Del colegio que no puede crecer más al que cierra

Elisa Álvarez, David Cofán, Rocío García, Beatriz Abelairas REDACCIÓN / LA VOZ

EDUCACIÓN

Patio del colegio Barouta, en Ames
Patio del colegio Barouta, en Ames CEDIDA

En Barouta (Ames) no caben más niños; en Merza (Vila de Cruces) solo quedan 4

08 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La realidad de la escuela gallega en cuanto al número de alumnos tiene una casuística de lo más variada: centros abarrotados periurbanos, colegios periurbanos vacíos, escuelas con lista de espera, aulas rurales que desaparecen por falta de alumnos... hay unitarias agrupadas que triunfan donde languidece un centro de infantil y primaria a la antigua, y centros concertados de ciudad que absorben la demanda de todo el barrio en detrimento de los públicos. Familias urbanitas que llevan a sus niños al centro rural y familias del rural que duermen en la ciudad para tener el colegio que desean para los suyos. En algunas localidades los centros públicos que se adelantaron al resto ofreciendo el servicio de comedor se han quedado con toda la chiquillería del municipio, cada vez más escasa fuera del eje atlántico.

Un ejemplo de colegio con éxito de matrícula se encuentra en Ames, según informa Elisa Álvarez desde la delegación de La Voz en Santiago. Un equipo directivo dinámico, un proyecto educativo atractivo, una localización rural pero próxima a la ciudad... El colegio de infantil y primaria (CEIP) de Barouta, en Ames, sufrió un efecto llamada que lo llevó a estar sobredimensionado hasta el punto de no poder crecer más. Pero sus responsables han dicho basta, quieren calidad y una dimensión adecuada. El bum demográfico del municipio de Ames hizo que los colegios de este concello creciesen de modo exponencial hace años. Ahora esa tendencia se ha estabilizado, aunque desde el ayuntamiento aseguran que los servicios de conciliación siguen en claro ascenso en los centros Agro do Muíño y Ventín, e incluso en algunas unitarias que han visto como aumentan los usuarios de comedor para el próximo curso.

En Barouta el colegio, de una sola línea (una clase por curso), tuvo que duplicar aulas por el aumento de la matrícula. Pero llegó un momento en el que el equipo directivo dijo basta, «porque sería en detrimento da calidade educativa», explica Alonso Caxade, su director. Este centro acaba de ser seleccionado como polo creativo en el próximo curso por la Consellería de Educación —la evolución de los Espazos Maker—, un proyecto más a la lista de un colegio cuya fama conocen muchos vecinos no solo del concello sino de municipios limítrofes. O ampliaban instalaciones o perdían calidad y aulas de especialidades, por lo que ante la negativa de la Xunta de hacer obras han decidido volver a su dimensión original, con una sola línea: «Tivemos que facelo porque non temos espazo», insiste Caxade.

En Barouta el contacto con la naturaleza es constante. Desde plantar árboles bomberos, que sustituyen especias pirófitas por caducifolias hasta la elaboración de compost o el cultivo de una huerta. Cuentan con una estación meteorológica, MeteoBarouta, talleres científicos, actividades de cooperación y una biblioteca muy activa.

El próximo curso será el primero en años en el que vuelvan a su dimensión original, con una sola línea. Eso sí, las aulas estarán completitas, «con 25, 26 e ata 27 nenos», confirma Caxade. Es el colegio que no puede crecer más.

El colegio de Merza (Vila de Cruces) ya no abrirá en septiembre porque no tiene alumnos suficientes
El colegio de Merza (Vila de Cruces) ya no abrirá en septiembre porque no tiene alumnos suficientes Miguel souto

En el otro extremo de la balanza, el CEIP de Merza, en Vila de Cruces, que recoge David Cofán, de la delegación de Deza de La Voz. Después de varios años en el alambre por la falta de matrícula, el centro CEIP de Merza, en Vila de Cruces, no abrirá sus puertas este septiembre. Si en el anterior eran ocho los escolares que recibían sus clases el curso pasado, el número se ha reducido a la mitad, por debajo de los seis necesarios para que el centro tenga al menos una unidad formativa. Durante el período de reserva de matrícula la dirección no recibió ninguna solicitud, una situación que se ha mantenido este verano en el tramo de matriculación definitiva. Los alumnos serán redistribuidos a otros dos colegios del municipio, en Piloño y en Vila de Cruces.

