Lalín celebra la tradición porcina

David Cofán Mazás
David Cofán LALÍN / LA VOZ

LALÍN

Un cerdo lalaíno de 190 kilos fue protagonista de los festejos en Catasós

17 feb 2025 . Actualizado a las 11:43 h.

Centenares de personas participaron este domingo en una de las citas de mayor valor etnográfico que se celebran en la comarca dezana. La Matanza Tradicional do Porco de Lalín cumplió 25 años en la parroquia de Catasós, concretamente en la Casa de Amorín, un pazo del siglo XVIII que sirvió de escenario de lujo para una recreación que recoge la tradición popular del aprovechamiento del cerdo en vísperas del día grande de la capital dezana: la Feira do Cocido.

Bajo un cielo encapotado y con la lluvia como incómoda invitada comenzaron los actos de la Matanza Tradicional. El grupo de gaitas Os Dezas de Moneixas fue el encargado de poner la guinda musical y animar al baile a las decenas de personas que, vestidas para la ocasión con atuendos tradicionales, echaron unos bailes antes de comenzar la recreación. En primer lugar prepararon el escenario, todo ello explicado paso a paso por el periodista Gúmer Portas y el cronista oficial de Lalín, Daniel González Alén, quienes se encargaron de narrar el proceso aportando datos y anécdotas a los visitantes sobre esta tradición ancestral.

Por primera vez en la historia de la Matanza una mujer ejerció de matachina, Luisa Batán, quien acumula una larga experiencia en estas lides. El protagonista fue un cerdo lalaíno hijo de madre celta y padre duroc. Un ejemplar muy similar al empleado en las casas gallegas, criado con esmero en el exterior y alimentado con bellotas y castañas. Condiciones óptimas para la salazón de la carne y la elaboración de chorizos.

Chamusque y bendición

Como mandan los cánones, varios hombres transportaron en carro al animal hasta el enlosado de la casa en el que se llevaron a cabo los trabajos de ahumado y chamusque. Después, el gorrino fue conducido hasta el curro —el patio central de las casas de labranza—, donde se realizó el colgado y su tallaje. El pedáneo de Catasós, Antonio Fernández, pesó al animal empleando una balanza de época que marcó nada más y nada menos que 190 kilos.

Posteriormente un sacerdote de pega bendijo al cerdo, dando pie al inicio del troceo. A partir de ese momento prepararon la zorza, picaron la carne, hicieron chorizos... Todo el proceso terminó pasada la una del mediodía, aprovechando así todo su potencial.

Al término de la recreación el público se desplazó a una carpa en la que se degustaron productos típicos de la matanza con pan, agua, vino y una extensa sobremesa en la que no podían faltar las filloas, las orellas y cañas que prepararon los vecinos de la parroquia.

El dúo Dilema facilitó la digestión con unos bailes para poner el colofón a una jornada de celebración. «Se non fóra pola matanza non habería cocido», señalaba José Crespo al comienzo de una ceremonia a la que acudieron diversas autoridades como el conselleiro de Educación Román Rodríguez Y la diputada provincia Belén Cachafeiro.

Degustación y representación de oficios tradicionales

Más allá de la recreación de la matanza tradicional, la jornada contó con otros atractivos para los visitantes. Lógicamente no podía fallar la gastronomía, con un espacio dedicado a la degustación de productos típicos del cerdo como chorizos, panceta o costilla. También hubo representación de los diferentes oficios tradicionales como calceta, cosido, ganchillo, tapicería, palillería o el debullado del maíz. Asimismo, se coció pan en un horno tradicional que dieron a probar entre los presentes.

Todo ello en un espacio conservado al detalle como la Casa de Amorín, cuya última reforma tuvo lugar en 1850. Una casona centenaria dispuesta al estilo de las casas labregas de Galicia con alpendre, curro, lareira, un hórreo de tres claros repleto de mazorcas o un gran patio empedrado.