
Al gobernador le persiguen las dimisiones en cada institución que preside, y en el Banco de España ya acumula la salida de cinco directivos
31 may 2025 . Actualizado a las 18:38 h.El nombramiento de José Luis Escrivá (Albacete, 1960) como gobernador del Banco de España fue inédito. Nunca antes un miembro en activo de un Gobierno había pasado a ser el máximo responsable del supervisor financiero de un día para otro. Pedro Sánchez lo defendió para su nuevo cargo de gobernador como «uno de los mejores economistas del país», algo que el propio Escrivá ratificó esta misma semana. «Si hay alguien capacitado para modificar el servicio de estudios del Banco de España, soy yo», aseguró el exministro este miércoles, intentando zanjar así la enésima polémica que ha protagonizado desde que su director de Economía y Estadística, Ángel Gavilán, presentara su dimisión unos días antes.
Gavilán salió oficialmente del Banco de España por «cuestiones personales», pero fuentes internas explican que eran notorias sus diferencias con el nuevo gobernador. Sobre todo, en materia de pensiones. Tanto es así que solo 24 horas después de que Gavilán tuviera que defender —visiblemente incómodo— ante los medios por qué el informe anual no incidía como era habitual en el problema de la sostenibilidad de las pensiones, presentaba su dimisión.
En su defensa, Escrivá argumentó que el Banco de España «no tiene capacidad técnica» para analizar las pensiones, aunque se haya hecho en anteriores ediciones del informe. Una explicación que llama la atención teniendo en cuenta que fue él quien lideró la reforma de las pensiones actualmente en vigor que ahora evita analizar.
Escrivá es un economista de reconocido prestigio, un experto independiente que generó un apoyo generalizado con su nombramiento como ministro cuando Sánchez lo llamó a filas en el 2020, pero ha ido acumulando polémicas en este lustro. La primera de ellas la protagonizó en el 2021, al poco de comenzar en su primera cartera. El ministro «laboratorio» —como lo definió el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi—, el profesional de los números contratado para cuadrar los agujeros del sistema de pensiones, aseguró que en España había que trabajar más. No más de cantidad, sino durante más tiempo, hasta los 75 años incluso.
Unas palabras que retumbaron durante semanas en los oídos de las televisiones, radios y los pasillos del Congreso. Aunque rectificó —argumentando que nadie había leído bien la entrevista—, no fue su único patinazo. Precisamente el día que se presuponía feliz porque se firmaba el histórico acuerdo en pensiones con los agentes sociales después de más de una década sin pactos, otras declaraciones del exministro poco afortunadas, en las que decía que los baby boomer tendrán que elegir entre una menor pensión o trabajar más años, lo empañaron.
Ola de dimisiones
Metódico hasta el extremo y de trayectoria profesional intachable, nadie fue capaz de poner un pero a su elección como ministro, pese a que no dejaba de ser algo paradójico que el Pepito Grillo del Gobierno, el que fiscalizaba sus cuentas y medidas desde su puesto como presidente de la AIReF, se sentara en uno de los sillones de la Moncloa. Uno de sus compañeros en su etapa como economista jefe del servicio de estudios de BBVA asegura que los puntos positivos de Escrivá son su enorme capacidad de trabajo y que coge ideas de muchos sitios y las quiere poner en práctica, algo que genera motivación en sus equipos.
Eso sí, es una persona «intensa», que duerme poco y que allá donde llega «pone todo patas arriba». Las cinco dimisiones desde que Escrivá es gobernador del Banco de España se suman a la ola de salidas en otros de sus puestos de responsabilidad. En su etapa como ministro de Seguridad Social, Escrivá sufrió la dimisión en solo 24 horas de dos personas de confianza y altísima responsabilidad. En plena negociación para la reforma de las pensiones y en medio de la crisis de refugiados por la invasión de Ucrania, dimitieron Israel Arroyo, secretario de Estado de Seguridad Social; y Jesús Perea, secretario de Estado de Migraciones. Perea fue sustituido por Isabel Castro, siendo ella la tercera persona en este cargo en los dos primeros años desde que Escrivá puso un pie en el ministerio.