Más del 70 % del empleo que genera la compañía en España es gallego

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado CEE / AGENCIA

ECONOMÍA

Trabajador de Ferroatlántica en la central de Sabón
Trabajador de Ferroatlántica en la central de Sabón PACO RODRÍGUEZ

Las factorías de Cee y Dumbría y las centrales hidroeléctricas del Xallas generan 294 puestos de trabajo. La de Sabón, otros 122

04 jun 2019 . Actualizado a las 07:06 h.

El grueso de los algo más de 550 empleos directos que genera Ferroatlántica en España están localizados en Galicia, con los 294 de las factorías de Cee y Dumbría y las centrales hidroeléctricas del río Xallas, además de los 122 de Sabón (Arteixo). El resto se reparten entre los servicios centrales de Madrid y los 144 trabajadores de la fábrica de Boo (Santander).

Al margen de la producción de ferrosilicio, ferromanganeso y silicio metal, con tres hornos en Cee (dos de ellos parados), otros dos en Dumbría y tres más en Sabón (de los que también hay dos inactivos), la compañía del grupo Villar Mir gestiona el jugoso negocio de la generación de energía hidroeléctrica del Xallas. Una infraestructura de embalses y saltos de agua, a la que recientemente se han incorporado tres nuevos generadores eléctricos: Novo Castrelo, Fervenza II y Ponte Olveira II, con una inversión de 38 millones de euros.

El conjunto hidroeléctrico, por el que el fondo canadiense Brookfield ofrecía 153 millones de euros a principios del 2017, ha estado siempre en el centro de la polémica y de los movimientos empresariales. En su origen, las centrales fueron diseñadas y autorizadas para alimentar de energía eléctrica a las fábricas, y ya en 1992, cuando Villar Mir le compró la propiedad a Carburos Metálicos, hubo un intento de segregación de ambas actividades, impedido por el gobierno gallego. A finales del 2016, el anuncio de Ferroglobe, la multinacional en la que está integrada Ferroatlántica, de que tenía compradores interesados en las centrales y la intención de vender desató una tormenta social, sobre todo en la Costa da Morte. Trabajadores y alcaldes de la zona, con movilizaciones incluidas, se opusieron a la segregación y en julio del 2017, Augas de Galicia vetó la operación. Una decisión que está recurrida por Ferroatlántica en los tribunales.

El fracaso de aquel intento de venta trajo una primera consecuencia directa: la compañía anuló su plan industrial, en el que prometía invertir 200 millones de euros, la mitad en Galicia, con numerosas mejoras e incluso una nueva planta de biomasa en la Costa da Morte. Se esfumaron también los 70 millones de euros que la firma encabezada por Javier López Madrid iba a destinar a Ferrosolar Sabón, y los 150 empleos prometidos. El negocio, en un movimiento que los trabajadores entendieron como represalia, se fue a la planta de Puertollano (Ciudad Real). Igualmente, a finales del año pasado, y con el argumento del precio de la electricidad, se pararon los hornos que aún hoy siguen inactivos en Sabón y Cee, lo que llevó al paro a decenas de trabajadores de las auxiliares.