La recuperación de la vieja Europa, cogida con pinzas y trufada de riesgos

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

España ha dejado de ser el principal quebradero de cabeza de sus socios

06 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

España ha dejado de ser el principal quebradero de cabeza de sus socios. Lo acaba de certificar la Comisión Europea. Ahora, ese dudoso honor recae sobre Italia. Ni Mario Monti ni Enrico Letta cumplieron sus promesas. Y ahora, el país está como está, viene a decir Bruselas, que ya ha empezado a meter presión al nuevo primer ministro italiano. Por si a Matteo Renzi se le había pasado por la cabeza aquello dejar para más adelante las medidas económicas y centrarse en la reforma electoral. No quiere la Comisión que el italiano se le distraiga o malgaste sus esfuerzos en cuestiones que para Europa no resultan prioritarias. Aquí lo importante, le recordaron ayer, es aligerar el peso de la deuda. Sí o sí, tiene que soltar lastre porque se enfrenta a una losa que equivale al 130 % del PIB del país.

Si el recién llegado Renzi esperaba mano izquierda de Bruselas, ayer debió quedarle bastante claro que de eso, nada.

Tampoco falta cera para Francia. En el caso galo, lo que preocupa es su escasa competitividad y la caída de las exportaciones. Pero, al margen de quien protagonice ahora los desvelos en los despachos de la capital belga, lo realmente preocupante del informe que ayer hizo público el Ejecutivo comunitario es la retahíla de amenazas que acechan a la todavía en ciernes recuperación económica. El documento es una prueba más de que todo está cogido con pinzas.

Los riesgos son de lo más variopinto: bancos enfermos, niveles de deuda asfixiantes, peligro de deflación, tasas de paro vergonzantes... Y proceden de todos los sitios. Hasta en la todopoderosa Alemania cuecen habas. En su caso, los expertos de la Comisión arremeten -con guantes de seda, claro. Cualquiera le canta las cuarenta a la canciller...- contra los abultados superávits comerciales. Todo un obstáculo para que las cosas vuelvan a su sitio en la economía europea. Puede que Merkel esté orgullosa de su potencia exportadora. Pero esa fuerza está dañando al resto de los socios y entorpeciendo la salida de la crisis.

Y lo que tienen que hacer los alemanes es ahorrar menos e invertir más. Hay que estimular la demanda interna, señora canciller, es lo que vienen a decir los expertos del equipo del comisario Rehn.

En definitiva, que en Bruselas empiezan a tener claro -ya iba siendo hora- que no toda la culpa la tienen los del sur. Ha tardado años en hacerlo, pero, por fin, el dedo de Bruselas apunta hacia el Norte. Aunque sea de forma temblorosa.