El PP de Madrid ha sido y es el principal núcleo de resistencia interna a Mariano Rajoy. Esperanza Aguirre encabezó una rebelión para arrebatarle el liderato tras su segunda derrota electoral ante Zapatero en el 2008. Pero midió mal sus fuerzas, comprobó que no tenía apoyos suficientes y desistió de presentar batalla en el congreso de Valencia. Pero, desde entonces, no ha dejado pasar ninguna oportunidad para criticar su gestión. Tras dejar la presidencia de la comunidad hace un año, que no la del PP regional, que mantiene como un reducto numantino, continuó con sus ataques al ya presidente del Gobierno, sobre todo por subir los impuestos y por su política antiterrorista, cuyo último episodio ha sido la liberación de numerosos etarras tras la decisión del Tribunal de Estrasburgo sobre la doctrina Parot. Su último dardo, por ahora, contra Rajoy ha sido dejar caer su nombre, como si tal cosa, en su declaración judicial escrita, en relación con la red Gürtel.
Rajoy se carga de razones
Su sucesor a dedo en la comunidad, Ignacio González, ha continuado la línea crítica de su antecesora, aunque con más cautela pues sabe que su designación como candidato en el 2015 depende de Rajoy. En todo caso, ha mostrado su oposición frontal al modelo de financiación que, asegura, discrimina a Madrid frente a Cataluña y Andalucía. También desafió abiertamente al Gobierno al implantar el euro por receta, que quedó suspendido.
Pero González ha sufrido dos graves reveses en muy pocos días. Primero el portazo de Adelson cuando había apostado muy fuerte por Eurovegas. Pero mucho más grave ha sido la imputación de su mujer por blanqueo de capitales y delito fiscal por el lujoso ático que compraron en Guadalmina. Rajoy se carga así de razones para apartar al que ha sido su adversario político desde la crisis del 2008 y buscar otro cabeza de cartel en las autonómicas, que bien podría ser Cristina Cifuentes. El presidente también debe decidir el candidato a la alcaldía. Ana Botella ha bajado enteros, sobre todo tras destaparse también como crítica de Rajoy, que no parece, sin embargo, que esté por la labor de designar a Aguirre.