Rajoy y Sánchez, la historia de una relación imposible

paula de las heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

benito ordoñez

La falta de sintonía entre el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición se evidenció en múltiples episodios la pasada legislatura

25 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni hace un mes, tras las primarias, ni ahora, tras el Congreso del PSOE, Pedro Sánchez ha recibido llamada alguna de Mariano Rajoy. El máximo gesto que tuvo con él el jefe del Ejecutivo fue un mensaje de felicitación que se perdió sepultado en la avalancha de wasaps de la noche del 21 de mayo. «Recibí miles», se excusó el secretario general reelecto. El portavoz socialista, Óscar Puente, reclamó este lunes en tono enérgico que se dé ya audiencia a su jefe en la Moncloa. Pero no parece que el presidente del Gobierno tenga prisa. «Que llame Sánchez cuando tenga un rato», ironizan en su entorno.

El líder del PSOE ha cerrado sendas entrevistas con Pablo Iglesias (el martes) y con Albert Rivera (el miércoles). Son encuentros, según él mismo explicó, para empezar a construir una mayoría parlamentaria alterativa para «acabar con la etapa negra del PP». «Si la prioridad de Sánchez es hablar con terceros para echar a Rajoy es entendible que la prioridad de Rajoy -replican los populares- no sea hablar con él». En esas están unos y otros.

Es cierto que Sánchez ha dado a entender que no piensa dar tregua al Ejecutivo. Ganó la batalla por la secretaría general del PSOE con un relato según el cual Susana Díaz y la gestora habrían puesto a su partido de rodillas ante al PP con una abstención no deseada por los militantes. Y prometió «resituarlo en la izquierda». Aun así, también ha dejado claro que se podrá contar con él para hacer frente al desafío secesionista. Incluso descolgó el teléfono para transmitírselo a Rajoy el pasado 29 de mayo. Pero son muchos los episodios que, en los dos últimos años, hablan de una relación imposible. 

Febrero del 2015

«Ha sido patético». Rajoy nunca ha ocultado la consideración que le merece Sánchez. Pero quedó más patente que nunca en el último debate sobre el estado de la nación de la pasada legislatura cuando, molesto por las continuas referencias del socialista a la corrupción del PP y a su extesorero Luis Bárcenas, le despachó con el más displicente de los tonos: «No vuelva usted aquí a decir nada; ha sido patético». Ese día muchos vieron a un presidente desconocido, fuera de sí.  

Diciembre del 2015

«Usted no es decente». No hubo química, pero el único debate electoral que accedió a mantener Rajoy en la campaña para las elecciones del 20 de diciembre marcó, según fuentes populares, un antes y un después en la manera en la que el líder del PP miraba al secretario general del PSOE. Fue cuando le espetó aquella frase que erizó la piel incluso de muchos socialistas: «Si usted sigue siendo presidente del Gobierno, el coste para nuestra democracia y para la institución que quiere representar es enorme porque el presidente del Gobierno tiene que ser una persona decente y usted no lo es». Rajoy replicó demudado: «Usted va a perder estas elecciones; de una derrota electoral uno se recupera, pero de lo que no se recuperará es de su frase ruin. Ha sido mezquino, deleznable y miserable». 

Diciembre del 2015

«Nada que hablar». A pesar del mal sabor de boca que dejó aquel rifirrafe, el líder del PP intentó un acercamiento a Sánchez tras los comicios. El endiablado tablero político, sin mayorías claras para formar gobierno, le obligó a tragarse el sapo y el 23 de diciembre, después de que el propio secretario general del PSOE solicitara un encuentro, lo llamó a la Moncloa. La reunión solo sirvió para acrecentar aún más su desconfianza. Rajoy se sintió burlado porque, una vez en su despacho, Sánchez se limitó a decirle que no tenía «nada que hablar». Para el socialista todo había sido un mero trámite que no llegó a los siete minutos. Buscaba la forma de articular un Ejecutivo alternativo, pero sabía que, antes, debía dejar que lo intentara el líder el PP, porque la suya era la fuerza más votada. 

