Lo de Wert y Cataluña tapa la crisis

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

09 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Lo de Wert y Cataluña, como se repite tanto, ya suena a jugada ensayada. Más o menos como en el fútbol, en esas faltas a balón parado, a veces preludio de gol. La última ha sido de pizarra: carrerilla del ministro y chute seco provocador, la consejera de Educación Irene Rigau que se pone de pie ofendida y sin mediar palabra abandona la reunión (al estilo Mas), incendio fácil en la prensa catalana y en la españolista, ovación y bronca de la hinchada (según el equipo) y los independentistas que lo celebran, bandera estelada al viento, como un gol inesperado que empata el partido. O los pone por delante, si es que estaba empatado. El marcador político siempre admite interpretaciones.

A Esquerra Republicana le ha ido bien electoralmente solo dos veces en los últimos quince años: la primera con el presidente Aznar, como admite el diputado Joan Tardà, y, en los últimos tiempos, con el PP más recentralizador que se recuerda. Es decir, el PP del recurso al Estatuto catalán ante el Tribunal Constitucional y lo que sigue. Parecía que aquello estaba medio olvidado y que Aznar ya iba menos por Cataluña, en parte porque los populares catalanes no lo invitan, pero entonces llegó Wert y tomó el relevo. ¿Qué le costaba al ministro llamar a la dirigente popular Alicia Sánchez Camacho y escuchar sus opiniones antes de disparar nuevas propuestas educativas? Puede ser que no le importe, o que no esté dispuesto a aceptar enmiendas, quizás porque ya le basten las bendiciones marianas, si es que las tiene, pero cuando llegan las elecciones no es Wert el que aguanta el cartel en Cataluña, sino Alicia y Jorge Fernández Díaz, titular de Interior y diputado por Barcelona. Que presenten a Wert por Barcelona, si hay valor para ello. Ciertamente, ser dirigente popular en Cataluña es para gente sin complejos. Es de esas pruebas difíciles que a algunos les reserva la vida.

Para el expresidente José Montilla, que el jueves en el Senado saludó sin problemas al ministro Wert, al tiempo que le decía «¡la que has liado!», todo esto le parece programado: «Así no se habla de la crisis, que es lo verdaderamente grave ahora mismo». ¿Y a medio plazo? Montilla no escatima palabras rotundas: «La situación está muy mal en Cataluña y va a ir a peor. Esto tapa otras cosas, pero acelera el proceso». Fue Montilla el que en Madrid advirtió del «riesgo de desafección en Cataluña, si no se cambia la política agresiva», en alusión a la recogida de firmas contra el Estatuto y el recurso al Constitucional, pero también refiriéndose a cierta actitud de socialistas jacobinos. Rubalcaba, en otro corrillo del salón del Senado, centraba la crítica al ministro Wert sin alusiones al capítulo catalán: «Lo que está haciendo es un desastre y de Educación algo sé». Rubalcaba creció políticamente en ese ministerio antes de que la vida lo llevara a Presidencia y a Interior.

Pero lo más sorprendente de lo que hemos escuchado esta semana ha sido una profecía de Rubalcaba y una aseveración de Zapatero. «Leed bien el CIS y veréis como los socialistas ganaremos las próximas elecciones, me apuesto una cena». No precisó el líder socialista si con él como candidato. Horas antes, en el estreno del impresionante musical El último jinete. Zapatero nos confirmaba que está escribiendo un libro sobre la crisis. Como lo oyen. «Esto va para muy largo», advirtió, lo que dejó boquiabiertos a los que lo escuchábamos. Si Jordi Sevilla se ha decidido a sacar un libro titulado La economía en dos tardes, a saber como se llama el trabajo de Zapatero. «Ya lo decía yo», no sería el título más apropiado, desde luego.

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