El doctor de Vila de Cruces que atendía desde un parto a una espina atravesada

David Cofán Mazás
David Cofán LALÍN / LA VOZ

VILA DE CRUCES

Adrián Freiría

Compañeros, amigos y familiares brindaron una fiesta sorpresa a Francisco Javier García Avrillón para celebrar su jubilación tras 40 años como médico en la comarca

02 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El doctor Francisco Javier García Avrillón recibió ayer el cariño y el reconocimiento de más de setenta personas que participaron en una comida sorpresa organizada para brindarle un merecido homenaje ahora que llegó su también más que ganada jubilación. Miembros de la comunidad médica de la comarca dezana, antiguos compañeros de promoción, de otros centros de Galicia, amigos y familiares se reunieron en el Pazo de Bendoiro (Lalín) en una emotiva celebración que puso de manifiesto el cariño y respeto que sienten hacia una persona entregada en cuerpo y alma a sus pacientes, que ha dejado una profunda huella en Vila de Cruces, donde ejerció la medicina durante los últimos 40 años.

Nacido en el seno de una conocida saga familiar de A Coruña, los Avrillón, Francisco Javier siempre tuvo claro que quería ser médico en el rural. No temía la falta de medios y servicios que pudiera encontrar, su pasión y constancia le ayudaban a seguir adelante con la recompensa del agradecimiento sincero de sus pacientes. «Tenía que atender cualquier cosa, desde una espina clavada en la garganta hasta un parto», cuentan quienes le conocen.

Antes de Vila de Cruces trabajó en varios lugares como Cesuras, Serra de Outes y Fisterra, llegando a la localidad dezana a principios de los años 80. Allí se instaló y por su consulta pasaron varias generaciones de cruceños que ya empiezan a añorarlo apenas un mes después de su retirada. «Era una época complicada para la medicina, tuvo que luchar y trabajar mucho porque no había medios. Tenía que atender cualquier urgencia, cuando sonaba el timbre de la consulta nunca sabía lo que se iba a encontrar», cuentan.

En Vila de Cruces llegó a ser responsable local de Sanidade y con la unificación del PAC silledense también trabó gran amistad con pacientes y compañeros de profesión de otros puntos de la comarca dezana.

Adrián Freiría

«Nunca protestó»

«É unha desas persoas que está dispoñible as 24 horas todo o ano, a calquera hora que sexa e axudando no que faga falla. Preocupase moito polos veciños, incluso vai visitar aos seus pacientes ao hospital», aseguran.

Ana María Benedicta Verdura Caramés, más conocida como Ani, es su compañera de vida. El amor que le profesa se percibe en cada sílaba, rebosando orgullo por su trayectoria no solo como médico, si no como persona. «Adora su trabajo, es de vocación, siempre quiso ser médico rural. Tiene mucho que contar a las generaciones de ahora, su rodaje es enorme», afirma.

«Recuerdo que aprobó muy jovencito la oposición con una puntuación altísima y lo felicitaron gente del Colegio de Médicos. Es una persona muy inteligente y empleaba el ingenio cuando había escasez de materiales para hacer de todo, desde una ecografía hasta unos análisis. Fue muy sacrificado e íntegro, nunca protestó por su trabajo y fue feliz desde el primer día hasta el último», confiesa Ani.

Cincuenta años al pie del cañón que deparan muchas anécdotas y vivencias, aunque si hay una que define perfectamente quien es Francisco Javier García Avrillón es sin duda esta que cuenta su esposa. «Hace años lo operaron de una obstrucción intestinal en el Juan Canalejo. Era una cosa seria, lo tuvieron que abrir en canal. Pero después de la operación ya estaba sentado en la camilla de la habitación hablando por teléfono con sus pacientes», recuerda.

Unas vacaciones

Para alguien tan activo y apasionado por su trabajo la retirada puede suponer un vacío difícil de rellenar, sin embargo, parece que el doctor García Avrillón no se va a aburrir. «Tiene una capacidad de adaptación extraordinaria, se dedicó a la pintura durante muchos años y es capaz de hacer cualquier tipo de trabajo. Me dijo que se planteaba la jubilación como unas vacaciones», explica Ani.

La fiesta se alargó con regalos, bromas, reencuentros y mucha emoción. Incluso la banda de gaitas de Xirandola puso el toque musical para colocar la guinda a un día que jamás olvidará.