febrero del 2015

Mano al aire. Las tornas cambiaron casi dos meses después. Ninguna fuerza política estaba dispuesta a servirle de muleta y Rajoy comunicó al rey que rechazaba someterse a un debate de investidura. Una situación inédita en la que Sánchez vio su oportunidad. El 12 de febrero se citó con el presidente en funciones en el Congreso. No buscaba su apoyo a la investidura. Solo pretendía crearse una imagen de hombre de Estado. El resumen de aquella cita se plasmó en una foto: Sánchez tiende la mano a Rajoy, que la ignora con disimulo mientras se abotona la chaqueta. 

agosto del 2016

«Todas las partes del no». La cosa acabó en segundas elecciones. Volvieron a verse las caras en el Congreso. Todos los partidos, menos el PP habían perdido escaños. El 31 de agosto, Rajoy se sometió por primera en ese año a la confianza de la Cámara. Sánchez se mostraba inflexible. «Ya he entendido todas las partes del no -le dijo su rival-; le pido que se abstenga». Nunca dio su brazo a torcer. Dos meses después, el popular era presidente y él un simple militante del PSOE.

El Gobierno examina los efectos que tendrá en el Congreso el retorno del líder socialista

El balance deja la reprobación del secretario de Estado de Seguridad, el anuncio de la censura al ministro de Hacienda, la citación de dos excomisarios policiales en la Cámara baja  y la reforma del sistema de elección de la cúpula de Radiotelevisión Española

N. V.

El Gobierno ha observado esta semana el Congreso como un banco de pruebas de la legislatura tras el retorno de Pedro Sánchez a la secretaría general del PSOE. El balance deja la reprobación del secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto; el anuncio de la censura al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro; la citación de dos excomisarios policiales en la Cámara baja; y la reforma del sistema de elección de la cúpula de Radiotelevisión Española. «No todo puede atribuirse a Sánchez», advierten en el PP. Aunque los conservadores intuyen que su proclamación puede derivar en una oposición «menos constructiva».

En realidad, han sido dos los signos que apuntan a un cambio de criterio en la dirección del PSOE. El viraje de la formación, que ha retirado su apoyo al tratado de libre comercio entre la UE y Canadá (CETA), sorprendió el miércoles al PP casi tanto como al grupo socialista. El mismo día, el principal partido de la oposición respaldó la comparecencia del exdirector adjunto operativo de la Policía, Eugenio Pino, y el exasesor del cuerpo José Ángel Fuentes Gago en la comisión que investiga el supuesto uso partidista del Ministerio del Interior en tiempos de Jorge Fernández Díaz.

El resto de las iniciativas entraban en los pronósticos del Ejecutivo, que ha visto cómo en los últimos meses la gestora de Javier Fernández había congelado los pactos ante la proximidad de las primarias. «Sabíamos que al Gobierno se le puede reprobar y que se pueden endurecer las exigencias en las comisiones de investigación», aseguran en el PP.

Los sanchistas pugnarán con los sectores críticos en al menos seis regiones 

La pugna entre los partidarios del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y los sectores críticos se extenderá a al menos seis federaciones en los congresos regionales que se van a celebrar entre julio y octubre.

La Comunidad Valenciana, Canarias, Asturias, Aragón, Madrid y Cantabria, donde sus líderes no apoyaron a Sánchez en las primarias, además de Galicia, son los feudos en los que se prevé batalla, una vez que el nuevo secretario general se ha hecho con el control de los principales órganos del PSOE.

En Andalucía, se da por hecho que Susana Díaz revalidará el mando que ostenta desde noviembre del 2013. Donde tampoco parece que Sánchez quiera alterar las aguas es en Extremadura y Castilla-La Mancha. La novedad en Extremadura es que, si hay primarias en julio, serían por primera vez a doble vuelta si ninguno logra el 50 % de los votos de los militantes.

Entre las federaciones donde habrá pulso, destaca la Comunidad Valenciana; Ximo Puig tendrá un rival de peso en el sanchista Rafael García, alcalde de Burjasot. En Aragón, Javier Lambán, uno de los detractores de Sánchez, está «en proceso de reflexión» sobre si opta a la reelección.

En Madrid se da por hecho que la pretensión de Sánchez será remover a la secretaria general, Sara Hernández. Más incierto es el escenario en Canarias, donde ya hay cuatro precandidatos en liza. También se prevé duelo múltiple en Galicia, a la espera de lo que haga la presidenta de la gestora, Pilar Cancela, que ha entrado en la ejecutiva federal por su fidelidad a Sánchez.