando las prendas de vestir a considerable distancia. Este caso le ocurrió a un cura —escribe Mata— que, mientras oficiaba la misa quedó completamente desnudo.
La peligrosidad del rayo queda plasmada en la espectacular fotografía que mostramos, realizada en Moncejón (Toledo), por Ramón Zabalza (Barcelona, 1938) que fue recogida en el libro 150 años de fotografía en España de P. López Mondejar. En la faceta documentalista de Zabalza destaca dar prioridad a lo real, con fotografía pura y alejada de cualquier tipo de manipulación.
Un terrible caso dezano
Traemos a estas páginas un caso de fulguración con supervivencia, que tuvo lugar en la comarca de Deza en 1995. De este grave accidente decidimos realizar un trabajo de investigación, previo consentimiento de la parte afectada. Por secreto profesional no citamos los datos personales, lesiones producidas, ni datos geográficos concretos. El estudio —que permanece inédito— consistió en recabar la mayor información posible sobre los pormenores que tuvieron lugar, antes, durante y después del accidente. Para lo cual se les hizo entrega a los afectados de un cuestionario (19 páginas), que nos fue devuelto contestando todas las preguntas formuladas. En esta recopilación de datos figuran aportaciones sumamente interesantes desde el punto de vista científico.
El estudio fue ilustrado con un amplio reportaje gráfico realizado por María Alejos, donde queda recogido con claridad meridiana, los grandes destrozos causados por la descarga eléctrica en todas las prendas y calzados de las víctimas, así como de los objetos metálicos que portaban, incluido el paraguas. Por limitaciones de espacio, hemos decidido mostrar solo unas fotografías, para que al menos quede constancia gráfica.
Antes de pasar a la descripción de las fotos, debemos puntualizar que la cabeza y el calzado son los puntos de entrada y de salida de la centella. Si los zapatos están húmedos o mojados, favorecen más la salida de la descarga.
Zapatilla y pantalón
La descarga a tierra del rayo produjo una violenta explosión y un síncope a víctima, causándole en una de las zapatillas desgarros por el lateral y la parte inferior del talón. En esta zona abrió un amplio boquete con pérdida de material. Pese a los daños causados, la piel no sufrió daño. En el pantalón vaquero se produjeron numerosas resquebrajaduras, alcanzando la totalidad de las piernas, resultando igualmente la piel ilesa.
La liberación de cargas eléctricas de nube a tierra puede ser especialmente peligrosa en terreno elevado, o cuando la persona es el objeto más prominente.
Durante la tormenta no permanecer en las cimas de las colinas, salientes rocosos o peñascos aislados. Alejarse de estos puntos y nunca salir corriendo. Buscar terreno bajo, y si las descargas eléctricas son cercanas y percibimos peligro, tumbarse boca abajo y aguantar la lluvia todo en tiempo que dure la intensidad de la tormenta. Si se permanece de pie se corre el mismo peligro que los árboles solitarios en un paraje yermo (Hans - Joachim Tanck). En ningún caso utilizar paraguas, porque puede actuar de pararrayos.
Evitar la búsqueda de cobijo bajo los árboles
Lo que nunca se debe hacer es cobijarse bajo los árboles. Los que tienen el tronco rugoso y corteza gruesa conservan más humedad y son mejores conductores, siendo más fácil que les afecte el rayo. Tampoco transitar por los bosques; no situarse cerca de cables o postes conductores de electricidad, ni portar objetos metálicos (en algunos casos pueden echar chispas por la punta, que indica una peligrosa carga eléctrica en la atmósfera y que estamos verdaderamente en peligro). En este caso, dejarlos en el suelo y apartarse como mínimo 50 metros. Alejarse lo más posible de cursos de agua y de lugares donde haya mucha humedad, al igual que de estructuras metálicas, y más si son voluminosas. La cercanía de vallas de alambre es asimismo peligrosa.
Evitar aglomeraciones
En campo libre, es necesario alejarse de las aglomeraciones de ganado, ya que los animales en rebaño atraen con preferencia a los rayos, especialmente los astados. Cuando una tormenta sorprende a un numeroso grupo de personas en el campo, deben desperdigarse lo más posible. Las aglomeraciones en general atraen la caída del rayo, y en caso de alcanzar a una persona, serán afectadas todas.
A veces se puede sentir que la descarga de un rayo es eminente a través de un cosquilleo en la piel y la sensación que los pelos se ponen de punta (piel de gallina). En estos casos si se está de pie, arrojarse inmediatamente al suelo (John Wiseman. Manual de supervivencia).
El sitio más seguro para protegernos contra el rayo es en el interior de un coche. Los elementos metálicos huecos (las llamadas jaulas de Faraday) conducen la gran descarga eléctrica producida sobre la superficie y no logra penetrar en el interior (H.Tanch).