Las postura de Mas, un fraude camino al abismo

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Mas continúa su huida hacia adelante con una consulta alternativa que no tiene sustento legal, en una estrategia que conduce a un callejón sin salida

15 oct 2014 . Actualizado a las 10:52 h.

Artur Mas continúa su huida hacia adelante tras darse de bruces con una realidad que ya conocía de antemano, que el referendo independentista era ilegal y, por tanto, no se podía celebrar. Ahora plantea una seudoconsulta, un nuevo conejo que se ha sacado de su chistera de prestidigitador, que según los catedráticos consultados por La Voz es un claro fraude de ley.

¿Tiene cobertura legal la consulta alternativa?

No. «Buscar vueltas para hacer algo cuyo propósito y fin último es ilegal, por mucho que se le quiera dar apariencia de legalidad, es un fraude de ley», asegura el catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Alicante Santiago González-Varas. Explica que esto es aún más evidente porque Mas ya «ha mostrado subjetivamente cuál es su intención». «Todo lo que sea llegar al resultado que pretendían de otra manera es ilegal, un abuso del Derecho», añade. Roberto L. Blanco Valdés, catedrático de Constitucional de la Universidad de Santiago, está de acuerdo en que es un «claro fraude de ley», ya que «pretende por otros subterfugios legales hacer exactamente lo que quería antes, un referendo». Pero lo va a hacer «sin ninguna garantía, es una payasada, un esperpento, en el que solo votarán los partidarios del sí». Xavier Arbós no ve ninguna base jurídica disponible que le dé cobertura. El catedrático de la Universidad de Barcelona destaca que el propio Mas «no ha querido decir en qué base jurídica se va a apoyar y además descarta firmar un decreto, por lo que no se me ocurre cómo va a convocar nada».

¿En qué textos legales podría apoyarse?

Mas dijo ayer que se basa en una normativa «preexistente», la «competencia general de fomento de la participación ciudadana». Podría invocar el artículo 9.2 de la Constitución, que habla de remover los obstáculos que dificultan o impiden la participación, el 43 del Estatuto catalán, que aboga por promover la participación, y el 122, sobre las consultas populares. También algunos preceptos de la Ley de Consultas sobre los procesos de participación no suspendidos por el Constitucional, aunque eso sería dar facilidades al Gobierno para impugnarlos.

¿Qué puede hacer el Gobierno?

El ministro de Justicia, Rafael Catalá, dijo ayer que el Gobierno impugnará esta nueva consulta si se mantienen las preguntas bajo cualquier fórmula. Blanco Valdés estima que «no se debe permitir que se celebre», aunque se cambiaran. «Todos estos actos están relacionados con el referendo que está suspendido por el Constitucional», explica. Pero al no haber decreto será más difícil de recurrir, aunque la jurisprudencia del Constitucional deja claro que también es inconstitucional. Blanco Valdés dice taxativo que el Gobierno debe impugnarlo, pero admite que ahora mismo no sabe cómo, ya que Mas ha dicho que no va a firmar un decreto y esconde en qué preceptos se basará. Pero, añade, «alguna cobertura legal tiene que dar a los que estén en los colegios electorales, las urnas o las papeletas, etc». Podría darse el caso de que llegado el 9-N al Gobierno solo le quedara la posibilidad de impedir físicamente la colocación de las urnas.

¿Que pretende Mas con este movimiento?

Mas ha fracasado en el principal objetivo de la legislatura: celebrar una consulta sobre la independencia, que aunque no fuera vinculante tendría una enorme carga política. Su propósito ahora es trasladar a la opinión pública catalana que él ha hecho todo lo posible y va a llegar hasta el final con este sucedáneo que plantea. Pero, en realidad, en palabras de Blanco Valdés, «su único objetivo es salvar el pellejo».

¿Por qué quiere unas elecciones plebiscitarias con lista única?

Desde el primer momento Mas sabía que era la única salida porque el referendo no se podía celebrar salvo mediante un choque frontal con el Estado. Pero las encuestas muestran que ERC ha sobrepasado con claridad a CiU, maltrecha no solo por el fracaso de la consulta, sino también por los efectos del caso Pujol. Por ello, lo que quiere Mas es encabezar una lista única cuyo programa común sea la independencia, con lo que aspiraría a seguir siendo presidente y evitaría el batacazo que se prevé. Pero lo va a tener difícil porque el bloque soberanista se ha fracturado. Para Arbós, «lo que hay aquí es un pulso entre Mas y Junqueras, con este movimiento el presidente le está diciendo al líder de ERC que si no quiere la lista única es él quien está rompiendo la unidad»». Pero el republicano se adelantó ayer y acusó a Mas de dinamitar la unidad.

¿Hacia dónde conduce la estrategia de Mas?

«Toda la estrategia de Mas aboca necesariamente a una situación de ilegalidad, conduce inexorablemente al abismo», opina Blanco Valdés. Explica que si una candidatura única encabezada por él gana las elecciones plebiscitarias solo tiene dos caminos: o negociar la independencia con el Gobierno, que nunca la aceptará, o una declaración unilateral de independencia, que es un acto ilegal. ««Está jugando siempre con fuego», señala. El resultado es «un fiasco total, haber dividido a la sociedad catalana en dos, enfrentarla con el resto de España y crear el conflicto social más grave de la democracia».