El céntimo sanitario en realidad son 4,8 céntimos por litro. Y nadie va a la gasolinera a por un litro, así que al final la diferencia se nota. Lo notan los consumidores. Y el sector, que en apenas quince días ha constatado cómo los conductores no van a por un litro, pero sí a por los justitos para poder cambiar de comunidad. Hay quien reposta cinco euros. Un síntoma de la crisis, de la que dicen ver cómo se les viene encima desde las gasolineras valdeorresas, que conviven pegadas a las bercianas, que desde enero no tienen céntimo sanitario. ¿Se nota? «¡Ben seguro! A xente diche que está alí máis barato e algún que vai para alí dime: ?bótame cinco ou dez euros, que despois reposto en Ponferrada?. A xente vai alí e carga», cuenta José Vizcaya, que atiende la gasolinera que hay en la salida de O Barco de Valdeorras hacia la N-536. Apenas quince kilómetros más adelante, ya en Puente de Domingo Flórez (León) la que responde en el surtidor es Rosa Folla, que constata el aumento de la clientela desde el día 1. «Lo notamos nosotros, y la gente también, muchísimo, porque nos comenta que está más barato aquí», señala; para después reconocer que «mucha gente espera a llegar aquí para llenar el depósito, y llama mucho la atención porque estamos muy cerca».
«Nótase moitísimo, porque a xente que vai para alá [hacia León] xa bota alí», explica Víctor Ramos desde la gasolinera de Vilamartín de Valdeorras. Dicen que han bajado los precios para intentar ajustar la diferencia, pero que no es suficiente. Un error mantener el céntimo sanitario, dice. No solo para el sector y los consumidores, sino para la economía gallega. Sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de camiones que hay en la comarca y que no dejan dinero. Ni en la zona ni en Galicia. «Non botan un duro aquí, van ao País Vasco -añade-. É diñeiro que se escapa porque alí non había nada. E agora en León tampouco. Así que agora tes León, País Vasco e xa entras en Francia, pero alí non repostan, van a Luxemburgo. Así escapan moitos cartos de Galicia». Esa fuga la constata Carlos Fernández. Camionero de profesión, cada 2 días precisa 600 litros. Su empresa ya tiene convenio con varias gasolineras, pero la consigna es clara: «Aquí botamos o mínimo necesario, porque é máis caro, e son moitos litros e moitos cartos ao final do ano». También lo notan en A Rúa, dice Silverio Arias. «Y además la gente te lo dice», señala.