«Lo más satisfactorio es poder ayudar»

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

SILLEDA

miguel souto

Lo suyo era el comercio exterior hasta que las emergencias se cruzaron en su camino y a ellas dedica su vida

19 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Juan José Muñoz (Monforte de Lemos, 1968) reconoce que nunca se hubiera imaginado en el cuerpo de bomberos ni en el campo de las emergencias, pero una plaza de gerente-jefe del Consorcio contra incendios y salvamento de Deza y Tabeirós-Terra de Montes se cruzó en su camino en su tierra de adopción: Silleda. Allí empezó lo que él llama «una vocación tardía» dentro del mundo de las emergencias, al que sigue entregando su vida, al frente del parque de bomberos intercomarcal. De niño, confiesa, «no tenía una vocación concreta por nada en concreto». Estudió la carrera de Económicas en Santiago y un máster de comercio exterior con la idea puesta «en trabajar en una empresa de exportación».

Su padre, un veterinario de León, conoció a su madre, de O Saviñao, en Galicia donde estaba destinado. De ahí que Juan José naciera en Monforte de Lemos. Su padre trabajó en Monterroso y luego pidió plaza en Silleda. Allí ejerció durante muchos años como veterinario municipal, un concello al que Juan José llegó con 14 años y en el que sigue trabajando. Entró en el consorcio en 1998, «hizo este mes 26 años», y en el 99 se puso en funcionamiento el actual parque con sede en Silleda. Hubo un período interrumpido por ocho años, entre el 2009 y el 2017, en el que estuvo de excedencia para ocupar el puesto de gerente de la Axencia Galega de Emerxencias (Axega).

Ese trabajo, comenta, «me permitió tener una visión más globalizada e integral de las emergencias». Durante ese período, lo que le ocupó más tiempo fue «montar el nuevo 112 en A Estrada. Fueron cinco años de trabajo hasta ponerlo en producción. Fue una labor titánica con un ambiente laboral y social muy hostil, porque Santiago no quería que se fuera el 112 y los trabajadores tampoco». Una situación a la que añade las complejas dificultades técnicas de un traslado que exigió, entre otras cosas, «un plan de contingencia muy complicado».

En todos estos años señala que «hay cosas que se mantienen, pero la tecnología avanzó mucho y las emergencias no son ajenas. Se produjo un pequeño salto y cada día hay cosas nuevas. La electrónica lo invadió todo, se emplean drones, sensores, cámaras térmicas y ahora en un teléfono móvil pueden llevar muchas cosas como fichas de intervención».

En esos momentos el consorcio tiene en marcha una oposición para cubrir tres vacantes. Para Muñoz, el parque intercomarcal «siempre tuvo una carencia crónica de personal». Las guardias son de tres bomberos «aunque hubo algún tiempo en que éramos cuatro», pero cree que se necesitarían turnos de cuatro y un mando dada la enorme extensión de territorio que cubren. «Afortunadamente —añade— hay más servicios de emergencias en la zona y ahora tenemos la suerte con poder contar con GES en Lalín y A Estrada». Las plazas convocadas, puntualiza, «no son nuevas, son de reposición, vienen a cubrir vacantes existentes».

Fuera del parque, sus aficiones incluyen la montaña, con senderismo «por los Picos de Europa, los Pirineos,... no escalo pero casi», afirma. Otra de sus grandes pasiones es la observación de pájaros a los que plasma en bellas fotografías que exigen mucha destreza técnica.

Echando la vista atrás no olvida las tragedias de las que fue testigo. Entre ellas, «un accidente de tráfico en Forcarei cerca del Alto do Candán bajando para Aciveiro en el que murió una familia entera de cuatro personas». Aunque en la zona, afortunadamente, no se produjeron grandes tragedias sí participaron en la atención a siniestros como el de Pedre. Una Nochebuena en la que les quedó «un sabor amargo» por no haber podido salvar a las personas que fallecieron.

Desde la Axega participó en el operativo del accidente ferroviario de Angrois. «Fue algo que te marca a nivel personal y profesional. Fue un accidente de tal dimensión... con varios cientos de heridos que pedían ayuda, de 20 o 30 nacionalidades distintas». Cree que dentro de lo malo «tuvimos la suerte que fue el día que era (un 25 de julio, Día de Santiago) y que fue donde fue, porque Compostela tenía reforzadísimos todos los servicios de Bomberos, de emergencias,.... Aprendimos mucho de la parte psicosocial, que fue quizás, la más compleja. Hubo que gestionar lugares donde llevar a los accidentados; la parte científica de identificación de los restos alguno partes pequeñas de un cuerpo; gestionar los equipajes,...».

De su trabajo destaca que la mayor satisfacción es «la de poder ayudar a hacer la vida un poco mejor a una persona, porque la de salvar vidas es evidente». Con el paso del tiempo aumentan en la zona las casuísticas asociadas a los mayores con actuaciones de apertura de puertas para rescatar a personas que se caen en sus domicilios y no son capaces de levantarse o que viven solos y que fallecen en sus casas. Sin olvidar el cambio climático y las ciclogénesis que forman parte importante estos últimos años de las actuaciones.