Son las otras víctimas de la pandemia que tiene de rodillas al mundo. Integran las otras cifras del parte de guerra que cada día estremece al país. Los cadáveres que el COVID-19 está dejando a su paso en el tejido productivo español. Engordan las listas del paro, sí. En la medida que aumenta el número de empresas que se quedan por el camino. Microempresas y autónomos con asalariados, en su mayoría. Los más fragiles. Ellos están siendo los primeros en caer

La Voz

La lista de damnificados por la pandemia en el plano laboral es otro de los grandes dramas de esta crisis. Otra de las cifras del parte de guerra que cada jornada estremece al país. En los primeros 20 días de emergencia sanitaria se perdieron casi 900.000 empleos. Solo en Galicia fueron 36.000 las personas que se quedaron sin trabajo. Y eso sin contar con los que han sido incluidos en expedientes de regulación temporal de empleo por sus empresas. Ellas, las empresas, representan la otra cara de esa moneda. Un tejido productivo -amenazado de muerte, en muchos casos- que está siendo arrasado por el ciclón.

En marzo tiraron en España la toalla 122.000 empleadores. Esto es, empresas y autónomos con asalariados a su cargo. Algo más del 8 % del total, según los números de la Seguridad Social. Lo nunca visto. El dato supera con creces al que dejó tras de sí el mes de diciembre del 2008, en plena pesadilla tras la caída de Lehman Brothers. Entonces fueron 27.200 los empleadores que se quedaron por el camino.

De momento, lo único que facilitan las estadísticas son los grandes números. Todavía no hay desglose al que agarrarse. Pero, no es difícil imaginar el perfil de la inmensa mayoría de las víctimas de esa otra pandemia que está minando el tejido productivo del país. Microempresas y pequeños autónomos con asalariados a su cargo. Los más frágiles. Sin capacidad para sobrevivir a las restricciones que el confinamiento les impone. Sin músculo financiero con el que hacer frente al cese de actividad.

La liquidez no basta

Cierto es que el Gobierno ha aprobado medidas para garantizarles liquidez. «Que nadie se quede atrás». Es el mantra que repiten machaconamente en cada comparecencia los miembros del Gobierno. Pero, se están quedando. La liquidez no basta. No cubre las pérdidas. Solo las financia. Pan para hoy, y hambre para mañana.

Difícil será eso de sacar a la economía de la hibernación y que la recuperación sea tan intensa como lo es en estos momentos de deseada. Del número de cadáveres empresariales que queden por el camino, dependerá.

Una empresaria de la construcción: «No podemos despedir ni acogernos a ERTE»

A. H. se ha tenido que endeudar para poder afrontar los gastos mensuales de la sociedad que comparte con otros tres autónomos

c. p.

A. H. son las siglas ficticias tras las que se oculta una empresaria de la provincia de A Coruña dedicada a la construcción e instalaciones. Se ha tenido que endeudar para poder afrontar los gastos mensuales de la sociedad que comparte con otros tres autónomos y un empleado. Solo este mes ascienden a casi 15.000 euros entre el pago de cuotas, nóminas, seguros, préstamos de inversiones previas, hipotecas y cotizaciones a la Seguridad Social: «He pedido un crédito para subsistir tres meses, pero si esto dura más, me muero», asegura. Está «enfadadísima» por la gestión del Gobierno: «No podemos despedir ni acogernos a un ERTE como el sector de la hostelería. Es una ruina», denuncia.

Lleva 25 años trabajando y ha logrado sobrevivir a la crisis de la construcción, pero no sabe si saldrán de esta: «Pinta muy mal y luego, ¿cómo empiezas? Eso será lo complicado. Trabajamos para particulares, pero a partir de ahora se va a restringir mucho el gasto. Si la gente tenía que poner una calefacción o una fotovoltaica ya no lo harán», explica.

«En un día no puedes recoger»

También se queja de la improvisación a la hora de decretar los confinamientos: «No puedes hacerlo de la noche a la mañana. Tuvieron tiempo para avisar. En un día no se pueden recoger todos los equipos de las obras». Esa es una de las críticas compartidas en el sector. La precipitación de la medida ha obligado a muchos a dejar los materiales abandonados y expuestos al robo, como ocurre con el cobre: «Si hubiesen avisado antes podríamos haber terminado obras y pedidos en curso. Ahora no podemos cobrar», lamenta.

