Mantuvo anoche una conversación telefónica de 15 minutos con el presidente de EE. UU.
08 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Donald Trump telefoneó ayer a Mariano Rajoy, 19 días después de asumir la Presidencia de los Estados Unidos. No es la primera vez que se dirigen el uno al otro. Ya habían conversado el 12 de diciembre, cuando el republicano ya era presidente electo. Entonces, se limitaron a mantener una charla informal en la que el líder estadounidense expresó al presidente español su admiración por Barcelona, «una magnífica ciudad», según describió.
Este nuevo contacto telefónico se enmarca ya dentro de la ronda de llamadas que Trump está manteniendo con otros dirigentes mundiales a modo de presentación. Algunas han estado salpicadas de la polémica. Y es que Trump está aplicando su estilo a la forma de conducir las relaciones exteriores de la primera potencia mundial. Una de las conversaciones más tensas de Trump fue con el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, la semana pasada. El presidente estadounidense llegó a colgar el teléfono a su interlocutor en medio de una acalorada discusión por el compromiso que había adquirido Barack Obama para acoger a 1.250 refugiados que se encuentran en Australia, algo que Trump no tiene intención de cumplir. El presidente republicano también ha tenido sus más y sus menos con el francés François Hollande y el mexicano Enrique Peña Nieto.
Más tranquila fue su llamada a Rajoy. En los cerca de 15 minutos que duró, hablaron de las relaciones bilaterales. Uno de los temas que abordaron con especial ahínco fue la lucha contra el Estado Islámico y es que una de las promesas electorales de Trump es acabar con ese grupo terrorista. España es uno de los socios de la coalición internacional que lucha contra el autoproclamado califato y tiene en Irak 450 militares para formar a las fuerzas de seguridad locales.
Según fuentes de la Moncloa, otros temas de análisis fueron las relaciones de Washington con Europa y América Latina. España, con un pie en cada continente, es un interlocutor de primera fila para la Administración norteamericana. Rajoy destacó que con un Gobierno estable como el actual y una economía con un ritmo de crecimiento del 3 %, España se encuentra en una posición envidiable para servir de intermediario de EE. UU. en distintas zonas del mundo.
Desde la llegada al poder del republicano, el Gobierno español ha respondido con cautela a sus decisiones más polémicas. A la orden de construir un muro en la frontera con México, España reaccionó con unas palabras de solidaridad con el Gobierno de Peña Nieto. Rajoy manifestó que no le gustan los muros, aunque matizó que, como presidente, debe de tener las mejores relaciones posibles con todos los países y «no realizar juicios de valor sobre las decisiones que adopten el resto». La decisión de prohibir la entrada en EE.UU. a ciudadanos de siete países de religión musulmana también fue contestada con mesura desde Madrid. Según el portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, «se debe dejar claro cuáles son nuestros principios, pero también no pegando muchos gritos ni siendo muy estridentes».