La fórmula de la Coca Cola la tiene el PP en Galicia

ELECCIONES GALLEGAS 18F

Paula Prado y Alfonso Rueda celebrando la victoria
Paula Prado y Alfonso Rueda celebrando la victoria PACO RODRÍGUEZ

19 feb 2024 . Actualizado a las 00:58 h.

Al final, esta semana solo se enterró la sardina y políticamente a Gómez Besteiro, a Marta Lois y a la marca Podemos. Había muchas ganas por la izquierda en fulminar a Alfonso Rueda en la primera vez que se presentaba a las urnas. Pero la estrategia que emplearon no pudo ser más errada. Hasta cuatro papeletas por el lado zurdo, un desastre con la ley d’Hondt del matemático belga en la mano. Y los dos vasos comunicantes, el BNG y el PSdG, regalando los votos desde el PSOE al Bloque. Lo que sube uno, lo baja el otro. Tercera vez que Ana Pontón se queda a las puertas de la esperanza, un lugar muy bonito pero en el que hace mucho frío. Lo del PSdeG es para hacérselo mirar. Lleva toda la vida suicidándose en las elecciones en Galicia. Tiraron por la borda a los dos políticos sólidos que tenían, Laxe y Touriño. Cambian de candidato, o de víctima, en cada proceso. Es incomprensible. Las redes que son rápidas ya enviaban este domingo el chiste que lo resume: vaya semana nefasta para el PSG. Pierden a Mbappé y se hunden en Galicia. No pudieron acertar más con su eslogan. Desta vai... un tortazo histórico. Sumar, como dijimos, restó.

Igual que Podemos. Los dos vinieron para hacer daño y hacerse daño y lo lograron. Menos votos que Vox, un partido que casi no existe en Galicia. Pero el mérito lo tiene todo Alfonso Rueda. Sorprendió a muchos gratamente cuando tomó el relevo de Feijoo. Se hizo en seguida con el molde de presidente y le dio al puesto su carácter: cercanía con la gente. El resto lo pone la familia del Partido Popular en Galicia. Tienen aguante. Siguen ganando elecciones y elecciones y, desde la izquierda, se los denuesta y se les insulta, como si ser del PP fuese un defecto. Lo que les envidia la izquierda es que en Galicia el PP ha inventado y consolidado la fórmula de la Coca Cola. En vez de meterse tanto con ellos, como si fuesen gallegos de segunda categoría o menos gallegos que los demás, la izquierda podría empezar a ser humilde y aprender con sentidiño a ser transversal y a mimetizarse con el país. La culpa no es siempre de los demás. No hay una Galicia de buenos y de malos.