La imagen que mejor define la lucha por la igualdad y la no discriminación de las mujeres en las sociedades es la de romper el techo de cristal. Una barrera poco visible pero que dificulta un cambio social tan difícil como imprescindible para el género humano. La Constitución Española recoge la igualdad de sexos ante la ley y una vez garantizados el acceso a la educación, las libertades individuales, la penalización de la violencia sexual o general por el hecho de ser mujeres, o la obligación de la paridad en la política? seguimos pendientes de otras medidas que taponan nuestros techos. Algunas veces se requerirán medidas incentivadoras, pero en otros, directamente sancionadoras.
Me voy a por estas últimas: no se puede consentir que ninguna empresa pague menos a una mujer que a un hombre por hacer el mismo trabajo. Hay que sancionar para desincentivar la discriminación. No se puede tolerar que la carne femenina se venda en la calle o en los miles de clubes de carretera con letreros bien visibles, traficada como charcutería sexual por mafias reconocidas y perseguibles de oficio. Hay que hacer una ley contra la trata, tráfico y prostitución sexual, poniendo el acento penalizador sobre quienes esclavizan y sobre quienes demandan esas esclavas, creando salidas y recursos para la inserción social de quienes sean liberadas de esa lacra. Para ello, por cierto, habrá que terminar con los anuncios en los medios que normalizan lo anormal y se lucran, indirectamente, por el comercio sexual. Hay que dar todas las garantías a las mujeres de que sobre su cuerpo, la opinión que importa es la suya. Tanto en la interrupción voluntaria del embarazo, como en el acceso a la reproducción asistida, o en el no consentimiento de la gestación subrogada como un medio de vida. Dignificar y garantizar derechos básicos en materia sexual y reproductiva sigue siendo necesario y urgente. Y sobre el terrorismo machista, habrá que tratarlo como tal. No puede haber indultos para asesinos feminicidas. No pueden tener en custodia a menores. No puede darse pábulo a la invención del síndrome de alienación parental (SAP) a la hora de tomar decisiones judiciales. Hay que actuar también para disuadir, porque promover, facilitar, favorecer, sensibilizar? es necesario, pero un poco de contundencia a día de hoy, ya es imprescindible.