Tras la exposición de Juan Uslé en el Reina Sofía está el curador lalinense
07 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Entre las citas más relevantes de final de año en el mundo del arte en nuestro país sin duda figura la exposición del pintor cántabro Juan Uslé en el museo Reina Sofía de Madrid. Detrás de la antológica Ese barco en la montaña encontramos el trabajo del comisario Ángel Calvo Ulloa (Lalín, 1984). Suma así otro gran nombre a su trayectoria como curador, donde están Teresa Lanceta o Rodríguez-Méndez, entre otros. Un prestigio ganado a través de la constancia, el fruto «de mucho trabajo, aunque también pueda haber suerte, pero creo que tiene que ver con una forma de hacer que puede interesar a algunas instituciones y artistas», remarca Ángel Calvo.
Con cierto reposo ya tras los días de vorágine previos y posteriores, con la crítica y los medios ensalzando la exposición de Uslé, Calvo Ulloa apunta que quiso tirar del hilo —al abordar el proyecto— de la pintura en torno al naufragio de un barco en su Cantabria natal cuando el artista era niño y armar un relato con para hablar de sus cuatro décadas creativas. «Aunque pueda parecer muy distinta su pintura actual, se comunica muy bien con ese origen», resalta.
En Madrid desde el 2022, en su segunda etapa vital en la capital, Calvo Ulloa reconoce que el ambiente familiar en casa, con su madre pintando o de actriz aficionada, la entrada de libros o tener un hermano artista marcaron su vinculación con este campo de la cultura. Detrás de esa labor de comisariado no olvida los comienzos organizando conciertos con amigos o publicaban fanzines: «Después estudias Historia del Arte y comienzas, pero hay ese poso detrás».
Reconoce que trabajar con los grandes obliga a «lidiar con los egos, hay inseguridades pero llegas a acuerdos», aunque remarca la generosidad con que siempre le tratan los artistas. Respecto a la exposición de Uslé, recuerda que «el primer contacto llegó en la Navidad del 2023, aunque me había comentado antes Manuel Segade esta posibilidad, pero la invitación formal llegó después, cuando yo estaba en Lalín, y cuando me llamó Juan Uslé».
«Tras comentarme esa posibilidad lo estuve valorando, ya que además su hija es artista, Vicky Uslé, más de mi generación, y sé que Juan lo consultó con ella y seguro que también le había echado un ojo a mi trayectoria antes de ponerse en contacto conmigo», comenta el curador lalinense. «He de decir que no fue complicado trabajar con Juan, aunque al principio nos medimos bastante el uno al otro, pero surgió la posibilidad de ir a Nueva York en mayo del 2024 y en ese verano en julio cuando ellos regresaron a Cantabria me fui unos días allá para trabajar con él», remarca, para incidir en que «hubo química y fue además muy generoso tras hacer yo un planteamiento sobre el que empezamos a trabajar en esa dirección; al principio no sabía muy bien si le estaba pareciendo bien o no, pero si no lo hubiera dicho porque para él una exposición en el Reina Sofía es muy importante».
Evolución desde 1986
¿Cómo explicar esa antología de un artista consagrado como Uslé?: «La exposición va evolucionando desde 1986 hasta la actualidad, con un poco más de la mitad cubriendo su etapa hasta el 2000 y a partir de ahí tenemos una sala más pequeña donde está la obra
La novia de Belchite
, que es del 2008, donde está todavía concentrado lo que sería el diálogo que existe en la primera década de los 2000 con la serie que también es muy central,
Soñé que revelabas
, y después aparecen las fotos, del 2008 al 2018, para cerrar la exposición con sus últimos cinco o seis años creativos». «Mientras, los últimos diez años —dice Calvo Ulloa— consolidan un poco esa serie,
Soñé que revelabas
, que viene de antes en otras salas previas, con seis obras en la final que consolida un poco esa manera de hacer de Juan Uslé casi como dirección única».
