Madrid, mediodía del 9 de mayo. A un comensal le llega un mensaje en su móvil. Lo lee, sonríe y comenta: «Estos no paran. La conspiración contra Mariano crece». Habla un ex diputado regional del PP y cita el nombre del remitente: un portavoz de área con escaño renovado. «Todo está pendiente de ver si Juan Costa se presenta. Pero sea quien sea, Rajoy se va a enterar de cómo está el partido», sentencia.
Ese día, el presidente popular está en Andalucía y Javier Arenas le rinde pleitesía. Casi, casi, une su destino al de Rajoy. Hay que creerlo porque ha perdido tres veces contra Chaves y quiere seguir. Un cambio de líder no le favorece.
Al día siguiente, Rajoy está en Gandía y los dirigentes valencianos proclaman su lealtad. Rita Barberá , vicepresidenta de la FEMP, habla a toda la militancia: «Debemos de estar más unidos que nunca». Rajoy puede descansar tranquilo hoy domingo, porque ha estado en dos comunidades con delegados suficientes para acercarlo a la victoria.
Mariano es de Pontevedra, es decir, de fuera de Madrid, y ejerce. Eso ya es una ventaja porque no comete el error fundamental de confundir España con su capital. Un periódico capitalino, una emisora sin misericordia cristiana y un par de comidas y cenas en las proximidades de las Cortes bastan a algunos para creer que tienen el país dominado. «Esperanza», era el grito de guerra. Ahora ven que así no van a ninguna parte. El receptor del SMS, destacado anti gallardonista, la presentía ganadora hace solo tres semanas. Ahora cree que debe ser otro el que se presente, aunque sea para acotar la victoria de Mariano, que «hay que ver como tiene el partido».
La combustión de Esperanza Aguirre , a la que nunca habrá que dar por liquidada, como tampoco a Ruiz-Gallardón , ha sido rápida. Han pasado justo dos meses desde el día en que Rajoy dijo que se presentaba y ya se barajan otros nombres como alternativa, más allá de ella. Ni siquiera los fastos del 2 de mayo han revitalizado su candidatura. Y eso que la gente en Móstoles le gritaba: «!Esperanza, resiste!». A su lado, solo separados por la ministra de la Vivienda, Beatriz Corredor , Ruiz-Gallardón murmuraba: « ¿A quién tiene que resistir?. ¿A los franceses?»
Alternativa en seis semanas
En esos dos meses, Eduardo Zaplana se ha marchado al exilio dorado de Telefónica Europa dejando un dato fundamental: hasta treinta diputados le ofrecieron su apoyo. Treinta sobre ciento cincuenta y cuatro. En los escaños, por tanto, Mariano tiene un 20% de señorías que apoyarían a Zaplana o a cualquier otro, de corazón o por resentimiento. Tanto da, resulta manejable.
Entretanto, Ángel Acebes ha anunciado que también se irá y de Soraya Sáenz de Santamaría ya se van riendo menos. En la Cope le dijeron que era una «novicia» y en las Cortes se le preguntó por ello: «No sé cuánto tiempo dura lo de novicia, pero yo ya llevo años en el convento».
Urgen a Mariano para que dé nombres porque necesitan preparar la alternativa en las seis semanas que faltan. Él se resiste con habilidad. Ayer insinuó que Esteban González Pons tendrá un lugar relevante. Solo hay dos, de verdad: secretario general o portavoz. Le dará para entretener las tertulias una semana a lo sumo. Acaso fijó el Congreso demasiado lejos. Pero de momento, maneja sus tiempos y por primera vez, quizás en toda su vida política, solo depende de él mismo. Por eso no parece abrumado y se le ve feliz trabajando como nunca.