La idea de que la inmobiliaria podría estar a punto de sellar un acuerdo con los acreedores concedió el lunes un respiro a la cotización de Reyal Urbis. De una tacada, subió un 7,8 % y se plantó en los 0,12 euros. Y eso que durante la mayor parte del día había sido el farolillo rojo del mercado. Pero, al final, recuperó el resuello y acabó la sesión con el mejor resultado de la jornada. Insuficiente, en cualquier caso, para enjugar las pérdidas que había sufrido el viernes: nada más y nada menos que del 16,06 % y que sumaban a otro descalabro mayúsculo: el sufrido el miércoles de la semana pasada, de más del 18 %.
Pero las expectativas se quedaron solo en eso. Porque la reunión que el lunes mantuvieron los representantes de la compañía con los bancos acreedores acabó en un rotundo fracaso. Y, ayer, los inversores no tuvieron oportunidad de intercambiar acciones de la inmobiliaria. La Comisión Nacional del Mercado de Valores no lo permitió. Ante la inminente solicitud el concurso de acreedores, el regulador decidió suspender la cotización de Reyal Urbis «por concurrir circunstancias que pudieran perturbar el normal desarrollo de las operaciones».
A buen seguro que la vuelta al parqué de la inmobiliaria será de todo menos tranquila.