Vicente Domínguez: «Recuperar a actividade vai ser moi, moi complicado»

La actividad que mantiene cárnicas Domínguez es la poca que tenía ligada a establecimientos de alimentación

C. V. G.

Jose Manuel Casal

Cárnicas Domínguez, de Vimianzo, era hasta la declaración del estado de alarma una empresa modelo, que dependía en un 85 % de una hostelería que en marzo debía comenzar a funcionar casi a pleno rendimiento. De los 25 empleados que tenía, solo quedan 5. El resto están sometidos a un expediente de regulación temporal de empleo. A su gerente, Vicente Domínguez, no solo le preocupa lo que ocurre hoy con su empresa, sino lo que pasará en el futuro. «Recuperar a actividade vai ser moi, moi complicado», asegura.

La incertidumbre es lo más complicado de gestionar. «Se souberamos o que vai durar podes facer cálculos e previsións», dice. Cuando no hay una fecha para la vuelta a la normalidad, lo único que se puede hacer es tomar decisiones «día a día».

La actividad que mantiene cárnicas Domínguez es la poca que tenía ligada a establecimientos de alimentación, pequeños supermercados para cuyo abastecimiento mantiene el negocio en marcha. Con respecto al grueso de su clientela, Vicente Domínguez es realista. «Creo que unha parte da hostelería non vai chegar a abrir de novo», dice. Calcula que se podrán ir recuperando con el tiempo el 75 % de los negocios de este sector.

Como otros muchos empresarios, el vimiancés tienen un crédito que debe pagar. En estos momentos es una de las cuestiones que más le preocupan, porque ahora le pesa más que nunca. A pesar de eso, no le faltan ganas de trabajar.

Santiago Martínez: «Intentarei aguantar ata o último alento»

Está dispuesto a resistir, pero alerta que tiene «todos os gastos e cero ingresos»

m. m.

XOAN A. SOLER

Santiago Martínez Otero, conocido como Chago, es uno de los herreros con más prestigio de Galicia. Tras años como trabajador por cuenta ajena, hace unos trece años montó una empresa de forja junto a un socio, y hace tres disolvió la sociedad para iniciar su aventura empresarial en solitario. Ahora, con cuatro empleados, se enfrenta a una «situación moi dura. Non fixen ERTE porque era unha faena para os traballadores. Cando ían cobrar?», plantea. Su personal está en casa, y «eu veño a traballar, porque os autónomos podemos. Pero para facer o que. Non hai pedidos e, aínda que houbera, non hai empresas de ferro abertas. Teño unhas poucas cousas que sacarei adiante, pero non sei canto tempo poderei aguantar».

Los trabajos de particulares fueron suspendidos, y los de «administracións non se poden facer. Teño traballo da Catedral, pero está pechada e o que teño no taller depende de que veña Patrimonio, que non vai vir».

Chago está dispuesto a resistir, «o intentarei ata o último alento», pero «teño todos os gastos e cero ingresos. As grandes empresas reciben subvencións e axudas. Agora é o momento de rescatar ás pequenas empresas. As que levantamos este país, porque cócennos a impostos, e somos as que creamos postos de traballo. Mira os datos de paro, e dos ERTE. Isa é a xente nosa». Las líneas de crédito «teñen que ser máis flexibles. Non sei qué pasará logo, non sei se poderei pagar».

«Xa me levantei tres veces e fareino as veces que sexan necesarias», avisa.

Ana Gómez y Rocío Otero: «Tenemos que pedir un préstamo para impuestos»

Aseguran que cuando abran van a tener «un montón de recibos»

lucía rey

En el 2015, Ana Gómez Martínez y Rocío Otero Graña abrieron en Viveiro Versus, un comercio de moda que funcionaba muy bien. En el 2019, las emprendedoras firmaron un crédito para pagar la reforma del local. Incluso habían contratado a una trabajadora, Justi. Pero todo cambió la semana del 9 de marzo. «El lunes y el martes se vendió normal, el miércoles casi nada y el jueves y el viernes nada porque la gente ya tenía miedo a salir a comprar por miedo a contagiarse, y sobre todo ropa. Que nos mandasen cerrar era como algo inevitable», explica Gómez. La siguiente sensación fue de incredulidad. «No nos creemos que esto esté pasando», cuenta que pensaron. Días más tarde su gestor, David Gómez, las llamó para indicarles que tenían que hacer un ERTE.

