Trump y el repunte de precios de fin de año complican el rumbo de las bajadas de tipos

Edurne Martínez / Clara Alba MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

El futuro presidente norteamericano, Donald Trump
El futuro presidente norteamericano, Donald Trump Thibault Camus | REUTERS

La inflación aún está lejos del objetivo del 2% del BCE, que ahora centra sus esfuerzos en evitar el frenazo económico

07 dic 2024 . Actualizado a las 21:03 h.

Tras meses de moderación de la inflación, el repunte de los precios en la recta final del año ha vuelto a poner en evidencia la dificultad del Banco Central Europeo (BCE) para amarrar definitivamente el indicador a su objetivo del 2 % a medio plazo, en un momento en el que cualquier mínimo acontecimiento puede desestabilizar las previsiones. El IPC de la zona euro repuntó por segundo mes consecutivo en noviembre hasta el 2,3 %. En España, la tasa subió seis décimas hasta el 2,4 %, sobre todo por el alza de la electricidad y los carburantes, los elementos «más volátiles» de la cesta de precios. El profesor de Economía de Esade, Pedro Aznar, matiza que la inflación subyacente, «la que marca tendencia», sigue descendiendo, aunque reconoce que «va a costar» llegar a ese 2 % objetivo del BCE. «Habrá que ver cómo evolucionan los precios de la electricidad y de los carburantes para poder descubrir si la crisis inflacionaria está controlada o no», apunta. Ya en octubre, el IPC subió tres décimas respecto a septiembre, después de cuatro meses de bajadas consecutivas, por la recuperación del IVA de los alimentos, que llevaba dos años suprimido o rebajado como medida del Gobierno para paliar la crisis de precios. Además, los analistas esperan a la cifra definitiva del IPC de noviembre -que se conocerá el 13 de diciembre- para comprobar si dentro del repunte se esconde el alza de los precios del sector servicios (hoteles y restaurantes), que preocupan al mercado por su resistencia en el tiempo.

Con este telón de fondo, y tras conocerse el repunte de noviembre, las previsiones de Funcas apuntan a que la inflación cerrará 2024 con una media del 2,7 %, ligeramente más alta de lo que se preveía hasta ahora. Y la OCDE considera en sus últimas Perspectivas Económicas que el dato se moverá en el 2,8 %, moderándose ya al 2,1 % en 2025. Es decir, aunque la crisis de precios parece solventada, el BCE tendrá que esforzarse mucho para dar por finiquitada la 'última milla' de su lucha contra la inflación. Sobre todo en un momento en el que su principal preocupación ha pasado a ser el riesgo de un frenazo económico. El estancamiento ya se está dejando notar en economías como la alemana, a lo que ahora hay que sumar el posible impacto de la crisis política desatada en Francia, donde la caída del actual Gobierno dificulta, entre otras cosas, la aprobación de medidas para contener un déficit público desbocado por encima del 6 %.

Próximos movimientos

Bajo ese escenario, el mercado da por hecho que el BCE mantendrá en su reunión del próximo 12 de diciembre la senda de bajadas de tipos de interés que inició el pasado junio. Es la herramienta que el organismo emplea para controlar la evolución de los los precios y, en este caso de recortes, estimular el crédito y la economía. Sin embargo, se ha producido cierto giro en las expectativas sobre hasta dónde llegará el ajuste. Hace solo unas semanas, el mercado daba una probabilidad del 50 % a una bajada más agresiva de 50 puntos básicos. Pero el reciente repunte de los precios ha elevado a más del 80 % la posibilidad de que el ajuste sea inferior, de 25 puntos básicos. «El debate en el mercado sobre los próximos pasos del BCE refleja la complejidad del momento», explica Pedro del Pozo, director de inversiones de Mutualidad, en referencia a ese difícil equilibrio entre impulsar el crecimiento y mantener a raya la inflación. Una ecuación que el BCE tendrá que medir al milímetro también en 2025, un año marcado por el impacto que tendrá en la política monetaria la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. «Las propuestas del presidente electo sobre aranceles, bajadas de impuestos, desregulación y las restricciones a la inmigración, son inflacionistas para EE.UU.», apunta Miguel Ángel García, director de inversiones de Diaphanum.

Sobre el papel, esta situación obligaría a la Reserva Federal (Fed) a frenar en sus bajadas de tipos, aumentando la brecha con el BCE que, en teoría, debería acelerar sus recortes para evitar que las posibles trabas comerciales acaben por dañar aún más a las principales economías de la región. Eso según la lógica; porque, tal y como recuerdan los expertos, esa diferencia en la política monetaria entre los dos bancos centrales generaría una mayor debilidad del euro frente a un dólar fuerte. Y aunque eso se traduce de forma inmediata en algo positivo para las exportaciones o el turismo europeos, también encarece las compras de energía y materias primas, que se negocian en billetes verdes. Es decir, genera inflación para Europa. Así que al BCE le tocará esperar y ver antes de actuar, tomando sus decisiones 'partido a partido' y acorde a los datos macro que se vayan conociendo. En el caso de España, los expertos son más optimistas. «La solidez del mercado laboral, las rebajas de tipos y el aumento de salarios reales deberían mantener la mejora de la actividad», apunta Rosa Duce, directora de inversiones de Deutsche Bank, que sitúa también a los aranceles de EE UU entre los principales retos a superar en 2025.

Los miembros del BCE, divididos sobre la velocidad de los ajustes

El estancamiento económico de la zona euro en los últimos trimestres y el hecho de que la inflación no esté controlada por completo ha ampliado la brecha entre 'halcones' y 'palomas' dentro del BCE. Son los nombres con los que se definen los miembros del consejo que toman las decisiones de política monetaria. Los primeros, los más agresivos, los que apuestan por una estrategia restrictiva de tipos altos para mantener la inflación bajo control. Incluso si eso implica cierto daño al crecimiento. Los segundos, a favor de una política más flexible, con tendencia a bajar tipos para estimular el crédito y la inversión. Bajo esa división, fuentes del Banco de España explican que se han desarrollado análisis sobre el impacto de los discursos de unos y otros en el mercado.

Nombres a vigilar

Más allá de la tradicional rueda de prensa de la presidenta del organismo, Christine Lagarde, tras cada reunión de política monetaria, hay dos nombres que sobresalen por su capacidad de influir con sus discursos e intervenciones públicas entre los inversores, «casi tanto como el propio vicepresidente del BCE, Luis de Guindos», tal y como indican fuentes financieras. El primero de ellos es Philip Lane, miembro del Comité Ejecutivo y economista jefe del organismo. Aunque no lo dice en público, de todos es conocida su preferencia por la postura de las palomas. «La política monetaria no debería seguir siendo tan restrictiva», aseguraba en una reciente entrevista con el diario francés Les Echos. Apostaba entonces por pisar el acelerador en los recortes de tipos. «De lo contrario, la economía no crecerá lo suficiente», advirtió. La otra voz más influyente en el mercado es la de Isabel Schnabel, la más halcón del organismo, que ya ha alertado en varias declaraciones de que «no hay mucho margen para bajar los tipos de interés». Todo a pesar de ser la representante alemana en el consejo, algo que, sobre el papel, implicaría apoyar un mayor ritmo en los recortes de las tasas de referencia.