Los detenidos más jóvenes -y menos cercanos, quizás por llevar menos en el cuerpo, al núcleo duro de la mafia- insistieron en sus dos principales argumentos en los interrogatorios policiales: la obediencia debida y el miedo irrefrenable a Ginés Jiménez. Alguno de los arrestados, según estas mismas fuentes, reconoció haber visto recoger sobres con dinero, haber tomando parte en pantagruélicas comidas gratis o en fiestas en pubs de la localidad en los que no pagaban un euro.
Menos fueron los que admitieron haber presenciado coacciones, extorsiones o palizas, tal y como ya hicieron los siete policías que quedaron en libertad con cargos a cambio de su presumible confesión contra Ginés Jiménez y sus colaboradores más cercanos.
Mientras, en Madrid, el instructor del caso, el titular del Juzgado de Instrucción n.º 21 de Madrid, Eduardo Cruz Torres, interrogó a los dos únicos implicados detenidos en el término municipal de la capital. La jueza cosladeña, tras completar los interrogatorios, deberá inhibirse a favor de Cruz Torres.
Por otra parte, varios centenares de vecinos se congregaron durante buena parte del día a las puertas de los juzgados de Coslada. Los momentos más tensos del día se vivieron cuando los concentrados comenzaron a increpar a los familiares de los agentes detenidos, a los que la Policía Nacional no permitió entrar en el recinto judicial. Gritos de «sin vergüenzas», «ladrones» o «devolved esa ropa robada» se oyeron en los alrededores de la sede judicial, fuertemente custodiada durante todo el domingo.