«Estamos súper preocupadas. Ves que tienes un préstamo súper grande del año pasado y que ahora tienes que pedir otro para pagar impuestos y gastos fijos, y eso que el casero nos condonó el alquiler, lo que supone una ayuda muy grande», indica Ana. Cree que las medidas del Gobierno no van a ser efectivas para muchos autónomos. «Este mes ya tuvimos que pagar 800 euros de autónomos más la Seguridad Social de la trabajadora, más las retenciones de alquiler», pone como ejemplo, y apunta: «Ves que cuando abras la tienda, que no va a ser antes de mayo, vas a tener un montón de recibos que realmente has pospuesto. Todo lo que tenías que pagar en tres meses lo vas a tener que pagar cuando vuelvas a trabajar, que es cuando necesitarías liquidez para empezar a levantar el negocio».

Carlos Díaz: «Con gastos y cero ingresos, seguir iba a ser inviable»

Este emprendedor asegura que ha tenido que tomar la decisión de cerrar «de la noche a la mañana»

beatriz couce

Carlos Díaz vivía al día, con los ingresos que le reportaba su gimnasio en Ferrol, que abrió hace cuatro años. «Me daba para vivir y para poder pagar los impuestos. Tenía un pequeño colchón para hacer frente a los impuestos de los trimestres, pero ahora, con los gastos que tendría igual, y cero ingresos, seguir iba a ser inviable», lamenta. El cerrojazo a la actividad decretado a mediados del mes de marzo por la crisis del coronavirus ha sido la puntilla que se ha llevado por delante la actividad laboral de este profesional, que lamenta las circunstancias en las que se ha precipitado este desenlace. «He tenido que tomar la decisión de cerrar de la noche a la mañana. Lo decidí una semana y pico después de que nos cerraran. Hablé con la asesoría, en donde también estaban desbordados con la situación, ya que la información que les llega es a cuentagotas, y vi que las ayudas para los autónomos eran de unos 660 euros, y con eso cubría el alquiler del local, pero no los suministros de agua y luz, y el pago del préstamo y la asesoría. Le dimos muchas vueltas y vimos que iba a seguir generando deuda y sin saber cuándo iba a poder ingresar», explica. Además, en los meses de verano, que es cuando se apunta a la recuperación de la actividad, son los peores en los gimnasios, cuando más bajas se producen, por lo que Carlos Díaz lo vio claro.

Pese a que algunos de sus clientes se ofrecieron a pagar la próxima cuota, la delicada situación financiera en la que se adentraba este profesional hizo que se decantase por el cierre. Ahora, esa experiencia le lleva a decir que «no me planteo volver a hacerme autónomo».

Juan Luis Martínez: «El colchón se agotará en un mes y después, a rezar»

El empresario asegura que negocia un crédito a bajo interés del ICO para pagar un préstamo

A. Gerpe

carmela queijeiro

Socio del gimnasio Natural Sport de Ribeira junto a otras dos personas, Juan Luis Martínez tiene una difícil papeleta por delante: «No tenemos ingresos, tenemos gastos. Nuestras cuentas son de cuatro mil euros menos al mes». La crisis del coronavirus le ha pillado en el peor momento posible. Hace poco más de un año realizaron una importante reforma en el negocio, sufragada mediante un préstamo: «Ahora negocio la consecución de un crédito a bajo interés del ICO que nos permita pagar las cuotas que debemos, porque el banco no perdona y siguen llegando. Necesitamos que nos den un poco de oxígeno, porque el colchón que tenemos se nos acabará en poco más de un mes y, después, a rezar».

Tiene la suerte de que los dueños del local que ocupa, los exfutbolistas Fran y José Ramón, le exoneraron del pago del alquiler al día siguiente del decreto del estado de alarma. Es un gasto menos, pero han tenido que hacer un ERTE para los ocho empleados.

Reconoce que el parón ha llegado cuando «empezábamos a sacar la cabeza del agujero. Sin producir es complicado continuar. Sin usuarios no vivimos». Aunque afirma que prefiere ver el futuro con optimismo y es un luchador nato, Juan Luis Martínez asegura: «De aquí no vamos a salir bien y lo importante va a ser salir».

Da por hecho que será difícil que la actividad en negocios como el suyo vaya a reanudarse a corto plazo e indica: «No sabemos cuánto nos afectará, todo dependerá de la fidelidad de los clientes. Seguro que cambiarán muchas cosas y que tendremos que implantar medidas, pero confío en que volveremos a abrir».