No se lo va a creer: cuando Hacienda se dirija a usted, la va a entender

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

CÉSAR QUIAN

03 dic 2023 . Actualizado a las 05:25 h.

¡Por fin! En breve, la Agencia Tributaria se dirigirá a usted y a mí de manera que le vamos a entender todo lo que, en la mayoría de las ocasiones, nos dice. [Será que interesa —aportamos dinerito a través de los impuestos, ya me entiende—, porque del resto de las Administraciones nada se sabe de su «lenguaje inclusivo»]. Hacienda sigue poniendo su maquinaria en marcha para cumplir lo que prometió hace exactamente un mes: se modificarán ocho modelos de comunicación al contribuyente (los más habituales) para clarificar el lenguaje, e incluso el diseño de los documentos será de tal manera que ayudará a segmentar la información y a distinguir lo más relevante.

Un portavoz de la agencia confirmó que la mayor parte de los documentos ya están «confeccionados» y que ahora falta introducirlos en el sistema informático para que este los empiece a repartir entre los contribuyentes. Será en unos meses.

¿Por qué las Administraciones escriben tan «mal»? ¿Repercute negativamente en los administrados?

María López Sández, académica de la Real Academia Galega, explica que la jerga legal y la administrativa tienden a ser «formularias e conservadoras». Formularias —explica— porque buscan fijar criterios, de tal manera que el escrito esté predeterminado. ¿Cuál es el motivo? «Teñen que ser precisas, xa que nos documentos poden incorrer en variedades de estilo en función das persoas que, de repente, envíen unha carta. Nese momento, os documentos poden levar connotacións ou significados distintos aos que se queren. Por iso as codifican. E introducir cambios en escritos codificados require un proceso que fai que, ás veces, a linguaxe sexa conservadora no tempo». Y, frente a lo predeterminado y anclado en el tiempo, surge la evolución «da linguaxe, que sempre está cambiando, tanto no que se refire aos códigos coma aos usos, as formas de tratamento». López Sández pone como ejemplo, en el caso del lenguaje legal y administrativo, la conservación de tiempos verbales que están en desuso, como el futuro del subjuntivo. Se codifican así fórmulas que se sienten como precisas, pero que en realidad no son transparentes ni comunicativas para quien las recibe, «a veces nun momento afastado».

«Eu diría —explica— que nos últimos anos houbo moitos cambios no protocolo de tratamento entre persoas. Relaxáronse os protocolos, a rixidez das fórmulas de tratamento», y seguidamente añade que «a linguaxe administrativa tende moito aos incisos aclaratorios», que complican la aclaración. Y en castellano puede haber infinitivos compuestos pasivos como «habiendo sido recibida su solicitud», que, además de no ser de uso común, pueden introducir dificultades de interpretación.

La académica considera que «a Administración fai un esforzo de maior achegamento ao cidadán. Mesmo o tema da linguaxe inclusiva entra aí. A día de hoxe, un uso constante do masculino tan marcado xa non se recibe ben».

Por su parte, Javier Gómez Taboada, experto en derecho tributario en Maio Legal (despacho de Vigo), concreta que la falta de entendimiento por parte de un ciudadano respecto a lo que la Administración le quiere decir lo priva de su derecho de defensa. «Si a mí me están hablando en suajili y yo soy polaco, no alcanzaré a entender si lo que me están diciendo me beneficia o me obliga a algo. Esa falta de entendimiento hace que yo pueda malinterpretar lo que me están diciendo, y por tanto llevar a cabo acciones (o dejar de llevarlas) que me perjudiquen; en vez de saber a qué atenerme».

Con la iniciativa de la Administración tributaria, los administrados estamos ya soñando con el día en que entendamos lo que dicen las sentencias judiciales sin necesidad de la traducción de un abogado; no nos lo vamos a creer. Así que: ¡viva Hacienda!