De periodista a periodista

c. r. BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

11 may 2018 . Actualizado a las 08:06 h.

Quim Torra (Blanes, Gerona, 1962), el candidato elegido por Puigdemont para que sea presidente de la Generalitat, lleva años trabajando por la causa secesionista desde círculos muy distintos. Al igual que su predecesor, que inició su carrera en el periodismo, Torra ha ejercido también como periodista en la Revista de Catalunya. Además de editor de Acontravent, publicación en la que ha trabajado en la recuperación de la tradición literaria y periodística catalana, especialmente de la época de la II República. Abogado y editor, su ámbito de actuación ha sido sobre todo el de la cultura, pero como ya le pasó a la plataforma Òmnium Cultural, que presidió en el 2015, la frontera entre estos dos campos es ya casi inapreciable en Cataluña. Como responsable de la plataforma ciudadana soberanista, entidad vinculada a la burguesía catalana desde su nacimiento en pleno franquismo, fue uno de los impulsores de la lista unitaria del soberanismo en las elecciones del 2015, pero sin líderes políticos, propuesta que fue desechada pero que le creó más de un enemigo entre los partidos.

Salto a la política

Nunca había dado el salto a la arena de la política institucional, hasta las pasadas elecciones del 21 de diciembre, en las que Puigdemont lo reclutó como independiente. Siempre ha estado en la órbita del soberanismo y procede de los sectores independentistas que había en la democristiana Unió Democrática. Su cargo más controvertido, y donde dejó su huella más nacionalista, fue como director del centro cultural El Born, en Barcelona, que convirtió en el icono histórico de la reivindicación secesionista a partir de las excavaciones arqueológicas de 1714.

En los últimos años, Torra ha estado muy activo en las redes sociales para difundir su ideología, muchas veces para cargar con dureza contra España: «Los españoles solo saben expoliar». «El fascismo de los españoles que viven en Catalunya es infinitamente patético, repulsivo y burdo». «Evidentemente, vivimos ocupados por los españoles desde 1714». «Fuera de aquí de una vez. Dejadnos vivir en paz» o «vergüenza es una palabra que los españoles hace años que han eliminado de su vocabulario». De alguna manera, Puigdemont ha buscado a un alter ego con poca sutileza verbal.

Pero está por ver si el futuro presidente tiene discurso propio y se deshace del marcaje de su antecesor. Es consciente, y así lo ha transmitido estos últimos meses en conversaciones privadas, que para que el objetivo de la república pueda ser una realidad, el secesionismo deberá aumentar su base social. El 47 % (el porcentaje de voto registrado por las fuerzas secesionistas en el 2015 y en el 2017) es, a su entender, una «losa» para el independentismo.