El BCE maniobra para mantener a raya las primas de riesgo

m. m. REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

 Banco Central Europeo
Banco Central Europeo Arne Dedert

La confianza en la economía de países fuertemente endeudados como España o Italia decrece

09 jun 2022 . Actualizado a las 08:26 h.

Trascendental reunión la que celebra hoy el consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE). Un encuentro que, en principio, ha de confirmar el final de esas masivas compras de deuda que han permitido a países como España obtener financiación a precios de derribo y mantener sus primas de riesgo —las misas que tanta guerra dieron allá por el 2012— ancladas en niveles más que confortables. Un consejo este que, además, abrirá la veda a las subidas de tipos. Dos en el horizonte: una en julio y otra en septiembre.

Terminada la fiesta del dinero barato, toca bregar con la resaca. En los hogares: hay que ir haciéndose a la idea de que créditos e hipotecas serán más caros; y en las finanzas públicas: habrá que ofrecerle más a los inversores para lograr que le confíen su dinero a los bonos españoles. Y como muestra, el primer botón: hace dos días el Tesoro tuvo que pagar un interés del 2,55 % para colocar 8.000 millones de euros en bonos a diez años. Hacía tiempo que no tenía que echar tanta carne en el asador para lograr su favor. Desde noviembre del 2014, para más señas. Entonces tuvo que poner sobre la mesa un 4,4 %.

Cierto es que apetito hay por los bonos españoles: 41.000 millones solicitaron los inversores en la puja del martes, cuatro veces la oferta disponible. Haberlo, haylo. Pero, no es menos cierto que, con el BCE recogiendo velas, todo va a resultar más caro. La luna de miel ya no será tan dulce. Y hasta puede que amargue.

Y es que, sin esa red de seguridad que en su día desplegó la autoridad monetaria para evitar —con herida de la crisis del 2012 todavía escociendo y la crisis sanitaria golpeando duro— que el mercado crediticio se rompiera, y garantizar que los Estados tuvieran las puertas de los mercados financieros abiertas, pese a los confinamientos y los miles de millones comprometidos por los Gobiernos, la confianza en la economía de países fuertemente endeudados como España o Italia ya no es tanta. Y el riesgo hay que pagarlo para que compense asumirlo. No hay otra.

El récord: 650 puntos

Con todo, nada que ver la situación actual con la de aquellos aciagos tiempos de la crisis de deuda que a punto estuvo de echar por tierra el proyecto de la moneda única. Hasta que Mario Draghi, entonces presidente del BCE, pronunció su ya famoso «Haremaos todo lo necesario para salvar al euro, y, creánme, será suficiente».

Entonces, incluso semanas después del rescate de España —crédito en condiciones ventajosas lo llamó Luis de Guindos, entonces ministro de Economía de Rajoy y hoy vicepresidente del BCE— la prima de riesgo española —ese plus que hay que pagarle a los inversores para que nos confíen su dinero en lugar de colocarlo en bonos de la siempre fiable Alemania— llegó a rozar los 650 puntos, con la rentabilidad del bono español a diez años en el mercado secundario —en el que se negocian los títulos ya emitidos por los Estados— en el 7,75%. Hoy, esa brecha que nos separa del búnker que para la inversión supone la deuda teutona es de 113 puntos. Ni de lejos parecido. Pero los ecos de aquella crisis todavía resuenan en los pasillos del cuartel general del BCE en Fráncfort. Por eso, y pese al sarpullido que produce en los halcones —los defensores a ultranza de la ortodoxia monetaria— del BCE una inflación desbocada —8,1 % de media en los países que comparten la moneda única, la eurozona—, son muchos los analistas que esperan que de la chistera del guardián del euro salga hoy algún conejo que evite que aquello se repita.

Apuestan por mantener un nuevo programa de compras de bonos en la recámara. Una suerte de salvavidas que lanzar a los países en dificultades en el caso de que sus primas de riesgo se disparen ahora que van a tener que nadar solos en aguas bravas.