En varias salas, dice, «hay obras de esa serie en diálogo con otras piezas distintas y hay como una renovación del discurso, ya que Uslé opta, como en la exposición antológico del 2003 en el Reina Sofía cuando metió justo en la entrada del Palacio de Velázquez una batería de obras de
Soñé que revelabas
de diferentes años, pero ahora lo que buscamos fue ponerlas en contexto, ubicarlas cronológicamente, para que el espectador entienda también que no lleva toda la vida pintando ese cuadro sino que en realidad ese cuadro empieza siendo un cuadro raro a finales de los 90, con los dos primeros que conviven en exposiciones con el resto de piezas, y a partir de ahí empieza a convertirlo en forma de hacer muy usual en sus creaciones».
«Estamos ante una exposición cronológica pero de vez en cuando hay como alguna filtración, a modo de enlaces en alguna sala; por ejemplo en una con tres obras de esa serie, muy oscuras, y aparecen tres pequeñas fotos actuales», expone el curador de Lalín. «Por un lado él habla cuando en 1987 recala en Nueva York y ante una pregunta de qué hizo al llegar, diciendo que repetir un cuadro, pero después se da cuenta de que nunca lo repite, siempre es muy distinto, ya que no es posible», dice, para añadir que «también hay otra serie, Celibataires, donde buscaba justo lo contrario, ver cuántas obras diferentes puede haber, pero en Soñé que revelabas al pintar el segundo de pronto piensa que ese cuadro ya lo había pintado; se va a ver el de dos años antes y constata que no se parecen en nada y en el tercero intenta imitar a conciencia el segundo, pero se da cuenta de que incluso queriendo hacerlo no le sale igual».
La fotografía tiene también protagonismo, que ya mostró Uslé desde mediados de los 90: «La instalación que podemos ver en esta exposición ya se vio en la galería Visor en Valencia en el 2018 y luego en el 2022 la hace en Madrid, además en Alemania y donde se vendió a un coleccionista que fue quien nos la prestó ahora». «La foto está muy supeditada a lo que es su pintura, no son dos creadores distintos, sino que es un pintor que mira al mundo desde su pintura y al mismo tiempo hay mucho de cotidiano en sus fotos», explica con didactismo Ángel Calvo. Un curador que sin duda vive un momento dulce en su carrera y con proyectos de interés en cartera.
De los «Diálogos improbables» a la reivindicación de la figura de Wily
Lejos quedan proyectos en su Lalín natal, como Diálogos improbables o Un disparo de advertencia. Pero aún los mantiene vivos, como ocurría justo después de la inauguración de la exposición de Uslé, en una charla en un centro social sobre gestión. «Cuando doy alguna charla o voy a alguna facultad habló de esos proyectos porque son más cercanos para alguien que está estudiando, para que sepan cómo se organizó así sin nada, sin apoyo económico institucional ni de medios», afirma, aunque no se ve muy lejos de esos tiempos.
Sin ninguna propuesta en su Galicia a corto plazo, «donde gobierna quien gobierna, de forma caciquil y sin visos de cambiar para el arte», sí sigue defendiendo con fuerza la relevancia de Wily. Un artista que lleva años reivindicando a través de múltiples iniciativas, «con el incentivo de que a la gente le interesa y la certeza de que en algún momento se pondrá en valor». Para el 2026 se espera sacar adelante un trabajo con la base de sus cintas de música de Wily.
Curadoría de una antológica de Jordi Teixidor que abrirá en febrero del 2026
La capacidad de trabajo de Calvo Ulloa se puede constatar con el comisariado o preparación de varias exposiciones que coinciden en el tiempo, además de su labor como crítico de arte en publicaciones, presencia en congresos y seminarios, así como ponente. Mientras preparaba la muestra de Uslé ejerció como curador para la abierta en el Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M) de Móstoles del gallego Rodríguez-Méndez u otra en La Casa Encendida, la colectiva ¿Adónde irá el pájaro que no vuele?.
En febrero del 2026 fraguará además otra gran antológica en la que trabaja desde hace más de un año. Sin dejar la capital madrileña, en la sala Alcalá 31 abrirá sus puertas una exposición del artista valenciano Jordi Teixidor, otro peso pesado de la abstracción en nuestro país. «Uslé es un pintor muy celebrado, representado por muchas galerías, pero Teixidor, con la importancia que él tiene, quería una propuesta muy específica para esa sala pero al final fuimos derivando hacia una revisión de su trabajo», apunta el comisario lalinense. Argumentó para esa deriva que el pintor afincado desde los años 80 en Madrid «nunca tuvo una exposición institucional en la ciudad».