Cóctel de música y electrónica en Lalín

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

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Rocío Ramos

Manuel Taboada aunó sus dos pasiones en Pentagrama, un negocio que supera ya las tres décadas de vida

11 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuel Taboada Varela (Lalín, 1961) abrió Pentagrama «un venres das Festas das Dores», en septiembre del 1991. Reconoce que en sus planes nunca había estado el de tener una tienda pero las circunstancias y, esas cosas de la vida, le llevaron a decantarse por emprender y buscó un negocio algo menos convencional «porque non era unha tenda tradicional a que me atraía». La suya aúna sus dos pasiones: la música y la electrónica. Manuel cursó estudios de música en el Conservatorio durante muchos años y la unión de sus dos aficiones le llevaron «a unha aventura longa que xa dura 34 anos».

En aquellos años, en los albores de la década de los 90, el establecimiento cubría las necesidades de los vecinos en esos dos campos y era la única en ambos sectores. De música no había nada, explica, y de informática «había unha tenda a que viña un señor de Santiago de cando en vez. Pero eu daquela xa tiña ordenador e xa controlaba». Era una época en la que la informática estaba en pañales. Comenta que «a idea da tenda era a música e logo a electrónica era para apoiar e diversificar un pouco».

Lalín es tierra de músicos y la música está en el ADN de los dezanos donde son muchas las bandas y las agrupaciones tradicionales en activo. Pese a todo, en aquellos primeros tiempos, Manuel explica que «a Banda de Lalín empezaba a refacerse» y otras del municipio o pasaban por horas bajas o incluso estaban medio desaparecidas. Los músicos, eran sobre todo, adultos aficionados y «a música tardou, pero os afeccionados e os profesionais responderon ben». Con el paso del tiempo, las bandas fueron reviviendo, creciendo, creando escuelas de música y hoy, entre el trabajo desarrollado al amparo de estas formaciones y el Conservatorio Profesional de Música de Lalín, el municipio cuenta con reputados intérpretes en grandes orquestas y exporta gran cantidad de talento.

Ubicada en la antigua rúa S, ahora Otero Pedrayo número 3, Manuel Taboada recuerda que cuando abrió delante de su negocio «isto estaba de terra» y el acceso no era fácil. Con el establecimiento buscó dar servicio «a necesidades que foron empezando e logo foron crecendo e a resposta me mantivo en pé». Después durante un tiempo «puxen tamén telefonía, porque non había nada. A idea foi un pouco para atraer xente e clientes aquí porque isto estaba cortado, pero ao final o que viña por unha cousa non viña pola outra», comenta. En aquellos albores «regalábanse os móbiles» y el negocio tuvo mucho movimiento, afirma.

En informática cuenta, «daquela a xente non tiña nin idea, mercaba un ordenador que era caro pero non sabía nada». Tuvo clientes que acudían a él en busca de formación y de las nociones básicas necesarias para manejarse con el ordenador y con los programas. «O teléfono funcionaba seguido. Lle vendías un ordenador, metíanse en líos porque había que saber máis comandos» y los programas nada tenían que ver con los actuales. Hoy, en cambio, «xa podes mercar un ordenador nun supermercado e o que se demanda son servizos especializados, en temas de web, de integración de sistemas de comercio electrónico,...», indica.

En el campo de la música, más de tres décadas de trabajo dan para muchas vivencias y anécdotas. En una de las primeras Galas do Cocido, cuenta, «prestéille unha guitarra a un irmán de Manolo Escobar para unha actuación». Además de surtir de todo tipo de instrumentos a músicos y aficionados de la zona, Manuel también se encargaba de las reparaciones. Recuerda que «mandei unha frauta de Luís Areán a arranxar a Xapón. Unha compañeira desmaiarase e caera encima dela. A frauta custaba daquela máis de medio millón das antigas pesetas, e quedoulle moi ben».

En las ventas, el instrumento que más salida tenía, indica, eran las guitarras. Cuando abrió la tienda «só había algo de clases de música extraescolares no colexio Sagrado Corazón. Eu estudei ata quinto de guitarra e durante un tempo din clases a adolescentes que querían aprender o básico». En todos estos años, en Lalín hubo bastantes grupos musicales, algunos de ellos de rock.

Manuel, que empezó sus estudios de guitarra a los 12 o 13 años, también toca el piano. Con 16 «tiven grupos, só había que xuntarse» llegando a formar parte de Nacional 525, donde tocaba la guitarra y cantaba. Reconoce que se ligaba mucho: «tiñamos 18 ou 19 anos. Íamos a comer ás casas e foi unha época bonita. Coincides con xente. Había bo rollo. Chegamos a tocar cos Tamara e tocabamos desde pasodobres a O muro de Pink Floyd ou temas de Fuxan os Ventos. Sentíaste libre para tocar o que querías. Facíamos unha lista de temas que íamos a tocar e llo entregabamos á comisión de festas para pagar os royalties».

Del ukelele al teclado

La evolución en el campo de la música fue también muy grande en la zona. El resurgir de las bandas, el crecimiento del Conservatorio que empezaba en aquellos anos, y la implantación de las clases de música en los centros educativos fueron parte del cambio. A los colegios e institutos, cuenta Manuel Taboada, también llegó la moda del ukelele, que pasó de instrumento exótico a tener una gran demanda por la facilidad para tocarlo y que, apunta, «cheguei a vender para as clases de música en Vila de Cruces». A raíz de la pandemia en muchos centros educativos «cambiouse a frauta polo teclado para evitar contaxios». Fue algo que se mantuvo después, comenta.

En la tienda se puede encontrar todo tipo de material y un amplio abanico de instrumentos. Manuel defiende la necesidad de estar al día en las novedades en un sector tan amplio como el de la música y que requiere conocimientos acudiendo a ferias como la Music Messe en Frankfurt, y a la que acuden mayoristas de todo el mundo.

Desde Pentagrama, Manuel vendió instrumentos que se fueron a países como Angola, París, México, Argentina, Venezuela, Perú o Paraguay, en algún caso a gente con algún tipo de relación con la zona. Para México, por ejemplo, se fue una gaita y a París y Angola, equipamientos de música y equipos de sonido completos para una misión en África. En cuanto a instrumentos tradicionales como las panderetas, muchas se venden, dice, como regalo, en algunos casos para mayores que tocaron.