«Pedro Solbes nació para esto y está claro que todos queremos que siga en esto». El día después de que Rodríguez Zapatero le declarara públicamente su deseo de que continuara como vicepresidente económico del Gobierno, Solbes le dio el sí. Pero no solo para seguir dirigiendo la política económica española si los socialistas ganan las elecciones de marzo, sino también para ser su número dos en la lista por Madrid.
Cumplidos ya los 65 y, por tanto, en edad de jubilarse, el alicantino está dispuesto a alargar su carrera política. Finalmente, la insistencia de Zapatero ha vencido sus reticencias y su inicial falta de entusiasmo, que ha manifestado en varias ocasiones.
El presidente quiere seguir contando con un hombre de reconocido prestigio nacional e internacional, que, según el último barómetro del CIS, es el segundo miembro del Ejecutivo más valorado, solo por detrás de María Teresa Fernández de la Vega, pero por delante del mismo jefe del Ejecutivo. La presencia de Solbes junto a Zapatero en las listas y su continuidad al frente de la economía pretenden lanzar un mensaje de moderación y estabilidad a los votantes, así como de credibilidad en que las promesas de Zapatero, como el pleno empleo o las que suponen un fuerte gasto social, son factibles.
El tío Pedro, como se le llama por ser bastante mayor que los demás ministros, se ha convertido durante estos años en el guardián de la caja pública y no ha dudado en enfrentarse a algunos de ellos, como Jesús Caldera, Carme Chacón o Bernat Soria, por algunas propuestas que suponían un fuerte gasto social.
Otro de los objetivos de la dirección socialista al dar protagonismo a Pedro Solbes es atraer votos de los sectores más centristas e incluso conservadores, que podrían ser remisos a algunas políticas de Zapatero en política antiterrorista o territorial. En ese sentido, el secretario de Organización, José Blanco, dijo ayer que el PSOE quiere atraer a los votantes de «derechas» descontentos con la «radicalización» del PP.