Valencia relanza la fusión de la CAM y Bancaja para evitar que firmas foráneas las absorban
ECONOMÍA
En pleno fragor de negociaciones para reordenar el sector financiero español, el Gobierno valenciano acaba de reabrir una posibilidad largamente perseguida por varios de sus presidentes: fusionar Bancaja y Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) para crear una única gran firma en aquel territorio.
En verano, la Administración levantina había adelantado que el futuro de las dos firmas (tercera y cuarta cajas por activos en España) iría por separado y que tenían que liderar procesos interregionales. Ahora, la Generalitat cambia y pone el contador a cero: «Las cosas han cambiado», explicaba el domingo su vicepresidente económico. Gerardo Camps abogaba por la unión de las dos entidades, y añadía a una más, a la pequeña Caixa Ontinyent, de carácter comarcal. «Sería irresponsable» no promover la fusión desde el Gobierno valenciano, sugirió el consejero económico de Valencia. Y sería «igualmente irresponsable», agregó, que no lo estudiaran los consejos de administración de las entidades.
La posibilidad de unir esas firmas -contando por primera vez con una tercera marca- se especula desde hace años en Valencia. Lo intentó el socialista Joan Lerma, siendo presidente, a mediados de los noventa. También lo tanteó su sucesor, Eduardo Zaplana, del PP, a finales de aquella década. Ninguno lo consiguió. Las resistencias en las cajas son tales que hasta tienen programas informáticos incompatibles. Ahora, el Gobierno valenciano lo retoma de forma pública. En privado, ya eran varios los políticos y empresarios que sopesaban que se iba a tomar esa decisión desde hace semanas. «Es la única salida que queda, aunque parezca complicado», explican fuentes valencianas conocedoras de la operación.
Situación diferente
El responsable económico admitió la situación en la que se plantea la unión es «muy diferente» a otras en las que se abrió aquel debate, cuando se especulaba hasta con 4.000 empleos destruidos. Y animó por ello a dar pasos ya. «Probablemente para las cajas sea aún más complicado en el ejercicio que viene y en el siguiente, [por lo que] cabría animar a que se pudiera estudiar la fusión entre las cajas de la Comunitat, lo cual no es incompatible con que luego se pueda ir a la absorción de alguna de tamaño mediano o pequeño», detalló el vicepresidente, citando expresamente a Caja Murcia. Pero los políticos de aquella región ven esa última posibilidad con muy malos ojos.
La operación que ahora se reabre en Valencia parte del poder político de aquella comunidad y de un partido, el PP, que tiene al frente de Bancaja a uno de sus miembros (José Luis Olivas, quien fue presidente de aquella comunidad), mientras la CAM, desde el pasado junio, la tutela un empresario afín, Modesto Crespo. Este último trataba de enfriar algo las declaraciones políticas aseverando que se trata de «declaraciones a título personal». «En este momento todo es posible y, al mismo tiempo, todo es imposible, pero nosotros lideraremos siempre algún proyecto», explicó Crespo a la agencia Efe.
La propuesta de Camps parte de la base de crear una gran caja dentro de la Comunidad Valenciana con un doble objetivo: evitar que otras marcas puedan absorber a Bancaja o a CAM -esta última sonó en julio en una quiniela a tres con Caja Madrid y Caixa Galicia- y lograr que en una segunda oleada de fusiones la firma resultante sea ganadora y pueda aliarse con más firmas.
Paralelismos con Galicia
La declaración de intenciones del responsable de Economía de Valencia pivota además sobre la circunstancia de que la práctica totalidad de fusiones en marcha se están ejecutando desde el plano intrarregional (Castilla y León, Andalucía y Cataluña, principalmente), mientras que las alianzas entre marcas de diferentes territorios «apenas han pasado de los contactos preliminares».
Lo que se aventura en Valencia guarda ciertos paralelismos con lo que se negocia en Galicia, principalmente por el enfrentamiento localista que se advierte en los dos territorios, en el caso levantino entre Alicante y Valencia. Además, el ánimo que mueve al Gobierno de aquella comunidad es similar al Ejecutivo gallego: evitar que entidades foráneas terminen quedándose con las gallegas y propiciar que sean estas las que lideren procesos. La Generalitat, sin embargo, ha dado un paso en público que aún no ha concretado la Xunta, aunque todo apunta a que el equipo de Feijoo trabaja en la vía de la fusión de Caixa Galicia y Caixanova. Los dos gobiernos comparten color político y, por lo que se ve, también estrategia, porque la política se ha adelantado al parecer de las entidades.
Hay, sin embargo, algunas diferencias. Por ejemplo, en tamaño: Bancaja y CAM son parejas en volumen de activos, apenas 1,2 veces mayor en favor de la primera. Caixa Galicia es casi el doble que Caixanova. Además, el solapamiento de oficinas es mayor, sobre todo en la zona de Levante, donde han crecido ambas de forma notable a costa del negocio de la construcción, lo que también ha incrementado sus riesgos y su morosidad.