La crisis de Brasil pone en alerta a más de 700 millones de inversión privada gallega

Manoli Sío Dopeso
m. Sío Dopeso REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Visita del ministro de Pesca de Brasil a Jealsa, en A Pobra
Visita del ministro de Pesca de Brasil a Jealsa, en A Pobra MARCOS CREO

Standard & Poor?s rebajó ayer la calificación de la deuda del país, ahora en recesión, a bono basura

11 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Brasil no está para bailes. La economía carioca retrocedió un 1,9 % en el segundo trimestre, y tiene la inflación disparada (9,53 %). El desempleo no para de crecer (está ahora en 7,5 %), la moneda local, el real, se ha depreciado un 30 % frente al dólar en lo que va de año, y la popularidad de la presidenta Rousseff está por los suelos. Por si esto fuera poco, ayer llegó Standar & Poors y desencadenó la tormenta perfecta al calificar de basura la deuda brasileña.

Este escenario impensable hace nada, cuando media economía mundial estaba en recesión y la brasileña crecía a un ritmo del 7 %, ha cogido con el pie cambiado a grandes empresas de todo el mundo que enfocaron sus inversiones hacia el país que será olímpico el año que viene.

Las españolas Telefónica, Santander, Iberdrola o Repsol, con fuertes intereses en Brasil, sufrieron ayer el impacto de la decisión de S&P en la bolsa (el Ibex se dejó un 1,78 % en la jornada de ayer por este motivo).

Galicia también se juega en la economía brasileña una importante inversión privada, que supera los 700 millones de euros, encabezada por los sectores de la conserva de pescado, la construcción y el metal.

En el país están instalados los grupos conserveros gallegos Calvo, Jealsa y Actemsa con plantas de procesado ya plenamente operativas y, en el caso de Calvo, con planes para una nueva inversión en una unidad industrial que incluiría también la fabricación de harina y aceite de pescado.

Conservas y carreteras

Son más de 100 millones que se sustentan en un potente mercado local que, según fuentes del sector, no tendrá por qué resentirse, al tratarse de productos de gran consumo. «Todo lo que se produce es para un gran mercado de 200 millones de consumidores. No hay riesgo, todo lo contrario», dicen los conserveros, que sí se muestran preocupados por la crisis política y la corrupción, que convierten en farragoso el más mínimo trámite burocrático.

Otro de los proyectos importantes abanderados por una empresa gallega está firmado por Siderúrgica Latinoamericana (Silat), la compañía filial de Hierros Añón para Brasil. Se trata de una planta de laminados, que arrancó su actividad esta pasada primavera, tras una inversión de 200 millones. Es solo el primer paso de un macroproyecto de más de 600 millones, a ejecutar en cinco o seis años, dependiendo de la marcha de la economía y el mercado del área.

La constructora ourensana Copasa también está en Brasil encargada de construir el paseo olímpico de los Juegos de Río de Janeiro 2016. La obra tiene un presupuesto de 514 millones de reales (160,7 millones de euros) y su desarrollo no corre peligro, al tratarse de una actuación enmarcada dentro del proyecto olímpico.

La empresa gallega ha constituido un consorcio formado al 50 % con la brasileña Construcap, su socio de referencia en este país y junto al que también participa en la mayor obra vial en curso en el estado, la autopista de circunvalación de Sao Paulo, presupuestado en 238 millones.

En Brasil está desde hace un año Estrella Galicia do Brasil, ubicada en São Paulo y que se ha convertido en punta de lanza de la compañía gallega para su desarrollo comercial en los países del Mercosur.

Ventas por valor de 200 millones

Brasil es un buen aliado de la economía y el comercio exterior gallego. En el 2014 fueron más de 250 las empresas que vendieron a este país. Ese mismo año, las exportaciones crecieron un 38 % respecto al 2009, hasta sumar una factura de casi 200 millones de euros. Es además uno de los mercados preferidos por las compañías que apuestan por dar un primer paso comercial en el exterior. Según el Igape, más de medio centenar de firmas de sectores como el del metal, el naval o la alimentación están a punto de dar el salto al mercado carioca, con el apoyo de la Xunta. Asime, la patronal gallega del metal, tiene una oficina en Río de Janeiro, que ha ayudado a 25 empresas a instalarse con socios locales.