El FMI sugiere vincular la devolución de la deuda al crecimiento

c. p. REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Yuri Gripas

Uno de los informes de debate del organismo recupera recetas denostadas durante la crisis griega

20 nov 2020 . Actualizado a las 19:21 h.

Antes de la pandemia, no era raro oír hablar de reestructuraciones de deuda en Argentina o en algún país del Caribe. No obstante, era un fenómeno relativamente ajeno a los países de la Unión Europea, acostumbrados, desde la Segunda Guerra Mundial, a un crecimiento sostenido y a niveles de deuda moderados a pesar de las recesiones. Eso se rompió con la crisis soberana. Cuando Grecia estuvo al borde de la quiebra, sus acreedores (Banco Central Europeo, Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional) se negaron a aceptar una de las propuestas que en el 2015 puso sobre la mesa su entonces ministro de Finanzas, Yannis Varufakis: vincular la devolución de la deuda al futuro crecimiento de la economía helena. Ninguno de los miembros de la extinta troika querían renunciar a su parte en tiempo y forma. Tampoco el FMI, que ahora sí se muestra partidario de abrir el debate sobre la inclusión de «instrumentos simétricos» en los contratos entre países y acreedores. Se trata de un mecanismo que garantizaría la devolución de la deuda sin cercenar la capacidad de crecimiento de las economías. La fórmula más atractiva consiste en acompasar el ritmo de devolución de los préstamos a la evolución del PIB, las exportaciones o los precios de las materias primas.

Reestructuraciones ineficientes

El cambio de parecer viene precedido por el descomunal impacto que ha tenido y tendrá la pandemia sobre las cuentas de los países más y menos desarrollados. La deuda de España, estima la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), se estabilizará en el entorno del 120 % del PIB en los próximos años. Tardará una década en absorber la deuda heredada de la pandemia. Esta crisis «podría llevar a una serie de costosas e ineficientes reestructuraciones de la deuda», alertan varios de los expertos del FMI en un documento de reflexión. Y para subsanar esos riesgos, que comportarían efectos destructivos sobre el crecimiento y los impagos, el organismo invita a «explorar» la posibilidad de recuperar recetas otrora denostadas para abrir la puerta a reestructuraciones más rápidas y menos costosas: «Podría ayudar a resolver disputas, facilitar acuerdos rápidos y permitir a los países restaurar la sostenibilidad de su deuda, facilitando su retorno a los mercados». Solo se necesita la aprobación de los acreedores, que en su momento dijeron no a Grecia. El resultado podría ser diferente esta vez, porque sobrevienen causas naturales y los «riesgos morales» han desaparecido.

Sin quitas

A pesar de que las llamadas a las reestructuraciones todavía son tímidas, ya se han colado en los cuarteles del BCE, donde reposan 322.000 millones de euros en títulos de deuda con sello español (un 25 % del total de la emitida por el Tesoro). Los expertos asumen que habrá que recalibrar el calendario, pero la presidenta del organismo, Christine Lagarde, destierra la idea de ver quitas en la zona euro, por ser contrarias a los Tratados. Quizá los «instrumentos de simétricos» puedan hacerse hueco esta vez.