Camps pierde el apoyo de los barones populares de Valencia

ESPAÑA

Los miembros de la dirección nacional, excepto Rajoy, están indignados con él

16 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Francisco Camps y Mariano Rajoy comparten la peculiaridad de exasperar incluso a sus partidarios con su aparente inacción ante los problemas más graves y su capacidad de permanecer impasibles cuando las balas silban cerca de sus sienes. Si hay que tomar decisiones comprometidas, Rajoy simplemente se pone de perfil. Camps, mira al cielo, habla de Churchill, de Gandhi o de los ángeles. Pero ahora, el caso Gürtel los une y los separa a la vez, originando un peculiar duelo en el que ambos parecen estudiarse para ser el último en desenfundar.

Camps es consciente de que Rajoy está en deuda con él. Fueron muchos los que no entendieron el apoyo ciego del valenciano al líder del PP en el último congreso nacional, cuando él mismo era uno de los mayores aspirantes a sucederle. Pero Camps conocía bien entonces, e incluso antes, el huracán que se avecinaba. Prefirió blindarse. Se ganó a Rajoy con un acto apoteósico en la plaza de toros de Valencia, el mayor que ha celebrado jamás el PP, y con su respaldo en el congreso nacional que organizó a su mayor gloria, precisamente en Valencia.

Esos galones son los que explican que Rajoy hiciera oídos sordos a sus colaboradores más estrechos que, en pleno escándalo de los trajes, le aconsejaban distanciarse de Camps. Pero unos meses después, el líder del PP considera pagada con creces esa deuda. Y busca ya cómo poner tierra de por medio.

Lo que acaba de ocurrir con el cese de Ricardo Costa, en donde Camps, forzado por su estrecha relación con el ya ex secretario general del PP valenciano ha forzado a Rajoy a ser él quien lo expulse de sus cargos, no ha hecho sino agrandar la fractura entre ambos. Por ahora, el duelo de mudos lo va ganando Camps, porque ha sido Rajoy, y no él, quien ha asumido el coste político de una destitución arbitraria y de difícil explicación, como se comprobó ayer en Génova.

Fabra, Barberá, Ripoll y Pons

El líder del PP ha tomado nota y ha perdido la confianza política en el presidente valenciano, aunque ayer confirmara que será el candidato en el 2011. En el resto de la dirección nacional del PP, con De Cospedal a la cabeza, la situación es de indignación con Camps, que ha tratado de engañarlos a todos. Lo ocurrido implica que si el valenciano vuelve a ser llamado por los jueces, si prospera el recurso ante el Supremo contra el archivo del caso de los trajes, por ejemplo, tendrá que arreglárselas solo.

Pero si difícil lo tiene Camps en Madrid, más lo tiene en Valencia, en donde cuenta con el respaldo de los votantes, pero no de su partido. La crisis de Costa lo ha enfrentado con casi todos los hombres o mujeres fuertes del PP en esa comunidad. El presidente de la Diputación de Castellón y padrino político de Costa, Carlos Fabra, que mantiene su poder pese a estar imputado por varios delitos, lo dejó en evidencia al señalar la contradicción de destituir al secretario general cuando los contratos sospechosos se firmaban en el Gobierno regional.

La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, permanece fiel a Rajoy y se posiciona ya como posible sustituta de Camps. Peor lo tiene con el presidente provincial de Alicante, José Joaquín Ripoll, abierto partidario de Eduardo Zaplana, bestia negra de Camps, que se dirige directamente a los votantes del PP para que pidan responsabilidades.

La otra pieza del PP en Valencia es Esteban González Pons, ex consejero de Camps que fue llamado a Madrid por Rajoy y que quiere jugar también sus bazas en el relevo. En esa tesitura, a Camps solo le queda el recurso de arroparse en sus votantes. El problema para sus enemigos es que esa es su especialidad, como ha demostrado consiguiendo los mayores triunfos de la historia del PP. Y subiendo, según los sondeos.