Los salarios reales cayeron en Galicia un 11,5 % en tres años

Juan Arjona

ECONOMÍA

El poder adquisitivo de los sueldos es inferior al de comienzos de siglo. Los trabajadores españoles ganan un 9,3 % más que los gallegos

21 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La purga fue tremenda. En solo tres años, los comprendidos entre los últimos trimestres del 2009 y el 2012, doce de cada cien asalariados gallegos perdieron su empleo. Exactamente, 105.200, según la EPA. Son, sin duda, las principales víctimas del tsunami que arrasó el mercado laboral. Pero el trienio tampoco ha sido un período feliz para los 787.100 trabajadores por cuenta ajena que, a finales del año pasado, aún conservaban sus puestos de trabajo en las empresas de la comunidad autónoma. La crisis de demanda, por un lado, y las políticas aplicadas para hacerle frente, por otra parte, propinaron un hachazo a sus nóminas. Los salarios nominales bajaron en Galicia un 4,2 % por término medio en los tres últimos años. Y los salarios reales, los que cuentan a la hora de llenar la cesta de la compra, se desplomaron un 11,5 %. El purgante que receta el FMI -rebajar los salarios una décima parte- ya lo han ingerido, con sobredosis, los trabajadores del noroeste peninsular.

Las nóminas gallegas, además de ser notablemente más flacas, han encogido en mayor medida que las del resto de España. El trabajador medio gallego percibió en el 2009, por todos los conceptos salariales -sueldo ordinario, complementos, horas extraordinarias...-, 20.958 euros brutos. El español, en promedio, un 7,3 % más: 22.489 euros. Tres años más tarde, en el 2012, ambos cobraban menos. La remuneración media en el conjunto de España había bajado un 2,4 % y el salario real se había achicado un 9,5 %. Recorte este varios puntos inferior al experimentado en Galicia. La brecha salarial se había agrandado. El asalariado gallego percibió el año pasado, por término medio, 20.075 euros. La media española se situó un 9,3% por encima: 21.948 euros.

En resumen: costes salariales -y laborales- más reducidos y que descienden a mayor ritmo que en el resto de España. Los apóstoles de la devaluación salarial deberían explicar, por coherencia con sus ideas, en qué se traduce esa supuesta ventaja competitiva que adorna a la economía gallega.

Sueldos y coste laboral

Los salarios reales disminuyeron en Galicia un 11,5 % desde el 2009, pero el coste laboral que soportan las empresas por cada trabajador se redujo algo menos: un 10,3 %. La diferencia se explica porque, además de la remuneración salarial bruta, el coste laboral incluye otros conceptos. Las cotizaciones obligatorias de las empresas a la Seguridad Social, el más gravoso de los costes no salariales, cayeron menos que las retribuciones: exactamente un 8,2 % en términos reales. Y no por una reducción de los tipos de gravamen, sino, simplemente, porque la caída de los salarios comporta cotizaciones a la Seguridad Social de menor cuantía.

El coste laboral total por trabajador se elevó en Galicia a 27.075 euros el año pasado. Por cada cien euros de coste, los salarios acapararon 74 y las cotizaciones patronales 22 euros. El resto corresponde, sobre todo, a percepciones no salariales de los trabajadores. Al coste laboral hay que restar las subvenciones y bonificaciones de la Seguridad Social. Constituyen un pequeño aliviadero, cada vez más diminuto, para las empresas. Los gobiernos no solo mantienen las cotizaciones obligatorias en un nivel elevado, superior al vigente en los países del entorno, sino que tienden a suprimir aquellas muletas. Las cifras referidas a Galicia lo dejan claro: en el año 2009, las subvenciones y bonificaciones suponían 251 euros por trabajador y año. En el 2012, la cifra había caído a 147 euros, lo que supone un recorte del 41,7 % (47,1 % en términos reales).

La caída del salario real

«Los salarios no están bajando, están moderando su subida». La frase del ministro Cristóbal Montoro, pronunciada al mismo tiempo que el presidente Rajoy exhibía en Japón la reducción de los costes laborales como imán para atraer inversiones, levantó no poca polvareda. Un estudio del Instituto Klein de la Universidad Autónoma de Madrid, difundido aquellos días, desmentía tajantemente al ministro de Hacienda: en el segundo trimestre de este año los salarios disminuyeron un 0,6 %, caída solo superada por Chipre y Grecia. Las críticas le llovieron a Montoro incluso de sus aledaños políticos: «Es obvio», señaló el exministro Josep Piqué, «que los salarios reales han bajado en España desde hace años».

