La disputa entre comunidades por la caballa tiene la mayor de sus batallas en el norte de Europa, donde la UE, Noruega, las Feroe e Islandia mantienen su particular guerra fría.
16 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.La xarda (o caballa) es un buen ejemplo del efecto mariposa. De que el aleteo de un lepidóptero en Londres puede apagar una llama en Galicia. O avivar aún más el fuego.
La contundencia de las protestas del cerco gallego el martes pasado en Santiago despertó el interés general por entender un conflicto que estalló a nivel autonómico, pero que hunde sus raíces en una disputa internacional que aún hoy no está resuelta: la que se lidia entre los países del norte por la xarda, jurel, arenque y otras especies pelágicas.
La dinámica habitual
Una bolsa de caballa para negociar. Que haya llegado en pleno conflicto del cerco un aumento de la cuota de xarda es fruto de la casualidad más oportuna. Si en España se está peleando ahora por la xarda, en el norte del Atlántico, Noruega, Islandia, las islas Feroe y la Unión Europea lo hacen desde el 2008, último año en el que hubo acuerdo para gestionar conjuntamente la caballa. Desde entonces, la Comisión Europea, en cada Consejo de Ministros de diciembre, marca un total admisible de capturas (TAC) provisional para los 28 y se reserva una bolsa de toneladas para las negociaciones con los países del norte. Como no solía haber acuerdo, Bruselas repartía esa reserva de toneladas entre los socios comunitarios en la recta final del año, cuando se veía que firmar un pacto entre todos iba a ser misión imposible, por la reiterada negativa de Islandia y de las islas Feroe a aceptar el cupo sugerido por los científicos y autoasignarse año tras año la cuota que, a su juicio, necesitaba su flota para subsistir. Este año, contra todo pronóstico, Dinamarca consiguió meter en vereda a sus súbditos insulares, que quizá alertados por el cierre de fronteras a sus productos que acordó Europa, decidieron firmar el compromiso de adaptarse al TAC. Así que la distribución de esa bolsa se pudo hacer ahora, justo cuando tiene que arrancar la campaña. Y justo cuando estalla la guerra por el reparto aquí decidido.
Descontento
Escocia, molesta por el reparto. Aún así, el acuerdo no es del agrado de todos. Por más que la comisaria de Pesca, Maria Damanaki, subraye la importancia de este pacto, los escoceses critican que se le otorgue a las Feroe el 12,6 % de la cuota, cuando hace unos años solo tenían el 4,6 %. Y se quejan unos pescadores que acaparan el 42 % de las 611 000 toneladas de las que dispone la UE; es decir, 210.000 toneladas. Mientras, España tiene que conformarse con un irrisorio 4 %, que se traduce en 40.437 toneladas.
Reparto en casa
De la pelea entre artes, a la disputa entre comunidades. «Es lo que tiene la miseria, que hay puñaladas por lo poco que hay». Es el apunte de un científico crítico con el sistema de TAC, que ve que no resuelve el problema del recurso, al tiempo que provoca estrecheces en la flota. La que ahora se lidia es ya la segunda guerra civil por la caballa. La primera se libró entre las distintas artes de pesca que comparten el caladero. Fue la ministra Rosa Aguilar, a la que Zapatero encargó el timón de la pesca en la recta final de su mandato, la que abrió la caja de los truenos con un reparto entre segmentos de flota que otorgaba al arrastre cupos cercanos al 50 % de la cuota. Las demás artes montaron en cólera y consiguieron, con el tiempo, que se alterara ese reparto y consiguieron arañar al arrastre unas toneladas de xarda aferrándose a su antigüedad en la pesquería.
La segunda batalla
De cómo el cerco cayó en su propia trampa. Los argumentos de que el arrastre se había subido a última hora al carro de la pesquería de la xarda y del jurel que permitieron al cerco ganar porcentaje de caballa, se ha vuelto en esta ocasión en su contra. En el 2011 fueron de la mano de los vascos haciendo valer los derechos históricos sobre la xarda y el jurel para acaparar el 33,8 % de la caballa (frente al 27,33 que tenía) y el 53 % del jurel (en vez del 46 %). Y los del País Vasco han hecho valer de nuevo el criterio de las capturas tradicionales sobre los aspectos socioeconómicos que ahora Galicia pretende que pesen más. No es el primer armador del arrastre que le reprocha al cerco la alianza de antaño que ahora se le ha vuelto en contra.
Otra estabilidad relativa
Aparcan, que no abandonan, sus reivindicaciones. El principio de acuerdo alcanzado el viernes en San Caetano, y tumbado ayer en asamblea, no significaba una renuncia a alterar los criterios de reparto. Porque lo que todos tienen claro es que no pueden permitirse una segunda estabilidad relativa perjudicial para sus intereses. De hecho, la escasez de cuota de caballa que tiene España radica en la clave de reparto que Europa emplea a la hora de distribuir las posibilidades de pesca entre sus Estados miembros y que fue fijada antes de que España entrase en la Unión. Por eso no están dispuestos a admitir que un reparto basado en un 70 % en las capturas históricas, un 10 % en las embarcaciones, un 10 % en los tripulantes y un 10 % en las GT del buque se consolide para siempre.
El conflicto interno
El modelo de gestión. Aparte de la batalla que se mantiene con otras autonomías, en Galicia se lidian escaramuzas por el modelo de gestión que se aplicará dentro de la comunidad. La mayoría pretende una gestión individual por barco para la xarda, pero que en el caso del jurel sería conjunta. Y hay otro grupo, minoritario, en el que están los cerqueros con base en Ribeira, Burela y parte de los de Cambados, que pretende que se gestione también por barco la cuota que Madrid ha concedido a cada uno.
El repentino interés
De carnada para la pesca a especie preciada para el consumo. Estas peleas por la xarda eran, hace unos años, impensables. Los gallegos apenas mostraban interés por la costera del verdel. La hacían un puñado de cerqueros como prolegómeno de la campaña del bocarte en el País Vasco. Su destino era servir de carnada para palangreros de superficie y otras artes. Pero empezó a demandarse para el consumo humano y se abrieron mercados, sobre todo, en los países del este. Eso hizo subir enteros a la modesta xarda y desató la guerra en el norte. Quizás ahora, cuando se siente delante de un plato de caballa, piense no sin razón el todo que está en medio de una partida de Risk.