Controlaba el 90 % de los productos importados de Asia para bazares
18 oct 2012 . Actualizado a las 16:25 h.Las cifras de la operación Emperador, todavía provisionales, provocan vértigo incluso a los policías de la Unidad contra la Delincuencia Económica y Fiscal, acostumbrados a toparse con cantidades galácticas. La Comisaría General de Policía Judicial cree poder probar que las tres redes chinas desarticuladas el martes pudieron defraudar a Hacienda cerca de 35.000 millones de euros solo en el último decenio. El meollo de este fraude, sin precedentes en la historia de la economía española, estaba en la entrada al país de la mercancía china. Según las estimaciones de los técnicos policiales, la mafia desmantelada controla desde la década de los noventa la llegada a España del 90 % de los productos importados desde Asia que luego eran distribuidos a los 17.000 bazares dispersos por el territorio estatal. De esa ingente cantidad de mercancías, solo la cuarta parte, en el mejor de los casos, eran declarados. El 75% restante llegaba al consumidor sin haber tributado jamás.
Gracias a este burdo procedimiento de ocultación del volumen de las importaciones, que durante años funcionó sin problemas, los tres grupos de la red desmantelada llegaron a amasar algunos años, sobre todo antes de la crisis, entre 350 y 400 millones de dinero negro, lo que supondría entre el 0,4 % y el 0,5 % del total del fraude fiscal anual en España, que la mayoría de expertos sitúan en unos 80.000 millones de euros.
Millonarios implicados
Con esas cifras, a los agentes no les han sorprendido las grandes cantidades de dinero en metálico incautadas, 9,5 millones en los registros del martes y el miércoles, a los que hay que sumar otros 2,1 millones más aprehendidos durante los dos años que esta investigación lleva en marcha. Casi seis millones de euros han sido encontrados en domicilios y locales vinculados con Gao Ping. A esa fortuna se suman diamantes valorados en 600.000 euros hallados en otra de las viviendas allanadas.
La red blanqueó fundamentalmente gracias a la colaboración de los 17 españoles detenidos, la mayoría abogados y personas «muy acaudaladas», y los otros ocho extranjeros también arrestados, que eran los que se dedicaban a hacer la denominada «compensación internacional». La trama de Ping entregaba dinero en metálico a los occidentales residentes en España y estos, a su vez, ingresaban en las cuentas de la red en China dinero procedente de sus cuentas en paraísos fiscales, habitualmente cantidades en torno a 100.000 euros. En esta gran lavadora tenían un papel central una mujer israelí y un abogado catalán, que hacían de intermediarios entre los chinos y los adinerados españoles.
Pero la compensación no era la única forma de blanqueo. Había cuatro métodos más: viajes en tren y coche desde España a China con maletas y bolsas cargadas de dinero; la compra de inmuebles y negocios en España al contado; el envío de dinero a China en los contenedores vacíos de vuelta; y la captación a través de Internet de personas ajenas a la red que se avienen a recibir parte del dinero en su cuenta y transferirlo a otras personas a cambio de una comisión.