Y en medio, los centros que están en la cuerda floja pero van tirando, aunque la ruta tiene un final preocupante. Es el caso del CEIP Nosa Señora das Dores de Forcarei, que perderá el próximo curso una decena de alumnos, tal y como explica desde Deza Rocío García. El año pasado rondaba el centenar de estudiantes y el próximo se quedará en noventa, ya que 16 se han titulado y pasan al instituto y en infantil solo se han registrado seis matrículas.

Vivir en Forcarei, dormir fuera

«A tendencia leva tempo sendo á baixa, pero este ano especialmente. A media de novos ingresos adoitaba ser de entre 10 e 12», explica Javier Álvarez, que es vecino del municipio y profesor del centro desde hace 18 años. «O problema é que a xente moza non queda aquí. Eu penso que non é falta de oportunidades laborais porque incluso hai xente que traballa aquí no polígono pero vive en Pontevedra, Santiago, Lalín ou A Estrada e escolarizan aos fillos alá. Ao mellor vén un dos pais traballar e aproveita para comer coa súa familia de Forcarei, pero volta durmir á cidade. Neste caso o estar preto de núcleos máis grandes penso que prexudica a matriculación nos centros de ensino locais», comenta el maestro. En todo caso, la comunidad escolar tiene esperanzas de incrementar la matrícula para el curso 2023-2024. «Temos a escola infantil aquí ao lado e xa imos levando a conta. Para o seguinte curso deberían entrar máis de dez nenos», calcula.

Y después está el caso de Ferrol, que se repite en muchas ciudades y es la falta de niños y el difícil reparto de las pocas matrículas. La crisis demográfica hace mella desde hace años en la ciudad, como recoge desde la delegación ferrolana de La Voz Beatriz Abelairas. Una muestra clara es que los 21 colegios ofrecen 698 plazas para los niños de tres años que comienzan su etapa escolar el año que viene y solo se han solicitado 377. Sobran la mitad de los pupitres y aún así, en uno han tenido que aplicar el baremo, porque las preferencias de las familias se han polarizado. Para empezar este año se han incrementado las peticiones de matrícula en los dos centros rurales (Pazos y A Laxe), ya que son precisamente los que cuentan con más metros de zonas verdes o de parques en el exterior y eso es un elemento que se ha convertido en muy valioso tras la pandemia.

En el otro extremo está el colegio Ángela Ruiz Robles (Recimil), ubicado a unos pasos de la plaza de España, pero encajado en una de las áreas de vivienda pública más grandes de Galicia. Está céntrico y hace solo unos años este colegio contaba con dos aulas para los pequeños que comenzaban el cole, es decir, 50 plazas. Sin embargo, para el próximo mes de septiembre solo tres familias han elegido este centro para sus pequeños. Quedarán 22 vacantes en un espacio escolar que incluso se ha quedado sin asociación de padres.

La gran paradoja es que al otro lado de la plaza de España se encuentra uno de los dos centros concertados que más demanda ha registrado: Compañía de María, 38 peticiones para las 50 que ofertaba. Junto a otro concertado, el Tirso de Molina, 84 peticiones.

Los directores de los centros aseguran que a veces la demanda es aleatoria. Sucede lo mismo con los institutos. El Sofía Casanova de Ferrol recibió este año el triple de demandas que de plazas ofertadas. «As veces ten máis que ver con que pandillas enteiras de amigos ou de pais elixen un centro ou outro, do boca en boca, que da oferta educativa», explica Manuel Rey, director del IES más grande de la ciudad, el Concepción Arenal.

Los directores de los centros escolares están de acuerdo con esta tesis y una muestra es el San Xoán da Filgueira, que acumula premios del Ministerio de Educación por sus programas de animación a la lectura o la convivencia, pero solo cuatro familias (una más que en Recimil) han solicitado alguna de las 25 plazas para tres años, mientras que centros públicos como el Ponzos llenarán su clase e incluso dejarán a pequeños fuera.