En este sentido, Stellantis no oculta que cuenta en Galicia con la complicidad de la Xunta, algo que Carlos Tavares, a quien le une una gran amistad con Núñez Feijoo, siempre ha reconocido, «pero la competencia es muy descarnada, y si alguien pone más sobre la mesa, siempre estaremos en riesgo», sostienen empresarios gallegos del sector.
De Citroën a Stellantis, 14 millones de coches «marca Galicia»
Todo comenzó hace 63 años, con la constitución de Citroën Hispania y un capital social de 100 millones de las viejas pesetas. Hoy la de Vigo es la factoría más grande del flamante grupo Stellantis (resultado de la fusión de PSA Peugeot Citroën con Opel y hace un año con Fiat), factura por encima de los 8.000 millones de euros y es uno de los pilares básicos de la economía gallega, con el 30 % de las exportaciones de la comunidad y casi el 18 % del PIB.
A lo largo de todo este tiempo, el sector, con la multinacional francesa (ahora francoitaloalemana al frente), ha puesto la marca gallega a los más de 14 millones de vehículos fabricados. Ha habido años buenos y años no tan buenos, pero la planta gallega siempre ha sabido adaptarse a las circunstancias del mercado, gracias a las medidas de flexibilidad laboral y la colaboración de una plantilla, hoy integrada por más de 7.500 trabajadores, siempre comprometida y negociadora, como cuando ha tocado rebajarse el sueldo para sacar adelante un plan industrial vital para la continuidad de la factoría; o para la aprobación de dos ERTE consecutivos en los dos últimos años, para adaptarse la caída de la producción provocada por el desabastecimiento mundial de componentes electrónicos.
De las líneas de montaje de la planta de Stellantis Vigo sale un vehículo cada 59 segundos. Según el ajuste del plan de trabajo, la media de producción está en 2.000 unidades al día, incluso algo más. Parecen muchos, pero la capacidad instalada permite activar un ritmo frenético hasta llegar a los 600.000 coches al año. Es una cifra aún nunca alcanzada, pero no imposible, porque el motor de Galicia afronta uno de sus mejores momentos, con previsiones de actividad que rozan ya ese umbral, si la crisis de los microchips va cediendo y el abastecimiento recupera un flujo normal.
No es solo Stellantis. Cada día entran en la factoría viguesa más de 7.000.000 de piezas suministradas por más de 300 proveedores de todo el mundo, cerca de 200 de ellos gallegos (la mayoría, multinacionales implantadas en el entorno de Vigo y norte de Portugal). Este trasiego es imprescindible —fabricar un coche requiere entre 70.000 y 90.000 piezas distintas—, para evitar el almacenaje de componentes que harían inviable una planta que apenas ocupa 600.000 metros de superficie.
Más de 60 años de automoción en Galicia
En 1958, Citroën Hispania comenzaba a producir en unos antiguos almacenes de Aduanas, en Montero Ríos. Poco más de cien trabajadores produjeron 400 furgonetas AZU, que fueron exportadas a Marruecos.
En 1959, cuando Citroën se instaló en la Zona Franca, la producción apenas creció hasta las 1.700 unidades, ya con el 2CV como nuevo modelo. En 1960, salían de la fábrica 3.600 automóviles. Y, tres años más tarde, comenzaba el despegue definitivo, con 19.000 vehículos ensamblados. Tras 17 años de actividad, en 1975 la factoría viguesa superaba las 100.000 unidades fabricadas por año. Y los ochenta supusieron su total consolidación, con modelos como el Peugeot 505, el AX, el BX y el Visa.
Tal vez uno de los emblemas de la fábrica han sido sus furgonetas. La C-15 ha sido uno de sus grandes éxitos. Más tarde llegaron el ZX y el Xsara Picasso, que fue todo un éxito y llevó a Citroën en Vigo a sus más altas cifras de contratación de trabajadores. Las Berlingo, la Partner y, más recientemente, los económicos Elysée y 301, fueron los últimos hitos de la fábrica de Balaídos antes de la revolución de las plataformas modulares, de las que salen la renovada gama de vehículos comerciales bajo 5 marcas distintas (Citroën, Peugeot, Opel, Toyota y Fíat) y el todocamino Peugeot 2008; y del vuelco a la electrificación de todos los modelos.