Las pateras del asfalto

Laura Verdura MADRID

ESPAÑA

Dos millones y medio de emigrantes magrebíes cruzan España cada año, con los coches cargados hasta los topes, para pasar las vacaciones en sus países de origen

15 ago 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Largas horas de viaje y miles de kilómetros es el precio que pagan cada año millones de ciudadanos magrebíes para viajar desde sus lugares de residencia en Europa hasta sus pueblos natales en los países del norte de África. La mayoría de ellos lo hacen a través de España. Cuando concluya la operación paso del Estrecho de este año, más de dos millones y medio de personas habrán cruzado España de norte a sur y de sur a norte. El Estado ha invertido 7,21 millones de euros en infraestructuras para facilitar su desplazamiento. En julio y los primeros días de agosto son inconfundibles en carretera: las bacas cargadas hasta lo inverosímil, mientras el resto del equipaje anega el interior del vehículo, hundido sobre los amortiguadores hasta rozar el suelo con la carrocería. Todos aprovechan la vuelta a casa para suministrar a los suyos objetos del primer mundo, como los ventiladores, alimentos, ropa... inaccesibles en sus países natales. Proceden de Holanda, Bélgica, Alemania, y sobre todo, Francia. Cruzan los Pirineos y siguen camino hasta Alicante, Almería o Málaga y, sobre todo, Algeciras. Varias jornadas en ruta que hacen en grupos para sentirse más seguros. Una vez en suelo español, disponen de cinco áreas de descanso específicas especialmente diseñadas para atender sus necesidades: estirar las piernas, comer algo, ducharse o incluso dormir. «Son muchos kilómetros y demasiado cansancio», dice Karín, uno de los miles de ciudadanos que cada año atraviesa España con su familia en dirección a Marruecos. «El viaje se hace muy largo, pero no hay otra solución», añade. Palizas diarias Recorrer casi mil kilómetros diarios es una auténtica paliza y el cuerpo necesita un descanso, aunque el corazón les pide no parar para reunirse con los suyos cuanto antes. No paran cada 200 kilómetros o dos horas conducidas, como recomienda la DGT por seguridad. «De esa manera el viaje se haría más largo todavía», dice Karín, que conoce todas las áreas de descanso para magrebíes que existen en España: Oyarzun (Guipúzcoa), Briviesca (Burgos), Horcajo de la Sierra (Madrid), Valdepeñas (Ciudad Real) y Montoro (Córdoba). Desde que hace diez años su familia se fuera a vivir a Francia, una de las paradas obligadas es Valdepeñas. Al principio cayeron ahí por casualidad, pero ahora sabe que es una de las mejores áreas para los magrebíes: «Mi padre dice que ha cambiado mucho», explica. De los 46.000 vehículos que utilizaron este servicio el año pasado, un 81 por ciento procedía de alguno de los países magrebíes. Además de vigilancia las 24 horas del día e información sobre las carreteras, también disponen de asistencia mecánica y sanitaria, aseos públicos para ducharse, plazas de estacionamiento, teléfonos, dos intérpretes de francés y árabe y zonas de oración. Después de unas horas de descanso, todos tienen que volver a tomar sitio en la furgoneta y acomodarse. Ahora ya no sólo viajan el matrimonio y sus tres o cuatro hijos, al núcleo familiar principal también se unen el abuelo, la abuela o el primo. «Desde hace unos años viajan más miembros de la familia», explica un miembro de la Cruz Roja.