Las estadísticas oficiales, empezando por la encuesta trimestral de coste laboral (ETCL) que elabora el INE, van más allá. Un vistazo a la evolución del coste salarial por trabajador, tomando los datos relativos al último trimestre de cada año, permite constatar que los trabajadores asalariados cobran hoy menos que a principios de siglo. Las remuneraciones percibidas, una vez tamizadas por el índice de precios al consumo, han disminuido. El poder adquisitivo de un asalariado español ha mermado un 3,2 % entre el 2001 y el año pasado. El de un gallego, casi el doble: un 6,2 % menos.

2001-2012: Tres fases

La trayectoria del salario real medio, tanto en Galicia como en el resto de España, está reflejada en los dos gráficos adjuntos. En el primer lustro del período, años 2001-2005, los trabajadores españoles lograron mantener a duras penas su capacidad de compra. El alza de los precios fue compensada con subidas salariales de similar intensidad. No así en Galicia, donde los precios medraron más que los salarios: hasta el derrumbamiento del año pasado, el año 2005 era el más aciago de la serie para la comunidad autónoma.

A partir de esa última fecha comenzó una etapa de creciente prosperidad para los trabajadores. Los salarios reales enfilaron la senda del crecimiento. Las nóminas engordaban más que los precios al consumo. En el conjunto de España llegaron a su nivel máximo en el 2009: el poder adquisitivo había crecido 6,7 puntos desde el 2005. En Galicia todavía medraron en mayor proporción. En el 2007, antesala de la crisis, el salario medio gallego representaba el 96,2 % del promedio español: la equiparación parecía posible. Ya metidos de lleno en la recesión, los salarios reales seguían subiendo en la comunidad autónoma. Lo hicieron hasta el año 2010. En esta fecha, el poder adquisitivo de un asalariado gallego era un 12,3 % más elevado que en el 2005. Y entonces se produjo el desplome.

Los asalariados españoles acumulan ya tres años completos de caída. Los gallegos, solo dos, pero con un saldo acentuadamente más negativo. El mayor tijeretazo se produjo el año pasado. La nómina media de un trabajador gallego por cuenta ajena adelgazó en 1.682 euros en el 2012; la de un español, en 887. El IPC, tanto el nacional como el gallego, subió un 2,4 % de media anual. En consecuencia, los salarios reales cayeron un 6,3 % en el conjunto de España y un 10,1 % en Galicia. Y todo eso en un solo año.

A modo de resumen, en la evolución de las retribuciones salariales en lo que va de siglo pueden distinguirse tres fases. En la primera, comprendida entre los años 2001 y 2005, el poder adquisitivo de los salarios se mantuvo en España y disminuyó en Galicia. En la segunda etapa, que para el conjunto de los trabajadores españoles concluyó en el 2009 y para los gallegos en el 2010, crecieron los salarios reales, incluso en momentos en que arreciaba el paro. En la tercera, todavía no concluida, se produjo el desplome: al tiempo que proseguía la brutal hemorragia de empleo, caían en picado los salarios de quienes aún conservan sus puestos de trabajo.

Horas efectivas de trabajo

Los salarios menguan y, por tanto, también se reduce el coste que el empresario asume por cada hora efectiva de trabajo. El salario medio por hora era de 14,18 euros en el 2009 y de 14,15 euros en el 2012, lo que supone una reducción porcentual del 0,2 % en términos nominales y del 7,4 % si se tiene en cuenta la inflación. Recorte en todo caso inferior al experimentado por el coste salarial por trabajador. La explicación es sencilla: las horas efectivas de trabajo por ocupado han disminuido.

Hace tres años, el asalariado medio español trabajaba efectivamente durante 132,7 horas al mes y el gallego una hora más. En el 2012, ambos habían reducido su tiempo de trabajo al entorno de las 128 horas mensuales. La supresión de horas extraordinarias -de 0,74 por asalariado gallego y mes, a 0,38- y la reducción de jornada laboral explican esa reducción del tiempo efectivo de trabajo.

Téngase en cuenta, además, que la destrucción de empleo se ha cebado especialmente en ramas de actividad que se distinguen por sus dilatadas jornadas laborales. Por ejemplo, en la construcción, sector donde las horas efectivas de trabajo superan de largo a las realizadas en la industria o los servicios. En Galicia, en el año 2009, los obreros de la construcción trabajaban 142,8 horas al mes, los de la industria 138,5 horas y los empleados de los servicios, 130,6. En consecuencia, los cambios en la estructura del empleo han contribuido también a rebajar la ratio de horas efectivas por trabajador.