Berlusconi se rinde

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

El primer ministro italiano se aviene a dimitir cuando se apruebe el plan de ajuste. Su permanencia en el cargo hace que la deuda se acerque al nivel que provocó los rescates de Grecia, Irlanda y Portugal.

09 nov 2011 . Actualizado a las 11:19 h.

Todas las miradas estaban puestas ayer en Roma. Allí, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, tenía una cita crucial con su futuro inmediato. Debía recabar el apoyo del Parlamento a los Presupuestos del 2010 y, de paso, comprobar cuáles eran los asideros con los que contaba para seguir gobernando. Fue una victoria a medias. Consiguió sacar adelante las cuentas, pero le quedó claro que estaba más solo que nunca. Su mayoría absoluta saltó por los aires y las peticiones de dimisión le llovieron incluso desde las filas de sus socios de la Liga Norte. Il Cavaliere solo cosechó 308 votos a favor de los 630 en liza y una abstención. Y si logró su propósito fue solo gracias a que la oposición optó por no votar en un ejercicio de «responsabiliad» para salvaguardar la estabilidad del país.

Lo que venía a certificar la votación era la debilidad del Ejecutivo italiano. Con esos mimbres -sin los apoyos necesarios-, la ingente tarea de sacar adelante las ambiciosas reformas y los draconianos ajustes que exigen tanto la situación como los socios europeos de Berlusconi, se complicaba sobremanera. Y, sin medidas, el salvavidas que ahora mismo mantiene a flote al país -las compras de deuda del BCE- estaba abocado a desaparecer. La autoridad monetaria ya había dejado claro en la carta secreta enviada a Roma en agosto -justo tres días antes de reactivar las polémicas adquisiciones- que, sin ajustes, Italia podía ir despidiéndose de la respiración asistida del BCE.

Acorralado

Acorralado dentro de su propia coalición de Gobierno («Tienes que echarte a un lado» le había dicho por la mañana su fiel aliado Umberto Bossi, líder de la Liga Norte) y con la soga de los mercados al cuello (la prima de riesgo italiana roza ya los aterradores 500 puntos), a Il Cavaliere no le quedó otra que rendirse y, pasadas las ocho de la tarde, tras la reunión que mantuvo con el presidente de la República, Giorgio Napolitano, se hacía pública la promesa del primer ministro de presentar su dimisión en cuanto se aprueben los ajustes que le exigen sus socios. Estarán incluidos en una superenmienda a los Presupuestos del 2012, cuyo contenido aún no se conoce.

«Tenemos que preocuparnos de lo que sucede en los mercados financieros, que no creen que Italia sea capaz de aprobar las medidas que la UE nos ha pedido. Creo que esto es lo primero que nos tiene que preocupar. Tenemos que demostrar a los mercados que vamos en serio. Lo más importante es el bien del país», diría después Berlusconi para justificar su decisión.

Los mercados no llegaron a tiempo para cotizar la noticia. Cerraron sus puertas antes de que se supiera que Berlusconi se va. Pero sus movimientos fueron más que reveledores. De hecho, se tomaron a mal que Il Cavaliere hubiera conseguido mantenerse a flote. O eso parecía. Por la mañana, cuando soñaban con la derrota, las bolsas festejaron la deseada caída con subidas. La que más se juega, Milán, llegó a atesorar un avance del 3 %, pero tan pronto supo del resultado de la votación dio marcha atrás, para acabar subiendo solo un 0,74 %.

Donde sí que no hubo tregua fue en el mercado de deuda. Allí los bonos italianos a diez años se aproximaron a pasos agigantados al crítico nivel del 7 %, la delgada línea roja que separa la tierra del infierno. Esa que en su día cruzaron Grecia, Irlanda y Portugal para no regresar ya al mundo de los no rescatados. Ayer, su rima de riesgo llegó a los 496 puntos y la rentabilidad al 6,76 %.

Solo una promesa

Habrá que ver lo que hacen hoy, porque hay quien cree que lo de Il Cavaliere tiene truco. Tiene por delante más de un mes para sacarse otro as de la manga. Solo hay una promesa de dimisión sobre el tapete. Y las promesas de Berlusconi..., ya se sabe.