Larry Fink, el mayor accionista del Ibex, apunta a una crisis de liquidez en el mercado

Cristina Porteiro
C. Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Moritz Hager

El presidente de BlackRock alerta de que los bancos centrales se han quedado sin margen para intervenir

15 mar 2023 . Actualizado a las 17:36 h.

Pérdidas multimillonarias en las bolsas, un banco (Credit Suisse) al borde del colapso y mucha incertidumbre. Tras la tregua del martes, los mercados han vuelto a responder este miércoles con miedo ante la posibilidad de que la quiebra del Silvergate, Silicon Valley Bank y el Signature sean solo la punta del iceberg de un problema de mayor envergadura soterrado entre los balances de algunas entidades financieras, que caen a plomo en las plazas de todo el mundo desde primera hora de la mañana. 

¿Está el mundo a las puertas de una nueva crisis? El economista Nouriel Roubini apunta en esa dirección. Ha asegurado que Credit Suisse es «demasiado grande para caer» y, posiblemente, «demasiado grande para ser rescatado». Su caída en desgracia puede tener efectos graves en toda la cadena bancaria. El portavoz de la oficina de gestión de activos de JPMorgan, Bob Michele, también es pesimista al respecto. Considera que la recesión es «inevitable».

Sin embargo, han sido las palabras de Larry Fink, el hombre más poderoso de Wall Street y mayor accionista del Ibex 35, las que han puesto los pelos de punta al mercado. El presidente y fundador del BlackRock, la mayora gestora de fondos del mundo, sugiere en su carta anual a los inversores que el mundo probablemente está en la antesala de una crisis de liquidez: «Parece inevitable que algunos bancos necesiten ahora retirar préstamos para apuntalar sus balances y es probable que veamos estándares de capital más estrictos para ellos», señala. 

También apunta que las políticas ultralaxas de los bancos centrales (dinero barato) en los últimos años han propiciado que muchas entidades apalanquen dinero en activos a largo plazo, quedándose sin caja ahora que la subida de tipos de interés está restringiendo el crédito, obligando a las empresas a solicitar la retirada de sus depósitos: «Los ciclos de endurecimiento previos a menudo han llevado a colapsos financieros espectaculares, como la crisis de ahorros y préstamos (bautizada como S&L) que se desarrolló a lo largo de los años 80 y principios de los 90», recuerda.

La S&L se llevó por delante 747 de las 3.234 entidades que tenía Estados Unidos para prestar esos servicios. Fue una «crisis lenta, que simplemente se prolongó. Duró alrededor de una década». Y eso es lo que cree que podría volver a ocurrir. 

Sin margen de maniobra

Ese es el precio de disponer durante años de dinero fácil, como él lo llama. Pero no es el único. Otra de las consecuencias de la barra libre es la alta inflación, que los bancos centrales tratan de atajar subiendo tipos. Y aquí el dilema: continuar esa senda exponiéndose a más quiebras bancarias o levantar el pie del acelerador y provocar una estanflación, escenario de nulo crecimiento y precios al alza que suele desembocar en cierres empresariales y desempleo. 

El problema, como señala Fink, es que con los actuales niveles de inflación, la Reserva Federal se verá obligada a seguir subiendo tipos: «Si bien el sistema financiero es claramente más fuerte que en el 2008, las herramientas monetarias y fiscales en manos de los responsables políticos y de los reguladores para abordar la crisis actual son limitadas». Ni los Gobiernos pueden mantener el actual ritmo de gasto público ni los bancos centrales se pueden permitir un abaratamiento del precio del dinero.