La austeridad, Aquiles y la tortuga

Xosé Carlos Arias
Xosé Carlos Arias VALOR Y PRECIO

ECONOMÍA

17 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La reciente asamblea del FMI ha sido todo menos tranquilizadora y autocomplaciente, dejando dos conclusiones de gran calado. La primera es la constatación de que la marcha de la economía mundial se ve ahora mismo amenazada desde diferentes frentes. El más importante: la posibilidad de que economías de todo el mundo se vean contagiadas por el virus europeo. Si las predicciones del Fondo son en general pesimistas, y en todo caso peores que las realizadas hace unos meses, el propio organismo advierte de que la situación podría deteriorarse mucho más si no se rompe con la actual dinámica perversa de la eurozona (y también con lo que llama el «abismo fiscal» en Estados Unidos); en ese caso, un nuevo 2008 podría estar más cerca de lo que creemos.

Más importante aún es la llamada a dejar atrás la política de austeridad ultrarrápida, generalizada y a toda costa, calificada ahora como un grave error. Esa política, en la que la UE ha sido auténtica campeona, fue avalada -es verdad que con algunas contradicciones y dudas- por el propio FMI en el pasado, por lo que su nueva posición tiene mucho de autocrítica. Pero es de justicia reconocer que su parte más dinámica, la representada por su equipo de investigación dirigido por el macroeconomista Oliver Blanchard, hace tiempo que se separó de una inercia doctrinal cargada de malas ideas económicas. En concreto, hace meses que en un notable estudio economistas del Fondo concluyeron que el argumento de la austeridad expansiva es tan falso como peligroso (Expansionary Austerity: New International Evidence). Ahora, nada menos que su informe más difundido e influyente, Perspectivas de la Economía Mundial 2012, recoge la conclusión de que un punto de consolidación fiscal genera caídas del PIB que oscilan ¡entre el 0,9 y el 1,7 % !O sea, un negocio ruinoso! Aunque la directora gerente Christine Lagarde ha atemperado su tono al presentarlo -y aún así ha tenido una respuesta desabrida por parte del Gobierno alemán- el documento oficial del organismo no deja lugar a dudas.

Obsesión por el ajuste fiscal

Poniendo en relación los dos puntos anteriores, se deduce que si estamos amenazados por una gravísima recesión es, en buena medida, debido a la aplicación impenitente de una política obsesionada por el ajuste fiscal. La lógica que está tras esta conclusión es tan poderosa que asombra la obstinación mostrada por algunos Gobiernos en mantenerla cueste lo que cueste: recortes y más recortes en el gasto, o subidas procíclicas de impuestos, solo pueden traer más recesión, y en consecuencia menos recaudación fiscal, y en consecuencia más recortes? Con lo que el objetivo inicial se torna inalcanzable. En fin, que estamos atrapados por el viejo silogismo: por mucho que sea capaz de correr Aquiles, la tortuga llegará siempre antes. Urge que el veloz Aquiles abandone su deriva política suicida.