Un país de microempresas

G. Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

MARCOS CANOSA

Suponen el 93 % de los negocios gallegos y soportan casi el 40 % de los costes de personal, aunque solo ingresan uno de cada cinco euros facturados en la comunidad

29 nov 2017 . Actualizado a las 10:41 h.

Es una de las asignaturas pendientes de la economía española, como advierten desde organismos internacionales como el FMI y asumen en el Gobierno. El escaso tamaño de las empresas es, en palabras del ministro Luis de Guindos, «una de las principales rémoras» para el crecimiento, ya que «limita la internacionalización y la presencia en mercados extranjeros» y dificulta su supervivencia en tiempos de crisis. Pero la realidad es tozuda y, pese a las promesas para remover todas las trabas, administrativas o fiscales, que limitan el crecimiento de los negocios, de momento España es un país de microempresas. Y Galicia no es la excepción.

El inmobiliario y la hostelería son los sectores con más empresas de tamaño reducido Un estudio sobre el tejido empresarial gallego publicado recientemente por el Instituto Galego de Estatística revela que casi el 93 % de las 49.294 sociedades mercantiles que existían en la comunidad al cierre del 2015 (el último año analizado) están catalogadas como micro, ya que su facturación no alcanza los dos millones de euros anuales. Son, en concreto, 45.767 los negocios que no superan este umbral de ingresos, la cifra más alta desde el año 2010. Otras 2.794 tienen la consideración de pequeñas empresas, ya que la cifra de negocio se sitúa entre los dos y los diez millones anuales, y solo 733 tienen se catalogan como medianas o grandes, al superar ese último listón. Pese a que todavía son una mancha en un océano, la recuperación se nota y el ritmo de crecimiento es más alto en los segmentos de más facturación: ya que frente al repunte del 4,4 % en las microempresas, las pequeñas crecieron el año pasado un 9 % y las medianas y grandes, cerca del 10 %.

Con todo, el peso de la microempresa no es homogéneo y depende en gran medida del sector de actividad. Así, la mayor proporción de negocios de tamaño muy reducido se da en el sector inmobiliario (donde el 99 % de las sociedades no llegan a esos dos millones de facturación), la hostelería y las actividades profesionales, científicas o técnicas (por encima del 98 %). La menor proporción se da en el sector del material de transporte, donde solo suponen el 64 % de las empresas en activo.

Tras ejercicios de números rojos, el beneficio empresarial se duplicó en un año Un dominio en número que merma, y mucho, cuando se miden otras variables económicas. Porque aunque son un 93 % de los negocios, las microempresas gallegas apenas ingresan uno de cada cinco euros de la facturación total de las sociedades de la comunidad, que el año del estudio ascendió a 57.828 millones de euros. De esta cantidad, la parte del león (35.134, más del 60 %) se la repartieron las 733 grandes y medianas compañías (que solo representan el 1,4 % del total), a razón de casi 48 millones de media cada una -una cifra contaminada por el efecto Inditex, que infla estas estadísticas-. Las microempresas, por su parte, ingresaron 11.168 millones, con un promedio sensiblemente inferior: 226.559 euros al año.

Pese a su escasa participación en la facturación y en los beneficios (que es todavía más reducida, solo el 7,5 % del total), estas miniempresas siguen siendo un sostén fundamental para el empleo en la comunidad. La prueba está en que soportan casi un 40 % de los gastos de personal, una proporción similar a la de las medianas y grandes compañías, que facturan más del triple que las micro.

Los efectos de la recuperación

El estudio del INE, referido al 2015, muestra los primeros efectos de la recuperación en el tejido empresarial gallego. Y es que ese año la facturación volvió a subir con fuerza, casi un 5 %, una cifra que se superó en las pequeñas empresas y en las micro, cuyos ingresos crecieron un punto más.

Tras años de recortes de plantilla, la reactivación se tradujo también en un repunte de la contratación y, con ella, de los gastos de personal, que se incrementaron un 4,3 %. Pero sin duda el mejor termómetro de que la crisis iba quedando atrás está en el beneficio empresarial, que creció un 132 % en solo un año.