El desmesurado ataque al vicepresidente puede volverse contra el PP
19 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.La consigna es triturar a Rubalcaba. La derecha política y mediática ha colgado el cartel de wanted, como en el Oeste, con la fotografía del candidato del PSOE y el concurso consiste en ver quién logra denigrarlo más. Pedro J. Ramírez, que es el más listo de la derecha, ya llevaba varias semanas dedicándole medio diario sin piedad y llegó a sugerir que se investigara a Rubalcaba por si se dopaba cuando era campeón de España de 100 metros lisos universitarios, habida cuenta de que estudiaba Químicas. Soraya Sáenz de Santamaría lo acusó esta semana de que la policía no hubiera intervenido de otro modo en el cerco al Parlamento catalán, olvidando que la policía autonómica depende de la Generalitat y Rubalcaba no podía actuar. Sorprende este desliz en Soraya, con lo aplicada que es, pero en cualquier caso, si se proponen fustigarlo con tanta dedicación y desmesura, lo más probable es que logren canonizarlo, porque al público pueden gustarle los castigos pero no los ensañamientos. O ponen límites a la cacería, o se les volverá en contra.
«Rubalcaba es el mejor dique de contención del PSOE ante el tsunami popular», se concluye entre la dirigencia del PSOE. Otra cosa es que sea suficiente ese dique para detener el avance triunfal de Rajoy. Por el momento las encuestas no dicen eso.
Entretanto, Felipe González está contento, no se sabe si tanto por la elección de Rubalcaba o por el final del zapaterismo, que soportó pero no celebró en sus excesos marketinianos. González ya deja saber que se volcará en la próxima campaña cuando estuvo muy ausente en la última. Marcelino Iglesias es el que mejor resiste, gracias a haber crecido en el Pirineo: «Cuando la ventisca de nieve sopla, solo queda subirse el cuello del abrigo, ponerse de culo al viento y resistir mientras se avanza hasta que amaine la tormenta». José Blanco se asegura que anda algo más afectado por los resultados del 22-M, por lo que perdieron aquel día y por lo que les negaron después IU, PNV y el PAR: cien alcaldías por lo menos, entre ellas ciudades medias importantes.
Queda el culebrón extremeño, que el jefe regional de IU, Pedro Escobar, estira como un buen guionista de telenovela. La dignidad de Guillermo Fernández Vara, que se ha abstenido de implorar piedad, se lo pone difícil. El otro día Escobar confesó a Efe: «Estoy hecho un lío y nunca había tomado tantas aspirinas». Si termina apoyando un Gobierno del PP, liquidará sobre todo al non nato líder Cayo Lara, que ayer acudió a Mérida a convencer a los suyos, dolidos por 28 años de desconsideración socialista. Lara no olvida que cuando se votó en IU la política de alianzas todos, salvo tres dirigentes, apoyaban alianzas con el PSOE, incluido Escobar. Cincuenta o más organizaciones locales le han fallado, pero Extremadura determinará su imagen.
Mientras, las presidentas autonómicas se multiplican: además de Esperanza Aguirre, María Dolores Cospedal que se jugó su carrera política contra Barreda y ganó; Luisa Fernanda Rudi, que entrará en el Guinness (primera mujer presidenta del Congreso, primera alcaldesa de Zaragoza, primera presidenta de Aragón), y Yolanda Barcina, de UPN, que compartirá gobierno con los socialistas navarros, un premio de consolación como el de Canarias. Vienen nueve meses, o cinco acaso, de campaña electoral despiadada con gran presión en la calle hacia los políticos. El 15-J en Barcelona no mató el 15-M.