Los jóvenes siguen sin acceder a la vivienda pese a las mejoras laborales

Cristina Porteiro
c. porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

ALBERTO LÓPEZ

Uno de cada tres contratos que firman los menores de 25 años ya es indefinido

09 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Jóvenes y temporalidad iban de la mano hace poco más de un año en España. Según Eurostat, siete de cada diez encadenaban contratos precarios, de mes en mes o de día en día, en sectores como la hostelería, el comercio o el turismo, dilapidando sus esperanzas de asentarse y formar una familia. Eso en el mejor de los casos, porque el desempleo todavía rozaba el 28 %, el segundo porcentaje más alto de la Unión Europea (UE). Lejos, eso sí, de las cifras del 2013, cuando más de la mitad de los jóvenes españoles estaban apuntados a las listas del paro.

Pero el pasado mes de abril, el panorama cambió de forma radical. Con la entrada en vigor de la reforma laboral, miles de empresas se vieron obligadas a convertir en indefinida a buena parte de sus plantillas, que venían desempeñando trabajos de naturaleza estructural. Y lo hicieron sin grandes dramatismos: la economía siguió creciendo y generando empleo hasta junio.

De hecho, según un estudio de Randstad, en los seis primeros meses del 2022, los jóvenes —el colectivo donde más extendida está la temporalidad— firmaron casi dos millones de contratos (1.969.656), en lo que ha sido el segundo mejor arranque de año de la última década en empleo juvenil. Y no solo eso. A diferencia de otros años, la contratación fija se ha disparado entre un segmento de población acostumbrado a la inestabilidad laboral. Hasta uno de cada tres contratos firmados por menores de 25 años (644.562) fueron indefinidos. Se han multiplicado por cinco respecto al mismo período del 2021. Esa tendencia al alza contrasta con la caída de la contratación temporal (-9,7 %), hasta los 1.325.094 contratos.

Avance en Galicia

En Galicia también se ha notado la influencia de la reforma laboral. En los seis primeros meses fueron contratados 67.589 jóvenes, un 22 % más que un año antes. La comunidad es la octava más dinámica en generar oportunidades, por detrás de Baleares, Canarias, Asturias, Madrid, Comunidad Valenciana, Cataluña y el País Vasco.

Conseguir un trabajo siendo menor de 25 años fue más fácil en A Coruña, donde aumentaron las firmas un 36 % respecto al primer semestre del 2021. Le siguieron Lugo (24 %) y Ourense (12,5 %). La provincia gallega menos activa fue Pontevedra (9 %).

«La buena marcha del empleo juvenil, tanto en número de contratos como en aumento de la contratación indefinida, es sin duda una gran noticia para nuestro mercado laboral, ya que el desempleo de este segmento de edad es uno de los principales desafíos de nuestra economía», subraya el director de Randstad Research, Valentín Bote. Y no le falta razón. No solo representa una amenaza para el sistema de pensiones —menos cotizantes y menos aportaciones—. También es un problema de primera magnitud para quienes desean vivir de forma independiente y no pueden.

Emancipación a los 30

Cuatro de cada diez menores de 35 años aún viven con sus padres, «una preocupante realidad que se ha incrementado con la pandemia», señalan en un informe de Fotocasa. Unas cifras que ni la mejora reciente del mercado laboral será capaz de revertir. «Desde el inicio de la crisis económica [la del 2008] se está produciendo un descenso acelerado de jóvenes propietarios», añaden. Y el Banco de España lo corrobora: siete de cada diez menores de 35 años ya habían comprado un inmueble en el 2011. En la actualidad, no llegan ni a cuatro de cada diez.

Obstáculos

¿Qué es lo que se interpone entre los jóvenes y el sueño de comprar casa? El dinero. Aunque el 70 % quieren una vivienda en propiedad, la mayoría no pueden porque su situación es precaria. Incluso quienes tienen trabajo admiten tener problemas para poder firmar una hipoteca. La principal barrera es que no tienen capacidad de ahorro. ¿A dónde se van los ingresos? Cada vez más al pago del alquiler, lo que impide reunir el dinero suficiente para una entrada.

Los precios de arrendamiento en España subieron un 37 % desde el 2016, según Fotocasa, empujados por la alta demanda y la oferta escasa. Sin embargo, la renta media ?con alquiler imputado— de los menores de 30 años apenas se elevó un 14 % en ese mismo período, de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística. Dos puntos menos que la de los jubilados. A eso hay que sumar la pérdida de poder adquisitivo por la elevada inflación —un 10,8 % en julio—. La tendencia sigue en alza. El mes pasado, el precio del alquiler medio en Galicia subió un 2 % respecto a julio del 2021, según reveló ayer el portal pisos.com, con Pontevedra y A Coruña, las provincias más caras, anotando ascensos por encima del 10 %. Con tanta presión sobre la renta de los jóvenes, resulta difícil acceder a un inmueble propio.

Tampoco hay donde escoger. El 32 % de los jóvenes consideran que el catálogo es muy limitado. También el de alquiler. Y parte de esa carencia tiene que ver con la limitada disponibilidad de vivienda para alquiler social —un 1,1 % del parque residencial, según la OCDE—.